El General José Antonio Páez y el Decreto de Alistamiento Militar (IV)

El prisionero colombiano, General Nariño, no es encerrado en una celda común, sino que se le remite a una casa particular, de acuerdo a una carta suscrita en Popayán el 18 de junio de 1814 por el Brigadier José Ramón de Leiva, comandante de las fuerzas republicanas dirigida a Don Manuel Bernardo Álvarez, Presidente de Cundinamarca. Total, el General Nariño continúa preso de los españoles hasta 1818, cuando recupera su libertad, pero en la prisión ha sufrido una grave enfermedad, por lo que su salud es precaria y buscando aliviarse viaja a París y Londres, es desde esta última ciudad que escribe a Bolívar para ponerse a su disposición: "Por las noticias y luces que vuestra excelencia puede facilitarme, es preciso que regrese a Santa Fe" Bolívar accede y se encuentran ambos en Venezuela, donde le otorga la Vicepresidencia de la Gran Colombia, cargo al que renuncia cuando se da cuenta que Santander enfrenta políticamente a Bolívar, por arrebatarle el Poder; algún tiempo después Nariño cae en cama.

En agosto de 1823 se traslada Nariño a Ráquira, Colombia, y en octubre del mismo año a Villa de Leyva, Boyacá, Colombia, donde su salud mejora considerablemente gracias al clima, sin embargo, debido a un viaje fatigoso a Tinjacá, Colombia, adquiere bronconeumonía. A las cinco de la tarde del 13 de Diciembre de 1823, Nariño dice: "Pónganme este epitafio, no quiero nada más y nada menos: Amé a mi Patria, cuánto fue este amor lo dirá algún día la historia. No tengo qué dejar a mis hijos sino mis recuerdos; y a la Patria le dejo mis cenizas" Este prócer colombiano sacrificó su libertad, 28 años preso de los 58 años que vivió, por las Repúblicas Americanas; y termina en el olvido. Desde comienzos de su vida política y militar se preocupó por los derechos de los más necesitados, especialmente por la libertad de los sometidos al yugo de la Corona Española. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, es traducida y publicada por Antonio Nariño, y se convierte en la base de las primeras Constituciones de los nuevos Estados Independientes. Pues bien, este fue el colombiano a quien el General Santander se la dedica y que mediante su influencia en la ciudad de Bogotá censuró de tal manera, que pudiera calificarse fue el linchamiento moral del héroe colombiano; General Antonio Nariño.

El caso del General Antonio Nariño fue otra causa injusta patrocinada por el General Francisco de Paula Santander con la finalidad de librarse de sus posibles enemigos políticos él creyera en determinado momento podía ser una pieza de tranca para seguir su ascenso a la primera magistratura de la Gran Colombia. Es por esta razón que a raíz del Decreto de Alistamiento Militar dictado en Bogotá en 1824, José Antonio Páez, quien ejercía el cargo de Comandante General del Departamento de Venezuela, tardíamente convoca al pueblo el 6 de enero de 1826 con el objetivo de organizar las milicias en cumplimiento de aquel decreto, lo tardío en dar cumplimiento a la medida de alistamiento tiene su base en la no creencia de Páez en una Santa Alianza, que según Santander, traería una nueva invasión de españoles a estas tierras. El General Santander, aprovechando la desobediencia del General Páez y su tardío reaccionar al decreto de alistamiento, ficticiamente crea un incidente y así consigue el apoyo político de los munícipes caraqueños para acusarlo de ordenar a sus tropas que atropellara a cualquier habitante de Caracas que se negase a enrolarse al ejército patriota. El 16 de enero de 1826 se reúne los ediles y expiden un Memorial dirigido a la Cámara de Representantes, con sede en Bogotá, para exponer los problemas que se habían suscitado y cuestionar la conducta de Páez, considerando ser lesiva al pueblo.

Tras la discusión del mencionado documento, el Congreso de la República de Colombia resuelve que el Comandante General Páez fuera suspendido en sus funciones y sustituido por el Intendente del Departamento de Venezuela. En virtud de tal decisión Páez debía comparecer ante un tribunal en Bogotá para ser juzgado por las denuncias presentadas por la Municipalidad de Caracas. Inicialmente, el general Páez decide acatar la medida, pero los acontecimientos posteriores lo condujeron a desdeñar la orden, y convertirse en la figura que habría de aglutinar a los sectores descontentos con la conducción de la República, a cargo de su Vicepresidente Francisco de Paula Santander, en ausencia de Simón Bolívar. La suspensión en sus funciones del Comandante General Páez, provoca gran indignación en Venezuela, situación que fue disfrutada por la tendencia opositora al régimen centralista para justificar el estallido del enfrentamiento con Bogotá. El 27 de abril de 1826 la Municipalidad de Valencia se reúne en sesión extraordinaria, resolviendo el absoluto rechazo a la medida de suspensión adoptada por las Municipalidades y Congreso Nacional. Se argumenta que la presencia de José Antonio Páez en Poder era fundamental para la seguridad interior y exterior de Venezuela.



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José M. Ameliach N.


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