Resumen del libro de Diego Fusaro, Karl Marx y la Esclavitud, editorial SND, Madrid, 2023. 312 páginas. Traducción, edición y prólogo de Carlos X. Blanco.
Introducción general
El ensayo de Diego Fusaro, editado por Carlos X. Blanco, constituye una investigación profunda sobre la interpretación marxiana de la esclavitud, no como una institución histórica superada, sino como una constante estructural que adopta nuevas formas en cada época, especialmente en la modernidad capitalista bajo la figura de la "esclavitud asalariada" (Lohnsklaverei).
El texto incluye dos grandes partes. La primera parte desarrolla una filosofía antihegeliana de la historia, donde Marx invierte la visión hegeliana del progreso hacia la libertad, mostrando la continuidad de la explotación. La segunda parte realiza una fenomenología comparada entre el esclavo antiguo y el esclavo asalariado moderno, desglosando diferencias formales y similitudes materiales.
El núcleo de la tesis de Fusaro es que para Marx, toda la obra crítica a partir de 1844 es, en esencia, un tratado sobre la esclavitud, entendida como la explotación del trabajo ajeno no remunerado, que es el sustrato invariante de toda sociedad dividida en clases.
Parte I: Una filosofía antihegeliana de la historia
1.1. El descubrimiento de la sociedad civil como negación de la libertad
Fusaro sitúa el punto de inflexión en el pensamiento de Marx en 1844, con su encuentro con el proletariado parisino y la redacción de La Sagrada Familia. Antes de esto, en Sobre la cuestión judía, Marx analizaba la dicotomía entre la libertad política abstracta (el "cielo" del Estado) y la desigualdad social concreta (la "tierra" de la sociedad civil). Sin embargo, aún no identificaba esta desigualdad como esclavitud.
El contacto con el proletariado le permite a Marx ver más allá: la libertad política no solo coexiste con la desigualdad social, sino con una verdadera esclavitud social. En La Sagrada Familia acuña la fórmula "esclavitud de la sociedad civil" (das Sklaventum der bürgerlichen Gesellschaft). Esta esclavitud es peculiar porque se esconde tras la máscara de la máxima libertad: la independencia aparente del individuo que cree ser libre al enajenar sus fuerzas vitales (propiedad, industria, religión), cuando en realidad está realizando su servidumbre e inhumanidad.
El proletariado es descubierto como la "clase con cadenas radicales", que sufre una injusticia estructural (Unrecht schlechthin) y representa la "pérdida total del hombre". Así, Marx establece una analogía directa entre el mundo antiguo y el moderno: el reconocimiento de los derechos humanos en el Estado moderno equivale funcionalmente al reconocimiento de la esclavitud en el Estado antiguo. La libertad política hace posible y legitima la esclavitud económica.
1.2. La dialéctica señor-siervo y la prehistoria de la humanidad
Fusaro contrasta la filosofía de la historia de Hegel con la de Marx.
En Hegel: La historia es el progreso del Espíritu hacia la conciencia de la libertad, que se realiza plenamente en la modernidad (el mundo germano-cristiano). La esclavitud es un momento superado, propio de la antigüedad. La dialéctica del señor y el siervo se resuelve en la liberación por el pensamiento (estoicismo, escepticismo, cristianismo). La libertad moderna es una "libertad en situación" que se realiza en la identificación con el Estado racional. El trabajador, al vender su fuerza de trabajo por tiempo limitado, es un sujeto libre, no un siervo.
En Marx: La historia no ha comenzado realmente; estamos aún en la "prehistoria de la humanidad", marcada por el choque incesante entre clases opresoras y oprimidas. La modernidad no es la era de la libertad realizada, sino una nueva etapa en la manifestación de la esclavitud. Lo que impulsa la historia no es el Espíritu, sino el "lado malo" (schlechte Seite): el conflicto, la violencia, la explotación. La famosa inversión de la dialéctica hegeliana ("ponerla sobre sus pies") implica, en la práctica, ver la historia como el teatro de la lucha de clases, donde la libertad de una clase se basa en el sometimiento de otra.
Para Marx, la continuidad histórica reside en que en todas las épocas, la clase dominante vive del "trabajo excedente" extorsionado a los productores directos. Lo único que varía es la forma en que se extrae este trabajo excedente. En todas las formas históricas (esclava, servil, asalariada), el trabajo se presenta como "repulsivo", como "trabajo externo coercitivo".
1.3. El "lado malo de la historia": el desarrollo de la esclavitud moderna
Marx elabora una filosofía de la historia "futurocéntrica". El presente capitalista no es racional (contra Hegel), sino que está plagado de contradicciones que proyectan su superación hacia el futuro comunista.
La gran novedad de la modernidad es que simplifica los antagonismos de clase:
1. Reduce el conflicto a dos grandes bloques antagónicos y frontalmente opuestos: burguesía y proletariado.
2. Despoja a la explotación de sus velos religiosos y políticos, haciéndola abierta, descarada, directa y árida. La esclavitud ya no necesita de la sanción legal o política; sobrevive de forma pura en el terreno económico de la sociedad civil.
Por lo tanto, hay continuidad (no ruptura) entre el pasado y el presente. La esclavitud no ha desaparecido, sino que ha cambiado de forma, volviéndose más elusiva al coexistir con la libertad política formal. La sociedad burguesa es la clave para entender las sociedades pasadas ("la anatomía del hombre es la clave para la anatomía del mono").
Esta continuidad se expresa en una "alianza metahistórica" entre los oprimidos de todas las épocas. El proletariado es el heredero de las esperanzas y desesperaciones de los esclavos y siervos, y su misión, siguiendo a Walter Benjamin, es no solo emanciparse a sí mismo, sino "redimir la historia en su totalidad", arrancando la tradición del conformismo de las clases dominantes.
Engels ofrece la formulación más clara de esta filosofía de la historia: "La esclavitud es la primera forma de explotación (…) le sigue la servidumbre en la Edad Media y el trabajo asalariado en la época moderna. Estas son las tres grandes formas de servidumbre (…) la esclavitud, primero abierta y luego disfrazada, las acompaña siempre".
Para Marx, el error de la economía política clásica y del liberalismo (incluido Hegel) es creer que la esclavitud es ante todo una categoría política. Marx demuestra que es ante todo una categoría económica. Abolirla solo políticamente (como hizo la Revolución Francesa) permite que sobreviva económicamente. Esa es la esencia de la esclavitud asalariada.
Parte II: Una fenomenología de la esclavitud: el esclavo antiguo y el esclavo asalariado
2.1. Diferencias y puntos en común en el discurso de Marx
A primera vista, las figuras son antitéticas:
Esclavo antiguo: Es una mercancía, vendido de una vez por todas. Es propiedad de un individuo (el amo). Su trabajo no es su mercancía; él mismo lo es.
Asalariado moderno: Es formalmente libre. Vende su fuerza de trabajo "pieza a pieza", por horas o días. Celebra un contrato con el capitalista.
Sin embargo, Marx va más allá de esta apariencia:
1. Libertad ilusoria: El trabajador puede abandonar a un capitalista, pero no puede abandonar a la clase capitalista, dueña monopólica de los medios de producción. Su única alternativa a venderse es la muerte por inanición. Por tanto, su libertad es puramente formal.
2. Venta continua versus venta definitiva: El esclavo es objeto de un intercambio (lo venden). El asalariado es sujeto de un intercambio (se vende a sí mismo), pero obligado por la necesidad económica. La frontera es delgada: si el trabajador vendiera su fuerza de trabajo de por vida, "la esclavitud se restablecería repentinamente".
3. El mito del intercambio justo: La economía política clásica ve un intercambio equitativo: salario por trabajo. Marx desmonta esto:
En la esclavitud, parece que todo el trabajo es no remunerado. Pero en realidad, parte de la jornada (el trabajo necesario) reproduce la vida del esclavo; el resto (plus trabajo) va al amo.
En el asalariado, parece que todo el trabajo es remunerado (a través del salario). Pero en realidad, el salario solo paga el trabajo necesario; el plus trabajo (plusvalía) es apropiado gratuitamente por el capitalista.
En la servidumbre, esta división es visible en tiempo y espacio (días trabajados para el señor y días para sí).
La "forma fenoménica" en el capitalismo (el contrato y el dinero) invierte y oculta la relación real de explotación.
La conclusión de Marx es que, en el fondo, "el esclavo, el siervo, el asalariado reciben una cantidad de alimento que les permite existir como esclavo, siervo, asalariado". La sustancia (la explotación del trabajo excedente) es la misma; solo cambia la forma.
2.2. La contribución de Engels
Engels, en La situación de la clase obrera en Inglaterra, proporciona una confirmación empírica y visceral de la tesis de Marx. Describe la miseria, el hacinamiento y la degradación del proletariado inglés, mostrando cómo la "esclavitud en la que la burguesía mantiene encadenado al proletariado" aparece con mayor claridad en el sistema fabril.
Engels insiste en la "esclavitud de iure y de facto" del trabajador. La burguesía, protegida por el Estado, tiene el monopolio de los medios de subsistencia. El trabajador firma "libremente" un contrato, pero la alternativa es la muerte. Su análisis revela la doble ciudadanía: en el cielo de la política, es libre; en la tierra de la sociedad civil, es un esclavo.
Una divergencia sutil con Marx es que Engels tiende a ver la condición del asalariado como peor que la del esclavo antiguo. El esclavo tenía su existencia asegurada por el interés del amo (era una inversión de capital). El proletario, en cambio, es un "esclavo desechable", que puede ser despedido y abandonado a la hambruna en cualquier momento, sin que el capitalista pierda una inversión directa. Para Engels, los "hombres libres añoran la esclavitud del pasado". Marx, más cauto, ve la condición del proletariado como un estadio superior (aunque explotado) por su potencial revolucionario.
2.3. Esclavo antiguo y esclavo asalariado: más allá de Marx
Fusaro profundiza en distinciones más matizadas extraídas de los Grundrisse y El Capital:
Naturaleza de la coerción:
Antigüedad: Coerción extraeconómica, personal y jurídica. El esclavo es un instrumentum vocale, una posesión. La explotación se basa en relaciones de dependencia personal directas.
Capitalismo: Coerción económica, impersonal y social. El trabajador no depende de una persona, sino de la "cosa" (el capital, las relaciones sociales objetivadas). Es una "independencia personal fundada en la dependencia material". La dominación no la ejerce una persona por sus cualidades, sino el capital como relación social.
Conciencia de clase y potencial revolucionario: Aquí radica una diferencia crucial.
Esclavo antiguo: Para Marx (especialmente en su etapa madura), los esclavos no constituían una clase "para sí". Eran el "pedestal meramente pasivo" de la sociedad. Sus revueltas (como la de Espartaco) eran fugas o rebeliones, no revoluciones que aspiraran a cambiar el modo de producción. Carecían de conciencia de clase.
Proletariado moderno: Es una clase "en sí" y potencialmente "para sí". Por primera vez en la historia, el antagonismo de clase es puramente económico y frontal, lo que permite una clara conciencia de la explotación. El proletariado, al emanciparse, puede emancipar a toda la sociedad. Es una clase "intermodal" capaz de superar el modo de producción capitalista e iniciar la verdadera historia humana.
Universalidad: La esclavitud asalariada es un fenómeno tendencialmente mundial, a diferencia de los modos de producción anteriores, limitados geográficamente. El proletariado es una figura universal.
Valor para el explotador: El esclavo era una inversión costosa; su muerte o fuga era una pérdida capital. El asalariado es "desechable"; su muerte puede ser compensada inmediatamente por el "ejército industrial de reserva". Esto lleva a un desprecio absoluto por la vida del trabajador.
2.4. ¿Esclavitud intermitente? El ocio y las necesidades del trabajador
Una aparente diferencia es la temporalidad de la esclavitud:
Esclavo antiguo: Sujeción total, las 24 horas del día. No tiene tiempo libre propiamente dicho.
Asalariado: Esclavitud "intermitente", limitada a la jornada laboral. Fuera de la fábrica, "se pertenece a sí mismo" y puede usar su salario para satisfacer necesidades.
Sin embargo, Marx matiza esto:
1. El tiempo libre del trabajador es, en gran medida, tiempo de reproducción de su fuerza de trabajo para volver a venderse al día siguiente.
2. El salario le permite elegir cómo satisfacer sus necesidades (no solo naturales, sino también socialmente determinadas), pero esto no elimina su dependencia estructural. Su "libertad" en el consumo sigue estando enmarcada por su condición de vendedor de fuerza de trabajo.
3. En última instancia, la necesidad económica lo obliga a regresar una y otra vez a la "esclavitud intermitente", que se vuelve perpetua.
Conclusión general (implícita en el análisis)
El recorrido de Fusaro demuestra que para Marx, la "esclavitud asalariada" no es una metáfora retórica, sino un concepto científico arraigado en una filosofía de la historia materialista. Este concepto:
1. Desenmascara la modernidad: Muestra que la libertad proclamada es formal y encubre una explotación real no menos dura que la esclavitud antigua, aunque más elusiva.
2. Establece la continuidad histórica: Revela un sustrato invariante de explotación del trabajo excedente que une a esclavos, siervos y asalariados en una "alianza metahistórica" de los oprimidos.
3. Explica la especificidad del capitalismo: La esclavitud aquí es puramente económica, impersonal y mediada por el contrato y el intercambio de equivalentes (que es una apariencia). Requiere de la libertad política formal para existir.
4. Fundamenta la misión revolucionaria del proletariado: Al ser la primera clase explotada que es formalmente libre y cuyo antagonismo es puramente económico, el proletariado puede alcanzar conciencia de clase y erigirse como el sujeto histórico destinado a abolir toda forma de esclavitud, redimiendo así el pasado e inaugurando la verdadera historia humana.
La obra de Fusaro es, por tanto, una reivindicación de la vigencia del análisis marxiano para interpretar las formas contemporáneas de explotación, invitando a "rozar la historia" contra el conformismo y a pensar la emancipación desde la perspectiva de los vencidos de todos los tiempos.
Información sobre el libro:
https://www.sndeditores.com/libro/karl-marx-y-la-esclavitud_146925/
Entrevista de Carlos X. Blanco sobre el libro:
Prólogo de Carlos X. Blanco sobre el libro:
https://www.sndeditores.com/media/sndeditores/files/sample-146925.pdf