No aceptamos una izquierda dividida

Después de guerrillas y desiertos, el pueblo no nos perdonará desperdiciar lo conquistado…

Para quienes en esta época luchamos por robustecer las bases materiales, culturales e intelectuales de una sociedad sin clases, las gestas de nuestros antepasados en combate constituyen una extraordinaria fuente de orientación teórica y de acción libertadora. Como aprendices de sus victorias y reveses, hemos asimilado el valor de la unidad popular: Unidos derrotamos el golpe burgués de abril 2002 y vencimos el sabotaje petrolero de diciembre de ese año. Pero la historia de las luchas populares registra una data aun más longeva, mucho antes de los alzamientos militares bolivarianos de 1992; o de la masacrada rebelión popular de febrero de 1989.

Es así como, de la segunda mitad del siglo pasado, resalta con significado especialmente cruento, la guerrilla venezolana de los años sesenta; enfrentando asesinatos, cárceles, torturas y desapariciones de varias generaciones de camaradas. Los hijos de esos combatientes somos herederos de un testimonio de vida, la lección eterna de unos quijotes que ofrendaron su ser a la causa revolucionaria como nadie más. Fueron paladines legitimados por la sangre, las armas, el martirio y la historia; de profundas convicciones socialistas y antiimperialistas que nos estimulan hoy invaluablemente. Es cierto que no lograron tomar el poder, pero pusieron los muertos.

Después de tantos sacrificios vivenciados, sabemos lo difícil que ha sido abrir brecha dentro del Estado Burgués; de allí que apreciemos especialmente el liderazgo del Presidente Chávez, como gran intérprete del momento histórico de transición y conductor de las fuerzas sociales que quebraron la dictadura de los partidos de la Burguesía subordinada al Imperialismo Norteamericano. Chávez ha promovido indiscutibles transformaciones que le plantean al pueblo un escenario más favorable que toda época anterior, hacia la realización de la verdadera soberanía popular, la propiedad social y la abolición de la explotación capitalista. Por encima de las fallas, las agresiones de los infiltrados y las internas diatribas de nuestra joven revolución en construcción, nunca como ahora el pueblo avanza hacia una sociedad más justa.

Viviendo esta gran oportunidad histórica e irrepetible, los revolucionarios no podemos ser susceptibles a ningún tipo de manipulación ideológica o chantaje dogmático o emocional, dentro o fuera de nuestras organizaciones; que supongan consentir el egoísmo sectario, la pelea fratricida por el protagonismo o cualquier tipo de división entre las fuerzas progresistas. Nótese que después del desdichado suceso electoral del pasado diciembre y la amenaza imperialista en la frontera con Colombia; urge advertir que el interés de la clase popular y el del país están primero. Siendo ésta una etapa de amplia alianza antiimperialista, obedece a una política constructiva respetar el derecho de todos los grupos políticos a adoptar la decisión organizativa que sus miembros soberanamente hayan dispuesto, sea ésta dentro del Partido Socialista Unido o fuera de él; en el entendido de que será la actuación de cada uno (y no su siglas) la que en verdad los acredite ante la historia y ante el pueblo. Hoy más que nunca… “No aceptamos una izquierda dividida”

Jesussilva2001@cantv.net



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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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