Deporte Popular y Deporte de Élite: Patrimonio de los Ciudadanos o Pasatiempo para los Privilegiados

El deporte se ha convertido en la actualidad en un tema global y sobre él se hacen múltiples consideraciones. Científicos, intelectuales, periodistas, técnicos, políticos, eclesiásticos y el público en general opinan con profusión y hasta con pasión sobre el deporte. Sin embargo, es posible constatar que en el país, a pesar de su trascendencia social, éste carece de análisis pertinentes, siendo más evidente en los estudios sobre las implicaciones políticas, económicas y sociales del mismo.

La actividad física deportiva es considerada como un fenómeno que está históricamente condicionada; de allí que su contenido y objetivos, tareas, formas de organización y métodos de utilización están subordinados a las leyes generales del desarrollo social y dependen en su totalidad (es el modo de producción dominante el que impone su hegemonía) del carácter de las relaciones sociales. Cabe destacar aquí que el deporte tuvo un nacimiento profundamente clasista, en virtud de las circunstancias económicas y sociales en las que se produce, las cuales lo hacían limitado a sectores ligados a las esferas de poder político, religioso y militar. Para la mayoría de la población, los sectores modestos, el deporte era prácticamente inaccesible. Sobre este particular Cazorla, comenta que: “...se llegó al deporte como resultado de las condiciones sociales, económicas y políticas de aquellas épocas, en ningún caso por las características intrínsecas del fenómeno deportivo, valor llamado a ser disfrutado por todos los integrantes de la comunidad...”.

Cada momento histórico representa un sistema de relaciones coherentes, de manera tal que cada práctica deportiva considerada competitiva está perfectamente insertada en el tejido social a que pertenece, es así como en la actualidad, una gran cantidad de deportes han dejado de ser algo exclusivo para una élite social y pasaron a ser parte de la cotidiano del modo de vida de los pueblos. Sin embargo, otras actividades deportivas siguen en manos de estos grupos sociales (aristocracia) y su práctica se dificulta para la población, entre los que destacan: golf, automovilismo, equitación, tenis de campo, entre otros. Por supuesto la conquista de los llamados deportes “populares” o de “masas” fueron parte de las luchas y reivindicaciones de los trabajadores por una disminución (entre 10 a 12 horas de trabajo) de las jornadas laborales y un tiempo libre (gracias al desarrollo de las fuerzas productivas) mayor para el ocio productivo. Brohm sostiene que “…aparece entonces el deporte como un medio privilegiado de recuperación, distracción y cultura…”

En esta parte introductoria he querido contrastar las diferencias sociales y políticas entre lo que era un deporte élite cultivado por una clase dominante y el deporte popular, conquistado y practicado por la clase dominada con mucho esfuerzo y sacrificio. En esta parte final, nos centraremos en las diversas formas y vertientes del deporte moderno; es así como nos encontramos con un elemento que marca la pauta, que es el nivel de competencia, el cual genera una especie de “pirámide jerarquizada”, de diferentes tipos de competición, donde la base está representada por la gran masa de practicantes del deporte y la cima constituida por aquellos (una minoría de atletas) que se ubican en la alta competencia, también llamada élite deportiva por el alto nivel de perfeccionamiento alcanzado, y considerados por algunos como el elemento constitutivo del todo el sistema deportivo. En un comienzo esa idea de estructura piramidal para el deporte fue insinuada por el aristocrático barón Coubertin, el mismo sugería que “hacía falta que 100 personas hicieran ejercicios físicos para que 50 llegaran a hacer deporte, y eran necesario 20 especialistas para alcanzar 5 récords”.Por supuesto esas ideas han sido superadas ampliamente por todos los avances de las ciencias aplicadas al deporte de alta competencia.

Es necesario destacar además, que a pesar de las diferencias, que son marcadas entre uno y otro, el deporte contemporáneo no deja de ser una unidad en cuanto al tipo de actividad, su reglamentación, la competitividad y el carácter de masas y su tendencia a las marcas máximas. Como se sabe, a medida que el deporte se va desarrollando tiene lugar la diferenciación de sus distintas funciones sociales y de las tendencias del movimiento deportivo correspondiente a ellas. Para entender mejor lo antes expuesto, es necesario adentrarse en las diferencias entre dos facetas del deporte, el deporte popular y el deporte élite

Para Campos, “…el deporte popular agrupa cualquier actividad física deportiva, realizada de manera voluntaria, con el fin fundamental de recreo, mantenimiento, diversión, pasatiempo, placer, etc., dentro de lo que se denomina tiempo libre. Es el que desarrollan aquellos individuos que han adquirido el hábito y el gusto por el movimiento físico deportivo.” “El deporte de élite o de rendimiento es aquel que busca el campeón, la marca, la medalla y el resultado. Implica selección de deportistas, así como unos planes especiales de formación, que necesitan de medios de apoyo (ciencias aplicadas). Por las características especiales que se le exigen a los deportistas, su etapa de alto rendimiento suele ser breve, el entrenamiento imprescindible, obliga a ocupar un mínimo de dos a seis horas diarias, según la fase y especialidad…”

Se puede decir que de las diferencias entre uno y otro deporte se visualizan en que el deporte élite se persigue: búsqueda de la marca, el prestigio y el ascenso social; esta reglamentada la competencia; influye la edad y el género; lo practica gente sana, un entrenamiento planificado científicamente; detección y selección del talento con aptitudes especificas para el deporte. Por su parte, el deporte popular se caracteriza por la búsqueda del placer, alegría, socialización, salud física y mental; ejercicio espontáneo; practica libre e independiente de la institución deportiva; no impone limite de edad ni de género; es deporte para todos con predominio de lo lúdico sobre lo competitivo. En cuanto a las relaciones que se pueden establecer entre estas dos modalidades del deporte, es importante señalar que éstas tienen que ver con la ubicación que se le atribuyen en la pirámide deportiva antes mencionada.

Dentro de estas perspectivas, es significativo resaltar las controversias que existen entre deporte popular y élite; en lo que se refiere a que una amplia base de deportistas puede ser un buen caldo de cultivo para el deporte de marcas. Las elites que surgen al azar en los países con escaso desarrollo del deporte de masas son muy fugaces y difícilmente son sustituibles, es decir, son individualidades no representativas del nivel deportivo de la nación. En contraposición, en aquellos países que tienen una práctica masiva del deporte, sus elites cambian con fluidez, sin que se generen vacíos por el declinar de sus campeones

Si bien es cierto que esto se cumple en la mayoría de los países subdesarrollados con una escasa promoción deportiva, no necesariamente es una regla. El elemento cuantitativo es importante, sin embargo, existen países que con menos población pueden mantener un elevado número de atletas del más alto grado de competencia a nivel mundial. ¿Qué marca entonces la diferencia? ¿Qué elementos básicos garantizan hoy el surgimiento y mantenimiento de los plusmarquistas?

Evidentemente, al unísono con las adecuadas políticas deportivas y el fenómeno del deporte popular, que permita el libre acceso de todos los ciudadanos a estas actividades, es la tecnificación, la selección científica la que hoy genera la alta competencia. No debe olvidarse que día a día los niveles de exigencia aumentan. Los tiempos y distancias agenciados en las primeras olimpiadas por los mejores de la época, hoy son alcanzados por los noveles atletas y superados con creces por los plusmarquistas actuales.

Se puede sostener que entre los practicantes de base (deporte de masas) se seleccionan los talentos, pero de allí a la alta competencia existe una enorme distancia. El joven sobresaliente se formará en centros especializados, al margen de la estructura deportiva de base. De allí que se le llame, con buena o mala intención, “Atletas de Laboratorio”. Cazorla señala, que”… un campeón mundial, no es ya el resultado natural por selección de una masa de practicantes. Es un producto artificial de la técnica y las ciencias aplicadas a un superdotado .Los candidatos para el deporte de competición se eligen meticulosamente desde los primeros años infantiles, por grupos de especialistas. El camino que lleva a la victoria no pasa ya por el método de ensayo y fracaso, sino por un máximo probabilidades y de pronósticos científicos. En todo caso lo que debe garantizarse es el derecho de todo deportista de acceder a la alta competencia, siempre que sus actitudes y su voluntad así lo exijan...”

El deporte popular tiene la obligación de rebasar las estructuras clásicas de deporte jerarquizado, heredado de la concepción aristocrática, incapaces de comprender los requerimientos del deporte en tiempos de revolución. Los protagonistas de este deporte tienen mucho que decir de este componente, están en el deber de buscar ser oídos más allá del andamiaje oficial, ya que la política deportiva no se asienta en la base de la pirámide, quedando relegada de sus aspiraciones, al ver como el vértice de la pirámide recibe todas las atenciones y presupuestos, por lo que pareciera que cuando menos hay que dedicar más atención a la base, en aras de intentar revertir este panorama. El deporte elite con un crecimiento desproporcionado y anárquico, tiene que ir dando paso al deporte de todos, como bien los comenta Cajigal”…todo el mundo puede hacer deporte, hasta el más débil. Todo el mudo debe hacer deporte. Es ya, simplemente cuestión de higiene...”. Se trata de una política de creación y explosión de pequeños consejos comunales deportivos que desborden las arcaicas y anacrónicas estructuras que no fueron capaces de atender a todos los sectores de la sociedad, sobre todo los más desasistidos. Este deporte tiene el desafío de abrir nuevos caminos al hombre nuevo del siglo XXI en su vida cotidiana, debe auxiliar proveyéndole una mayor salud, que lo aparte del ocio pasivo y lo ayude a organizarse dentro de su comuna, en pro de su bienestar físico y mental. Contribuyendo además con la abolición progresiva de la discriminación y la existencia de deportes reservados a una elite social y deportiva, el deporte popular conlleva en si el patrimonio de todos los ciudadanos.

Quiero finalizar este pequeño esfuerzo con las palabras de un gran compañero entrañable, que me inculcó esta preocupación sociológica por el deporte. Se trata de compañero Luís Castro Leiva.”… ninguna otra actividad social organizada se nos revela como tan democrática. Por eso todo lo que sobre ella hagamos para analizarla, criticarla y poner a disposición de nuestro consumo social puede redundar en beneficio de nuestra libertad moral y por ella política. El deporte es, como lo fue, una actividad artística, una que hace accesible la práctica más democrática de la virtud, siempre que se piense en ello…” a ti amigo, dedico este ensayo.


Patria, socialismo o muerte…. ¡Venceremos!

*Antropólogo-Sociólogo UCV

Email: pedro_garciaa@yahoo.es


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Pedro García Avendaño*


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