¡Corrupción! ¿dónde están los culpables?

Nada surge de la nada

Parménides de Elea

 

Los cuarenta años de gobiernos de AD y COPEY, han tratado de borrarlos de la mente del pueblo venezolano, como si estuvieran formateando computadoras. Al no poder tapar 4 décadas de corrupción, y abuso de poder, han recurrido a nuevos métodos, bajo la tutela de los grandes, y sofisticados laboratorios mediáticos, echando todo en el mismo saco, y de esta manera ha venido apareciendo, lo que se escucha casi al unísono: ¡No hay en quien creer!

Uno de los males más complejos, y dañino para cualquiera sociedad, es la corrupción. Mal, que viene, desde tiempos muy lejanos. El mismo Jesús de Nazaret, fue traicionado por uno de sus discípulos: Judas Iscariote; era el "tesorero", y en algunos pasajes de la biblia, testifican el robo descarado de los bienes de los pobres". El papa Juan Pablo II, dejo un testimonio del daño de la corrupción: "Cada ciudadano tiene derecho a participar en la vida de la propia comunidad. Esta es una convicción generalmente compartida hoy en día. No obstante este derecho se desvanece cuando el proceso democrático pierde su eficacia a causa del favoritismo y de los fenómenos de corrupción, los cuales no solo impiden la legitima participación en la gestión del poder, sino que obstaculizan el acceso mismo a un disfrute equitativo de los bienes y servicios comunes".

Esta podredumbre es historia para no olvidar en nuestro país; porque ha echado raíces muy profundas, del cual no se escapa ningún gobierno. El dictador Marcos Pérez Jiménez, cuando emprendió la huida, dejó olvidada una maleta con la siguiente carga: alrededor de tres millones de bolívares en bonos del Centro Simón Bolívar, alrededor de cien mil dólares en billetes y alrededor de trescientos mil bolívares en billetes de quinientos, cien, cincuenta, veinte y diez bolívares–según la misma confesión del ex dictador– cuando hizo el reclamo sobre sus bienes incautados, que no aparecían.

A media que fueron pasando los gobiernos de la IV, se producían los escándalos, pero nadie iba preso. El mismo Rómulo Betancourt–el llamado padre de la democracia– en un oportunidad dijo "Que se me quemen las manos, si toco dinero del erario público" y parece que la lengua lo castigo, como dice el viejo refrán, porque a los pocos días, sufrió un atentado, y lo único que se le quemaron fueron precisamente las manos, como lo demuestran algunas gráficas de esa época, cuando apareció con las dos completamente vendadas.

La alternabilidad en el poder, le brindó la oportunidad a uno de los personajes, más polémicos de 40 años de conchupancia entre AD y COPEY: apareció Carlos Andrés Pérez, saltando charcos, para llegar a la presidencia en dos oportunidades, dando rienda suelta a la corrupción, y a la Venezuela mayamera, nube del cual no se quieren bajar muchos personajes de nuestro país, hasta presentarse el enjuiciamiento por el famoso caso "Sierra nevada".

Al llegar el Comandante Chávez, las esperanzas de aminorar, y castigar la corrupción se adueñó de la población venezolana, pero el cáncer de la podredumbre venía haciendo estragos en la mentalidad de un número importante de funcionarios, a tal punto, que la principal empresa del país: PDVSA, la llevaron por un callejón sin salida, y en estos momentos los escándalos de los desfalcos, cada día crecen al lado de la crisis del país, con montos increíbles de dólares, el cual trasladaron a Estados Unidos, y España, a través de los medios electrónicos, lo que no pudo hacer Marco Pérez Jiménez, cuando dejó la maleta abandonada.

Desde el mismo momento de tomar el poder Hugo Chávez, empezó una lucha sin cuartel contra la corrupción, a tal punto, que un gobernador del mismo proceso, fue puesto preso; pero todos sabemos, que los corruptos, cada días se tecnifican más para cometer sus fechorías. Ahora, cuando el fiscal general de la República está cumpliendo con la función, que no hizo la triste recordada Luisa Ortega Díaz; los enemigos del proceso bolivariano, niegan totalmente la lucha contra la corrupción, y no conformé con eso, empiezan a culpar al valiente Nicolás Maduro de todos los casos, habidos, y por haber. Ahora todos son inocentes, empezando por Rafael Ramírez, quien no "conocía" absolutamente nada de lo que estaba pasando; no se sabe, si por inocente, o por incapaz, o simplemente por pasar agachado para lavarse las manos, como poncio Pilato.

Son tan descarados los nuevos "inocentes", que nada dicen de las condenas de los corruptos convictos, y confesos en los Estados Unidos, y España; pero no callan un instante en querer enlodazar a NICOLÁS MADURO, quien viene manteniendo una lucha sin cuartel contra la corrupción, porque más puede la dignidad, que la actitud rastrera de estos señores.



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Narciso Torrealba


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