Golpe de estado ¿otra vez?

La docencia por más de veinte años en Filosofía de la Historia, me enseñó a conceptuarla como una lección perenne, no porque las cosas vuelvan a suceder iguales, ni porque sean válidas posiciones filosóficas inmersas en sistemas de pensamiento de anuncian retornos, sino porque el comportamiento humano i las disciplinas derivadas de ello, la moral i la ética, nos muestran que es poco el progreso en este campo: el hombre sigue siendo lobo del hombre. Lo que en un tiempo pareció tradicionalmente como una materia metafísica, a partir de la obra de Herder en 1774, IDEAS PARA LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, fue ya una materia independiente i hasta científica, a pesar de haberla excluido del corpus del conocimiento Descartes, en su Discurso del Método. Luego fue ratificada como conocimiento, cuando Hegel publica en 1837, sus LECCIONES DE FILOSOFÍA DE LA HISTORIA. Después fue continuada de un modo algo diferente por Marx, Spengler i Toynbee, pero sin lugar a dudas, no sólo es memoria reflexiva de la humanidad, sino aleccionadora insigne.

Por ello, cuando leo tanta trivialidad, supercherías, subjetivismos sin fundamento, o denuncias sin pruebas o respaldos ciertos, de tanto “analista” político que ha surgido como la verdolaga, no le pongo mucha atención, excepto cuando escucho, por ejemplo a uno extraordinario como Walter Martínez (principalmente en lo internacional), o a otros que, aunque no mui seguro de su imparcialidad, atinan a ver i prever los acontecimientos con pensamiento reflexivo; como aquí en el Zulia Ramón Alberto Escalante o en Caracas a Miguel Salazar. Este último, en su escrito a dos páginas en su semanario particular, anuncia un golpe de Estado a la vuelta de la esquina i expone razones valederas, algunas de la cuales recuerdan a la Comuna de París (que he citado otras veces) i a lo sucedido a varios países europeos, como Austria, Checoeslovaquia i sobre todo Polonia.

Sin embargo, no voi a comentar todo lo que dice el expositor, puesto que está al alcance de todos leerlo; solamente tocaré dos puntos, respecto a las deficiencias del proceso revolucionario que comparto de todo corazón, pero que veo deficiente; primero en las personalidades que tienen desempeños claves, entre quienes ya en el pasado ha habido tanta traición, empezando por el Traidor Mayor, Luis Miquilena, un pobre político de tercera categoría, llevado a una cúspide que no merecía. I en segundo término, la desatención que ha tenido en aspectos fundamentales: el descuido del Poder Judicial (que pudo penetrar o infiltrar Miquilena, además de estar en manos de la IV República) i su gran consecuencia la impunidad en todos los estratos de la vida pública, verdadero Talón de Aquiles de proceso, i luego pensar como bien señala Salazar, dos cosas. La primera es el creer que ese pueblo grandioso, valiente i leal como pocos en el mundo, pueda con su sola presencia física i pacífica, ser un baluarte o una muralla contra los forajidos nacionales e internacionales que promuevan otro golpe de Estado. Los Estados Unidos son un monstruo peor que el más terribles de los creados por la Mitología Universal: el día que lo desee un dictador universal como Bush, con todo el poderío bélico que posee, nos arrasará en un día; para ellos no existen las Instituciones Internacionales, Derecho Internacional alguno, ni Derechos Humanos; son criminales como Nerón i depravados como Calígula. No tienen barrera alguna en el mundo. Los ejemplos anteriores sobran; Filipinas, Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Haití, Panamá, Chile, etc., i paremos de contar. Ningún imperio los ha superado asaltando al mundo, creando miserias i cometiendo genocidios. I el monstruo entre nosotros tiene sus vende patrias a sueldo (como hemos visto ya parte de la lista de personas e instituciones con “sueldos” en dólares), pensando que se salvarán i recibirán migajas, cuando venga el “aplastamiento” si no es que lo evitamos con efectivas medidas i hombres capaces. Recuerden que en la Comuna de París, mientras los “socialistas utópicos” se entretenían dando decretos insulsos, como que el pueblo podía asistir a la Ópera, a los jardines del Parque de Boulogne, a los Museos, etc., el presidente Thiers se escapaba a Versalles con todo el dinero del Banco de Francia i pactaba con sus enemigos tradicionales, los alemanes, para en conjunto aplastar a los Comuneros de París. Esa es la historia que enseña i sobre la cual debemos reflexionar.

La segunda cosa es creer que otros países amigos, van a ayudarnos o a intervenir de lleno en nuestra defensa. Polonia se confió ciegamente en los tratados que tenía con Inglaterra i Francia para protegerla; Hitler la machacó en tiempo record con su guerra relámpago i las “panzer”, mientras los polacos se defendían con caballería i viejos cañones oxidados. Únicamente cuando la guerra les llegó a ellos -Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, etc- i Japón atacó a los Estados Unidos, entonces se acordaron que han debido proteger a Polonia, Austria, etc. Pensar que Brasil o la Argentina nos van ayudar, es una utopía; son países sometidos a las mismas bárbaras presiones del Imperio Norteamericano i que sus economías están peores que la nuestra, pues es un buen ejemplo ese gran país del Sur, libertado por San Martín, al cual dejaron en el “estero” con uno de esos presidentes crápulas como Lusinchi, llamado como el talco: Menen, un deplorable ejemplo de gobernante que hasta pretendió aspirar de nuevo, pero su conciencia aunque pervertida, le detuvo.

Por esto, cuando examinamos el concepto “pueblo” en ideas de Wilhelm Bauer, tenemos que convenir que “abarca a los muertos, los vivos y los descendientes y condiciona la sucesión de generaciones, la continuidad de la cultura”, etc. Por ello, antes que sentarnos a pensar que “las condiciones internacionales” puedan frenar al monstruo, debemos pensar que están con nosotros nuestros libertadores, los ancestros que nos entregaron esta patria i el compromiso que tenemos para legarla a nuestros descendientes del mañana. Es necesario encarar con singular energía la amenaza que tenemos encima; perder el miedo de actuar, mover los mecanismos jurídicos que lleven a prisión a los traidores i estar dispuestos a defender hasta con la vida, los sagrados ideales de una nación como Venezuela. Allí tenemos el ejemplo heroico de Cuba, conciencia de América.

Quienes no se hayan percatado de todos los planes adelantados en Colombia, dotada de armamentos modernos, con casi un millón de hombres dispuestos a las armas, con el asesoramiento militar del Pentágono i con el dinero que proporciona los Estados Unidos, “capitaneados” por un presidente con malos antecedentes i tan cínico que nos ha venido a visitar i ofrecer su amistad como gobernante; si no se han dado cuenta, repito, es porque son brutos, cómplices de la oposición o no han escuchado ni siquiera a Gloria Gaitán, esa digna i valerosa mujer, hija del grandioso líder asesinado por las oligarquía pútridas que todavía gobiernan en Colombia, pese a estar el hermano país en una guerra perenne que pasa del medio siglo. Tal parece que para los hombres de la oposición venezolana, irracional i antipatriótica por excelencia, esto no importa; al fin i al cabo ellos terminarán sus días en Miami i su descendencia serán hijos del “gran” país del Norte. Si para nosotros, como dijo Bolívar “La patria es América” ha debido aclarar que sin la parte norte que, hoi nos llena de amenazas, dolores i miseria.

Si esta deplorable oposición que desestabiliza al país, lograra su propósito de mancillar la obra del Libertador más grande de la Historia, serían capaces de reemplazarlo por la figura de Goerge W. Bush i los mismos norteamericanos lo tendrían como un héroe “petrolero”, lo que otorgarían razón o certeza, a la apreciación que hace más de un siglo, hizo Oscar Wilde: “Los norteamericanos son, ciertamente, grandes adoradores de los héroes, y siempre extraen a sus héroes de las clases criminales”


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Roberto Jimenez Maggiolo


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