Bendito y humano pueblo que caminas sin fatigarte

Los años del silencio

Veo a un pueblo caminar, andan con gorras y camisas alusivas a viejas campañas electorales, de tal o cual candidato, impresos eslóganes de alguna empresa o ministerio. Botas de caucho y un poncho para protegerse del frió diario, del duro amanecer con su inclemente roció. De las horas de fría y recia lluvia.

Ellos forman parte de los ocultos, olvidados, ignorados, los echados al olvido, los lanzados al silencio oscuro de la indiferencia.

He visto una abuela de la mano de su nieto, revisando cestos de basura, ella, buscando algo que le pueda sacar provecho, que le pueda salvar el día, él, buscando su futuro, se conformaría con un juguete soñado de colección, quizás los que fabrican con sus manos los talladores de los páramos.

Hermanos enseñadores del pasado tirados en una acera, al borde de una calle, frente a las pesadas puertas de una iglesia. Algunos parapléjicos con sus remendadas e improvisadas sillas de ruedas. Niños que no se sabe qué piensan, sus ojos desorbitados, saltones, perdidos, a un lado, una madre clama con una temida mirada por unas monedas.

Otros, que no han podido sofocarse de las drogas y del licor. Cuántos de ellos salen de las cárceles y caminan con el impasible recuerdo del horror sufrido tras unas húmedas rejas.

Muchos están al pasar en el canto de la entrada de un edificio oficial cerrado por un fin de semana o por un día de fiesta, hombres acurrucados, tullidos, tirados en la huella de una acera y recostado a la contrahuella que paraliza, escucha y siente sus sueños. Otros, mantienen abiertas las heridas en sus brazos, piernas, abdomen y cabeza, como garantía de que se les proporcione una débil y diminuta ayuda.

Ajenos sacan basura a las afuera de un banco. Otros tan imparecidos a la realidad venden helados, sus rostros de aquí no son, no se parecen a estas tierras, ¿Cómo llegarían hasta acá?

Esto debe hacernos reflexionar, son nuestros pordioseros, son los mendigos, los que piden limosnas en las calles, esto no es uno de los oscuros pasajes de La Biblia, son, los que medio viven aquí, los que aun no sintiéndose de estos territorios, cohabitan en lugares que los hacen un lejano e incomodo extraño.

Esto debe sentir los llamados limosneros, los indigentes, los niños de la calle, de los que nadie habla o escribe, solo son analizados desde el tema judicial, simplemente para referirse a ellos en soeces interpretaciones jurídicas.

Seres humanos que en silencio, descalzos, con cabellos largos y sucios, enredados con el tiempo, ropas deshilachadas como la contada por Tulio Febres Cordero en La Loca Luz Caraballo, jaladas por las mordidas de perros salvajes y sus cabellos enredaros como grandes enjambres, deambulan sin ningún cariño, atención o sosiego.

Debemos recogerlos, amarlos, sentirlos como seres humanos que han sufrido y pagado las duras consecuencias del salvajismo del capital, esta es la vorágine de los sentimientos que destruyen a nuestros seres humanos.

No debemos seguir siendo tan indiferentes ante tantos mendigos que piden en las calles mendrugos de pan, seres humanos mantenidos solo por el trigo, mojados, asoleados y vueltos a mojar. Solo el hombre indiferente representa al más fiero defensor del sistema capitalista.

DOCTORANDO
PARA: www.aporrea.org
venezuela01@gmail.com


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Miguel A. Jaimes N (*)

Politólogo, Magister Scientiae en Ciencias Políticas y Doctor en Ciencias Gerenciales. Cursando Doctorado en Letras. Cursando postdoctorado, mención: Geopolítica del Petróleo, Gas, Petroquímica y Energías. Fundador y Director del Diplomado Internacional en Geopolítica del Petróleo y Energías-Venezuela. Creador de la web geopoliticapetrolera.com. Autor de los libros: Petrocaribe la Geogerencia Petrolera. El Oculto poder petrolero. poder de PDVSA Vs. Poder del Estado.

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

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