Diferencial cambiario Bolívar-Peso ¿Una traición a la patria?

En la frontera colombo venezolana, las mafias imponían e imponen sus códigos de silencio, y de crimen. El Estado narcoparamilitar colombiano en el año 2.000 bajo la presidencia de Andrés Pastrana, asesorado ya por el capo del narcotráfico Álvaro Uribe Vélez, secretario privado de Pablo Escobar Gaviria, toca prácticas clandestinas y terroristas de la frontera como el cambio fraudulento bolívar-peso, y bajo la resolución Nº 8, del Banco de la República, la hace ley de la Nación. La gravedad de esa inconsulta y arbitraria resolución, no ha sido lo suficientemente analizada en Venezuela, en los términos de la inaceptable entrega o negociación de nuestra soberanía.

De aceptar, nosotros, el Pueblo trabajador venezolano, tamaño despropósito que interviene y devalúa de manera ininterrumpida y constante, la solidez de nuestro signo monetario, entregando la independencia económica y política de nuestra República Bolivariana, estaríamos siendo cómplices, de silencio y de inacción, y de los delitos de traición a la Patria, y de la renuncia al ejercicio obligado de nuestra soberanía, establecidos y resaltados en nuestra carta magna, y en el código penal.

Para José Martí, Patria es humanidad; para la Venezuela bolivariana, patria es emancipación, antiimperialismo, y felicidad para todo el pueblo; y para el materialismo dialéctico e histórico, ciencia del marxismo, patria es libertad social a plenitud, independencia y liberación nacional, hacia la transición socialista, y el comunismo.
La permisividad, la tolerancia del diferencial cambiario bolívar-peso a la luz del fraude que establece la disposición Nº 8, es para nosotros la aceptación resignada de la renuncia a la soberanía del pueblo trabajador venezolano configurado como Patria, como República, que ya no sería independiente; y sin la condición necesaria para conservar su autodeterminación, perderíamos la libertad, y retrocederíamos a la esclavitud que nos legó el imperio español.

¿De qué nos sirve una reunión de nuestro presidente constitucional Nicolás Maduro y el señor Santos, peón incondicional a los intereses del imperialismo, sin haber tomado las medidas pertinentes para neutralizar radicalmente la disposición transitoria Nº 8, y sus efectos devastadores sobre la economía venezolana? De nada.
El gobierno que administra los intereses del Estado narcoparamilitar colombiano, se burla de nuestra ingenuidad y de nuestra incapacidad de responder a su estructura mafiosa en la frontera; instalada allí, tendenciosamente, para vivir de la riqueza venezolana, y con ella solucionar los gravísimos problemas económicos de más de 10 millones de hermanos colombianos que viven cercanamente a la línea limítrofe, y que no han sido, ni son atendidos, por sus sucesivos gobiernos.

El presidente Santos, el capataz del imperialismo, no está autorizado para derogar la ya famosa Resolución Nº 8; esa es una ley de la República de Colombia. El imperialismo no autorizaría la derogación de una resolución unilateral que desconoce la soberanía de Venezuela, y que es el fundamento del contrabando, y de todos los negocios de la actividad mafiosa, de la cual obtiene centenares de miles de millones de dólares anuales. Venezuela se enflaquece, mientras el producto interno bruto del Estado colombiano, y del propio EEUU se engorda, hasta la obesidad.

No sirve el plan Vielma Mora, de instalar casas de cambio para pagar el bolívar a 8 pesos; no sabemos a dónde van a parar los 292 pesos que faltan para honrar el verdadero precio del bolívar. ¿No es ese el mismo proceder de las mafias?

A la reunión con Santos, nuestro presidente Maduro, tendría que ir habiendo tomado ya la decisión que anula el cambio bolívar-peso, en todo el territorio colombiano.


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Eduardo Mármol


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