Un largo y ardiente verano

Desafortunadamente, la desgracia, una vez más, se ensaña con los pueblos más golpeados por la pobreza, las hambrunas, las enfermedades. Cualquier espíritu, medianamente sensible, ve las imágenes que nos llegan desde Haití, y termina preguntándose qué estaba haciendo Dios cuando se distribuyeron las penurias con tanta inequidad.

Aquí, en esta tierra de gracia donde la naturaleza se ha regalado pródiga, no cesamos de quejarnos, de envilecer cada vez que se presenta la oportunidad, cualquier amago de solidaridad que ose hacer causa común con los pueblos más desamparados.

No apreciamos lo que tenemos, no valoramos el privilegio de contar con unos recursos naturales insustituibles. Usamos el derroche como instrumento político, porque así dañamos al país y lastimando al país creemos que rasguñamos a Chávez. Debe ser que la providencia, para ser un poquito equilibrada, nos puso a vivir en un suelo exquisito, pero regado por una buena dosis de imbecilidad.

Después de años escuchando a la oposición clamar por una pretendida devaluación que "sincerara" el valor de nuestra moneda, el nuevo tipo de cambio fue acogido, como era de esperarse, con una andanada de palos por parte de esos mismos analistas que anteriormente decían lo contrario. Un discurso que se contradice permanentemente, no puede aumentar el caudal de seguidores.

Por eso apelan a golpear bajo; por eso se esmeran con suprema exquisitez en dañar logros y apedrear iniciativas. No ha llovido lo suficiente como para que los embalses recuperen su nivel.

La energía que recibimos es básicamente hidroeléctrica. Y si no hay agua, no hay luz. Esos son hechos irrebatibles. Entonces, si no hay agua suficiente para seguir generando la luz, que nuestro insaciable apetito consumista requiere, hay que ahorrar la poca que queda, a menos que optemos por quedarnos a oscuras totalmente en el mediano plazo. Otros razonamientos distintos, son basura política.

El lunes, este diario publicó un escrito de Ignacio Ramonet, titulado "Cercando a Venezuela", en el que el analista político pone en evidencia el cuidadoso plan que está llevando a cabo el imperio norteamericano, para generar las condiciones que justifiquen una invasión gringa a Venezuela. Las señales las están dejando regadas por todas partes, sin cuidado alguno. Ya sabemos que a ellos las apariencias les importan poco.

"Avatar" es una película que está rompiendo records de taquilla en todo el mundo y generando mucha polémica. Curiosamente, y eso pasa desapercibido para la mayoría de la audiencia, que se limita a leer los subtítulos porque no entiende inglés, el protagonista, un marine norteamericano que llega a un imaginario planeta en misión imperialista, confiesa haber sido adiestrado previamente en dos países: Venezuela y Nigeria. Esa perla no fue traducida y no aparece en los subtítulos de la proyección, por lo que la mayoría del público ni se entera de que hasta en el cine ya es un hecho el asunto de la tal invasión.

¿Qué tienen que ver las campañas opositoras contra el racionamiento de luz, Ramonet y "Avatar"? Muchísimo. Son señales de un camino muy pedregoso que aún nos falta por transitar. Este año va a ser muy largo porque estará pleno de circunstancias que nos generen incertidumbre y desasosiego. Eso buscan: sembrar desesperanza. Más nos vale apagar los bombillos y dormir con los ojos abiertos.

Mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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