La enmienda, el PSUV, el poder popular, los partidos revolucionarios y la democracia participativa

En Venezuela se está desarrollando una revolución y una contrarrevolución. La Revolución Bolivariana versus la contrarrevolución burguesa. En el marco de ese proceso, las pasadas elecciones del 23-N y sus resultados nos han clarificado el escenario político donde se enmarcan y desarrollan ambos procesos políticos. Las praxis post-elecciones han dejado entrever las acciones políticas que han comenzado a desarrollar uno y el otro conglomerado político. Los elegidos del sector revolucionario han elevado su nivel de conciencia revolucionaria producto de su necesario y lógico contacto con el pueblo elector y del acompañamiento del líder de la Revolución, Hugo Chávez; mientras que la contrarrevolución que alcanzó los triunfos democráticos ha traído del subconsciente al consciente su carácter burgués y anti-popular cuando no ha criticado y ni ha condenado las acciones fascistoides de sus correligionarios, mientras que al mismo tiempo están promoviendo una “matriz de opinión” que, evidentemente, está dirigida a negar los resultados de la voluntad del Poder Popular a favor de los candidatos de la Revolución Bolivariana que es, objetiva y efectivamente, comprobable; es decir, si los resultados que le son favorables a la contrarrevolución burguesa, los cuales fueron emitidos por el CNE, esos votos son válidos; al mismo tiempo y es cínico su comportamiento al decir que los votos favorables a la Revolución Bolivariana son votos “irreales”(sic). Es justamente la lógica formal que le gusta manejar al fascismo internacional sea en Venezuela, en Bolivia, o, inclusive, en España.

En ese marco objetivo, la Revolución Bolivariana y el Poder Popular conocieron y le demostraron al líder de la Revolución, Hugo Rafael Chávez Frías, en sus caminares, durante el proceso eleccionario, por todo el país, cual es, realmente, el nivel de conciencia revolucionaria en que se encuentra el “proceso revolucionario”. Ello implicó que, en pronta y correcta lectura, el líder de la Revolución Bolivariana, asumiera la responsabilidad de proceder a proponer la “enmienda constitucional” en la búsqueda de la perfectibilidad de la “democracia participativa”, en su actual etapa, cara a los próximos años revolucionarios. Era y es un acto jurídico-político y democrático participativo inevitable dentro del proceso revolucionario, al mismo tiempo, que obliga a elevar el nivel de conciencia revolucionaria de los actores de la propia Revolución Bolivariana, es decir, de todos(as) aquellos cuadros, adeptos, revolucionarios, miembros de partidos revolucionarios, consejos comunales, colectivos, grupos nacionalistas y de los miembros de la sociedad civil y de la sociedad militar como todo un “grupo cohesionado social y revolucionariamente”. Es el proceso en que la propia praxis revolucionaria va encausando las inquietudes, aspiraciones, necesidades, obligaciones y objetivos de cualquier proceso que se considere revolucionario. De ahí, la propuesta de “Enmienda”.  

No vamos a entrar a demostrar cuál es la diferencia entre “enmienda” y “reforma”; ni si la propuesta de enmienda es legal o ilegal; ni vamos a demostrar si se cumplen los tiempos legalmente requeridos o se quiere creer que se violan todas las normas legales. Hay suficiente literatura que demuestra lo que es correcto y lo que son, sencillamente, posiciones políticas de oposición a la Revolución Bolivariana. Nos vamos a abocar a analizar las realidades políticas de los sectores que apoyan la propuesta de enmienda.

La propuesta de “enmienda” que será presentada al “Poder Popular” y, así como, a la participación y opinión de las derechas nacionales, en lo que, objetivamente, significa, en su praxis, la “democracia participativa”, es, realmente, muy importante para el propio desarrollo de la Revolución Bolivariana en su carácter “democrática, socialista, nacionalista e internacionalista”. Pero la propuesta de enmienda, per se, obligaría a las derechas nacionales junto a sus asociados de esas “izquierdas”(sic) a participar en la decisión definitiva, es decir, expresarse votando a favor u oponiéndose a la enmienda, cuando el CNE lleve a cabo la consulta; es decir, que ambas asociaciones políticas, las derechas y las “izquierdas asociadas a las derechas”, en su manifestar, es decir, al votar, están, directa y objetivamente, adhiriéndose a la “democracia participativa” que es el carácter fundamental de la Revolución Bolivariana. Esto es grave, muy grave para las derechas y sus asociados de izquierda ya que significaría un comportamiento “esquizofrénico” (preguntar a Jorge Rodríguez su significación) ya que las derechas niegan el carácter fundamental de la Revolución Bolivariana que nos permitimos repetir, nuevamente, que es la “democracia participativa”; en ese orden de ideas, es necesario aclarar que suponemos que las derechas nacionales y las izquierdas asociadas a esas derechas, proponen y promueven regresar a la “democracia representativa” como expresión fundamental de la 4ta República.

En ese marco y ambiente político, la expresión política del PSUV y la de sus líderes, a todos los niveles de la estructura del partido, tienen “una tarea” fundamental a realizar: primeramente, explicar, sencillamente, que significa y que implicaciones tiene para los objetivos del Poder Popular la enmienda como profundización de la “democracia participativa”; en segundo lugar, que significa con la aprobación de la “enmienda” la continuación del proceso socio-económico y político de la Revolución Bolivariana; en tercer lugar, que la aprobación de la “enmienda” significa para todos y cada uno de los sectores sociales que estén de acuerdo y apoyen su probación [de la enmienda], asumir la responsabilidad que significa “ser revolucionario” y comportarse como tal. Pero, al mismo tiempo, sería importante considerar algunos tópicos que podrían colaborar a alcanzar una mayor eficiencia en el quehacer cotidiano del PSUV no solo vista la consulta al Poder Popular sobre la “enmienda” sino, también, en su propio desarrollo como entidad política que está en permanente comunión con las opiniones de toda la sociedad, de izquierda y derechas, de la sociedad nacional.

La Revolución Bolivariana es una “revolución cívico-militar”. Esto quiere decir, comparativamente, con el proceso político que se expresaba en la 4ta República, que el sostén social de la Revolución Bolivariana es la conjunción, unida y consolidada, de los sectores sociales civiles y militares como un todo-unido a diferencia de la expresión política en la 4ta República que se expresaba como un supuesto acuerdo entre el sector civil y el sector militar donde el sector civil (político) buscaba mantener un control sobre el sector militar a causa y como consecuencia de las expresiones político-históricas de lo militar sobre lo civil. Esa actitud política del sector político de la 4ta República era consciente en su praxis manteniendo un permanente control sobre el sector militar a través de las decisiones de las Comisiones correspondientes del antiguo Congreso Nacional (las actas de la Comisiones reposan en los archivos de la Asamblea para que cualquier investigador pueda corroborar estas propuestas de análisis). Esta actitud del sector político de la 4ta República sugería una “política de Estado” de carácter civil, anti-nacionalista y dependiente; mientras que la “Política de Estado” de la Revolución Bolivariana, por su carácter cívico-militar, es nacionalista, democrática, independiente, soberana y socialista. Son diferencias fundamentales que es necesario tener presente en el proceso político del PSUV y los sectores revolucionarios.

El “sector burocrático” de la Revolución Bolivariana debería, permanentemente, mantener una actitud de auto-crítica para mejorar, cotidianamente, sus quehaceres en la lógica de sus funciones particulares. Nos vamos a permitir dos referencias históricas. En alguna ocasión, Carlos Cruz (q.e.p.d.) nos comentó que al visitar una estación de tren en Moscú, había observado como en un tren de carga, la carga de tomates se podría porque la burocracia soviética no actuaba con prontitud por su “aburguesamiento” gracias a las prebendas típicas de una burocracia anquilosada. La segunda referencia histórica nos remite a la decisión de Mao Zedong de “lanzar” la Revolución Cultural. Las tesis de la Revolución Cultural nacieron en la propia Cancillería china cuyos ideólogos buscaban profundizar sobre el conocimiento ideo-filosófico de la conciencia revolucionaria de la “burocracia china” y la de los sectores intelectuales y estudiantiles que se habían “alejado” de los sectores campesino y obreros. Es evidente e históricamente comprobable los excesos que se produjeron durante la Revolución Cultural pero los efectos en el consciente colectivo chino permitieron que las políticas socio-económicas propuestas por Deng Xiaoping y aprobadas e impulsadas por el Partido Comunista Chino tuvieran un efecto positivo en la Revolución china y su plan estatal a futuro en periodos proyectados que ha llevado a la economía china a un crecimiento sostenido desde 1980 hasta el presente de un PIB interanual promedio de más del 10% y alcanzar objetivos de beneficios sociales que aun se continúan profundizando (no se objeta la incidencia actual de la crisis financiera mundial en la economía de exportación china).

Los lideres y cuadros del PSUV junto a los lideres y cuadros de los partidos revolucionarios adherentes al proceso revolucionario bolivariano, tienen como primera responsabilidad realizar la lectura de las “preguntas” que por inquietud, desconocimiento, e inclusive temor, le presentan las agrupaciones sociales de toda la sociedad venezolana sin distinción de clases. Es una de las inquietudes de revolucionarios que se han expresado gracias a las publicaciones en Aporrea que han comunicado el distanciamiento entre los liderazgos de base y los liderazgos del PSUV. Independientemente de lo acertado o la posibilidad de la veracidad de tales inquietudes, sería interesante escuchar los sentimientos de los llamados “lideres de base” de las diferentes organizaciones sociales favorables a la Revolución Bolivariana como también conocer las opiniones de ese sector social llamado “pequeña burguesía” que expresa opiniones adversas al líder de la Revolución Bolivariana y a la Revolución Bolivariana como se percibió en las votaciones del 23-N.

Decíamos que el proceso político en desarrollo, actualmente, en Venezuela está basado en dos propuestas concretas: la Revolución Bolivariana y la contrarrevolución burguesa. Podríamos decir, basándonos en lo tradicional-histórico, que se podría presentar un choque de trenes buscando imponerse una de las propuestas sobre la otra. Esta tesis no es aplicable al proceso de la Revolución Bolivariana por una simple diferencia: la Revolución Bolivariana alcanzó el Poder político (y actualmente está consolidando el Poder económico) democráticamente con el apoyo del Poder Popular; conjuntamente, la Revolución Bolivariana está ejerciendo el Poder con firmeza y solidez ejecutiva. Por tanto, la contrarrevolución burguesa es el sector político que busca, por medios que en ocasiones son execrables, alcanzar el Poder para imponer sus tesis capitalistas con las consecuencias innatas al propio sistema capitalista, es decir, eliminación de los beneficios sociales como las Misiones; rebaja de los sueldos y salarios; control absoluto de las expresiones sindicales del sector laboral; imposición de la ideología del egoísmo; y, por último, buscar la eliminación política de los sectores revolucionarios pro-Revolución Bolivariana, participes de los beneficios de la democracia participativa, el ser nacionalista y manifestarse como socialista e internacionalistas.

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Miguel Ángel del Pozo


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