Venezuela necesita: ¿Unos gatos que cacen ratas, y ratones?

"No importa el color del gato mientras pueda cazar". En estos primeros meses de este año 2023, los mal llamados: "servidores públicos" no han conseguido entregar soluciones reales a las deudas de los venezolanos, a sus precarias pensiones, a la desregulación en sectores del mercado que los desangran, ni siquiera han podido obligar al Banco Central de Venezuela a que cumpla su rol social en nuestra economía, y estabilizar el bolívar frente al dólar.

"No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato". Esta es la frase con que Deng Xiaoping enfatizó, en 1978, su visión para el futuro de la República Popular China. Así fue como en plena Guerra Fría se inició la gran transformación del más férreo enclave del comunismo internacional.

Con rumbo claro, y firme decisión, se abrió al mundo hasta transformarse en una potencia industrial, y principal eslabón en la cadena de suministros de la economía mundial. Ante todo, imperó el pragmatismo, convencido que esta apertura permitiría desarrollar un sistema productivo que, aprovechando sus evidentes ventajas comparativas, traería más oportunidades de trabajo y una mejor calidad de vida para su pueblo.

A más de 45 años desde aquella "verdadera" revolución en China y a 20 mil kilómetros de distancia se encuentra nuestra querida Venezuela. Un país que aún no ha podido despojarse de una clase política en su mayoría delirante y con dogmas arcaicos, creando bandos para obtener provecho de la división de los apáticos ciudadanos, de las más variadas acepciones.

Y aquí estamos, después de 25 años, teniendo que soportar las acciones de un sistema de gobierno que no deja de deteriorarse a través del tiempo. Desgarrando al país con un antagonismo insensato, que abusa de un populismo trasnochado, y un desfile de "protagonistas de baja estirpe", desplegando una retórica colmada de palabrería hueca, pretendiendo con ello ocultar su ignorancia e incapacidad, sin siquiera poder identificar y solucionar los problemas reales que afectan al país. Seguimos inmersos en esta desgracia que nos impide actuar con el pragmatismo necesario. Lo que es peor, incapaz de reconocer el aporte de cualquiera que se encuentre en la vereda opuesta, desconociendo sus obras por el solo hecho de pensar diferente o por el egoísmo insano de quienes ven en ello una amenaza a su pequeña cuota de poder. Así las cosas, Venezuela seguirá sin rumbo y expuesta en una travesía sin la urgencia necesaria, recibiendo implacablemente los males de una crisis, donde con fortuna en los años 2021-2022, tuvimos una vacuna contra el covid, y ahora vemos la recuperación real de la economía mundial. Aunque algunos no escatimen en mensajes de optimismo, lo hacen sin realismo y con el diagnóstico errado sobre cuán profunda y extenso será esta crisis venezolana, sin capacidad para entender la evolución y magnitud del daño.

En este espectáculo, los representantes de cada sector político copan los medios de comunicación para asegurar sus cupos en la próxima elecciones primarias.

Claramente una pugna por ganar cuotas de poder en el Estado y, cual cortesanos, seguirán con su circo de temas intrascendentes. En este primer trimestre del 2023 la red de parásitos públicos no ha conseguido entregar soluciones reales a las deudas de los venezolanos. Por favor, ¡despierten! Fin de la cita.

La frase, atribuida al líder chino Deng Xiaoping es utilizada por muchos para referirse al pragmatismo que en algunas oportunidades la historia suele exigir a la política, cuyo principal objetivo es – según algunos teóricos- obtener, y mantenerse en el poder indefinidamente.

La repentina salida hacia un auto exilio dorado en la bella Miami, en el Estado de la Florida, en los Estados Unidos de América de Juan Guaidó, ha dejado muy claro que existen otros momentos de la historia actual de Venezuela, de muchos estados, y municipios azotados por la corrupción mas infame e impune, en que estos objetivos de la etérea lucha contra la corrupción se deben ceder a otros mas altruistas por el bien común de la sufrida población venezolana.

Existen estados, y municipios, dominados descaradamente por la corrupción, y la mala praxis política, o "la política rastrera" – voy a utilizar esta vez este término, y no la peyorativa e hipócrita expresión: de la ‘politiquería’ tan presente cada vez en las redes sociales, televisoras, y radios, y en los ya trillados y cansones discursos cagalitrosos- esos que desde la ultima década impera, gobierna, y se reelige campante en nuestros estados, y municipios gracias a unas dinámicas políticas y electorales donde impera abiertamente la corrupción, el clientelismo, y en estos últimos años el nepotismo mas rastrero puro, y duro en virtud de lo cual vemos como los hijos, familiares cercanos, hermanos, socios, y amigos en los negocios de estados, y municipios, donde se reparten sus sucios negocios ante la vista escrutadora de la ciudadanía sin pudor alguno, desangrando a los municipios mayoritariamente, en las narices de todos, y sin ruborizarse por ser condenados, investigados o advertidos de que lo están haciendo mal. El nivel de cinismo es de tal magnitud que han salido a publicitar públicamente a sus compinches, y mandaderos aún cuando estos han sido monitoreados, y sorprendidos con ‘las manos en la masa’, o como dirían los sabuesos del CICPC, y los fiscales del Ministerio Publico ‘en flagrancia’.

Si el problema en una vivienda son las ratas, nada mejor que unos gatos para resolverlo. Es que pareciera que es ese, y no otro el problema de muchos municipios en flagrancia: los ratones, y las ratas de albañal.

Son familias o clanes de ratones los que tienen a muchos municipios venezolanos, con sus calles destrozadas, no pavimentadas, sin agua potable, ni cloacas, con hospitales en estados deplorables, puestos de salud sin medicamentos, los niños venezolanos sin una adecuada alimentación escolar, nuestros campesinos empobrecidos, nuestros jóvenes con una educación superior en estado terminal, todo es obra de unos clanes de alcaldes ratones que se roban todo, cobran por todo, piden comisión por todo, y adjudican a dedo los grandes contratos a sus amigos, y testaferros para robar. Es esa y no otra la causa de todos nuestros problemas en nuestros municipios.

Por ello, el objetivo prioritario en las próximas elecciones es el sacar a los ratones, a sus familiares, amigos, y socios del escenario político, despojarlos de sus parcelas para devolvérselas a sus legítimos dueños los ciudadanos. Sacarlos del gobierno, de todos lados. Pero esto no se logrará con unos Flautistas de Hamelin, se requiere de unos gatos jóvenes bien entrenados, por unos gatos viejos, que en el pasado hayan cazados ratas, y ratones, es decir jóvenes que quieran ganar elecciones, y dispuestos a sacar, y cazar ratas, y ratones, poco importa sin son blancos o son negros, o que los tengan mimetizados o teñidos de gris, que tengan no solo la opción sino la fuerza, y el carisma real para ganarles la partida a los ratas, y ratones, y a sus socios. La pelea no es con unos flautistas, es con unos gatos.

En esta terrible ocasión como esta que vive Venezuela con la huida de Guaidó, se requiere de un buen entendimiento en la política venezolana, saber identificar cual es la prioridad actual entre todas las prioridades, que no debe ser solo ganar, tampoco elegir al mas ‘santo’, al mas impoluto, ni a un mesías, o a un loco iluminado, eso es simplemente imposible por sustracción de materia, no sé si lo sepan pero ‘Santos sin Malas Mañas’ en la política no existen, mucho menos al mas popular por escandaloso, ni a un inexperto militar corrupto, que venga a probar suerte como gobernante, -ya tenemos bastante experiencia de militares con mas de veinte años en el poder robando a todo dar – necesitamos al político mas efectivo, contundente, con la fuerza de carácter, y de política rígida suficiente, con el propósito de sacar realmente a las ratas, y ratones de la geografía política venezolana.

Este objetivo supremo actual, y urgente exige algo de estoicismo político, basta de intentonas locas, y experimentos fallidos con candidatos que no han ganado ni el condominio en donde viven, ni con la falsa popularidad en las redes sociales, o probando otra vez, a ver si ahora, si les suena la flauta, deben ahora los venezolanos apelar al sentido común, y unir sus municipios en un nuevo pacto social, y electoral, esta vez regional, y municipal, a todas las fuerzas alternativas que ayuden a elegir un verdadero cambio de rumbo del país ahora con un nuevo propósito: sacar a los ratones de todas las alcaldías de una vez por todas. Esto lo -pienso y opino nada más- que debe ser la prioridad del pueblo venezolano ante esta terrible crisis.

No importa que el gato sea blanco, gris o sea negro, lo que importa es que quiera cazar, y cace de verdad… ratas, y ratones.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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