La derrota digna es la mejor victoria

El pueblo venezolano ha pasado por una experiencia conmocionante y a la vez fructífera durante el proceso electoral para votar por la reforma constitucional. Todo el que vivió esos momentos impactantes de la espera, y pudo observar cómo se comportaron los distintos representantes de la oposición, ya fueran los tradicionales, los novatos, y los recién incorporados por abandono de las filas de la Revolución Bolivariana, todo el que pudo ver la reacción de la dirigencia revolucionaria a distintos niveles, incluyendo la del presidente Chávez, puede sacar sus conclusiones sobre el comportamiento y altas miras de un grupo y de otro. Pudo constatar la diferencia que existe entre una verdolaga y una palma real. Después del 2 de Diciembre han empezado los análisis, se plantea ir a las causas verdaderas de este resultado inesperado, cuales fueron las estrategias de uno y otro bando, cuales deben ser las proyecciones políticas futuras, cuales son las numerosas lecciones para los dirigentes, para el pueblo venezolano en su conjunto, para cada individuo en particular.

En esta hora decisiva para entender y sacudirse el polvo del camino, retomo las palabras de José Martí: “Déme Venezuela en qué servirla. Ella tiene en mí un hijo”. Así que les propongo asumir el proceso de recuperación política e ideológica de los militantes bolivarianos, desde la perspectiva de nuestro Héroe Nacional, quien como veedor profundo de su tiempo y de todos los tiempos puede aportar un escudo protector contra el desaliento, el desánimo, las lamentaciones o el pesimismo. “Los tiempos son para Sísifos y no para Jeremías”, dijo; es decir son tiempos para continuar los actos de rebeldías y no para las lamentaciones. Un elemento a tener en cuenta en el desarrollo de la Revolución Cubana es que su historia estuvo jalonada de muchas grandes derrotas que fueron, sin embargo, convertidas en victorias con una actuación consecuente, pues como dijera Selyé “para convertir en realidad un sueño, es necesario, en primer lugar, tener la capacidad de soñar. Y en segundo lugar, la perseverancia en el sueño hasta verlo convertido en realidad.” ¿Qué fueron sino el Ataque al Cuartel Moncada, el Desembarco –más bien naufragio- del Granma, la derrota en Alegría de Pío? Sin embargo, Fidel, al reencontrarse con una docena de los expedicionarios y Raúl en Cinco Palmas, solamente con siete armas, exclamó entusiasta y optimista: “Ahora sí ganamos la guerra”. Y continuó la marcha hasta obtener la victoria definitiva con el pueblo cubano. Son pues, las enseñanzas de la historia.

Así que empecemos con los consejos que nos puede transmitir el Maestro, con el título de este artículo:

“La derrota digna es la mejor victoria”. Y en el reconocimiento inmediato de esta derrota electoral, con las causas que pueden explicarla, hubo grandeza por parte de Chávez, que respaldó la masa chapista. Y es que “el hombre fuerte, aún al caer, sonríe. El fuerte le ve las entrañas al enemigo, y da sobre ellas…y eso es lo que hay que hacer a las entrañas”.La derrota reconocida inmediatamente a tiempo, por supuesto, causó regocijo en la oposición, que momentos antes gritaba, ofendía y ofrecía declaraciones amenazantes. La oposición, sin embargo, jamás quiso reconocer que aceptaría un resultado favorable al SI, y no lo hubiera aceptado con alta estatura democrática si así hubiera ocurrido, porque en su mayoría son los mismos que realizaron el golpe de estado del 2002, actuaron contra la Constitución Bolivariana que ahora falsamente dicen defender y se comportaron como tiranos capaces de actuar contra el pueblo y todas sus instituciones elegidas soberanamente. Esto no lo debe olvidar el pueblo de Venezuela, ni cada hombre y mujer en lo individual.

Ya que hubo traiciones previas al referendo que tal vez tuvieran algo de impacto, es bueno recordar que “si una traición te inquieta, castígala y olvídala, que hace daño acordarse de un traidor”.

Indudablemente que hubo efervescencia y tirantez durante el proceso previo a las elecciones. La oposición amenazó con actos violentos y los llevó a cabo, se establecieron planes subversivos alentados y financiados desde el exterior, un vendaval de infamias amenazó a Venezuela: “un pueblo bajo el fuego” según la reflexión de Fidel. Afortunadamente la jornada electoral transcurrió bastante apacible, y este es un éxito del pueblo venezolano y su gobierno, aunque en la noche el clima se enturbió. Decía Martí que las elecciones populares”se hacen en calma cuando la libertad es ya esencia en la naturaleza y el derecho al respeto ajeno es la garantía del propio.- Todavía no hemos alcanzado esta época de calma reflexiva: ella es, sin embargo, posible: adelantamos hacia ella”.

A toda la masa del pueblo que quiera que la libertad, la justicia y la equidad tengan un basamento sólido en Venezuela, objetivo estratégico de Chávez, debe quedar claro que la “cohesión de voluntad en lo real y vivo de la vida, con aquellos actos apacibles y verdaderamente enérgicos que enseñan la determinación de remediar nuestros males sin demora, nos ganan el respeto de nuestros mismos enemigos”. Si hubo equivocación del momento oportuno como ha señalado Chávez, en medio de circunstancias coyunturales surgidos en el instante del referendo que no eran previsibles en el momento de proponer la Reforma, hay que entender que estuvo determinado este acto por “la determinación de remediar males sin demora”, con soluciones necesarias y urgentes.

Por eso cada hombre o mujer en facultad de decidir en este referendo o en toda elección futura, debe ser consciente de que “el mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza”. “El deber de un hombre está allí donde es más útil”: “¡Oh! hacen mal los que desertan del deber.” “Deber es el sufragio, como todo derecho; ¡y el que falta al deber de votar debiera ser castigado con no menos pena que el que abandona su arma al enemigo”. Cada hombre o mujer debe saber que “en una República, un hombre que no vota es como en un ejército un soldado que deserta”. “Un voto descuidado es un derecho perdido, y la indeferencia en el sufragio la antesala del déspota”. Vale decir también que ¡Oh muchos votos se venden, pero hay más que no se venden!” “Con la política locuaz, y voto libre y frecuente, no hay guerra que temer, ni tiranía de arriba, ni de abajo, en las democracias”. No puede olvidarse por los chavistas y bolivarianos que por una u otra razón se abstuvieron de votar, que “el voto es un depósito más delicado que otro alguno, pues van con él vida, honor y porvenir, a más del interés de los depositantes.” A los que aún no están conscientes de con su acción individual pueden decidir los destinos de su vida diaria y del país, cabe decirles que “no puede ser: ver un deber y no cumplirlo es faltar a él”. “El deber no es de un día; que es de todos los días, y que es el mismo en toda la vida.” Porque “el deber debe cumplirse sencilla y naturalmente.” y “nadie tiene el derecho de dormir tranquilo mientras haya un solo hombre infeliz”. “El porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber. Y si falla, es que el deber no se entendió con toda pureza, sino con la liga de las pasiones menores, o no se ejercitó con desinterés y eficacia”.

En la próxima estrategia hacia el futuro, hay que levantar como banderas la obra realizada de la Revolución Bolivariana, a pesar de las protestas, el acoso, la sedición, el golpe de estado de la oposición más cavernícola. Y “más que imponernos al enemigo, importa y alcanza que el enemigo acate nuestra obra.” La oposición debe saber y todo el mundo debe saber, que la Revolución aceptó las reglas del juego. Ganó ahora el NO, y se reconoció por el gobierno bolivariano y sus partidarios. Ya vendrán otros tiempos para el SÏ revolucionario, y tendrán que aceptar su derrota. Hoy en día debe apreciarse que “cuando una sociedad vive entre dos extremos, el uno audaz –que adelanta, y el otro tenaz – que no camina, no se puede ser oportuno para todos. El que alienta a aquellos, lastima a éstos”.

Quienes acusan a la Revolución Bolivariana, a contrapelo de las pruebas en sentido contrario, deben saber que sociedad autoritaria fue las que ellos sustentaron durante toda su vida y la que estarían prontos a establecer en Venezuela, porque según Martí “sociedad autoritaria es por supuesto aquella basada en el concepto sincero o fingido, de la desigualdad humana, en la que se exige el cumplimiento de los deberes sociales a aquellos a quienes se niegan los derechos, en beneficio principal del poder y placer de los que se los niegan: mero resto del estado bárbaro”. Contra esa sociedad autoritaria e impuesta durante siglos se levantó la Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez, para atajarles el camino del retorno se propuso la Reforma Constitucional. Ahora se trata de impedir el retorno en cualquier otro momento y por la vía eleccionaria escogida para dirimir esta contienda entre el bando que se propone adelantar hacia un futuro promisorio y el bando tenaz que no camina y procura el retroceso al pasado.

El proceso electoral recién finalizado en Venezuela y sus resultados, no tuvo como contendientes políticos sólo a las fuerzas políticas de uno u otro signo en Venezuela. Influencias propagandistas y financieras extranjeras de gran consideración estuvieron presentes como aliadas de la oposición. Al pueblo venezolano se le debe reiterar en estos momentos que a “Venezuela, como a toda nuestra América, a nuestra América desinteresada, la hemos de querer y de admirar sin límites, porque la sangre que dio por conquistar la libertad ha continuado dándola por conservarla.”

En esta hora como en todas las horas “se ha de vivir abrazado a la verdad”. Tener en cuenta que “el Sol sigue alumbrando los ámbitos del cielo, y la verdad continúa incólume su marcha por la tierra.”


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Wilkie Delgado Correa


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