Un Presidente que se despoja de su alta función para presentarse en una elección, no es cualquier pendejada …

 

  1. En la época actual es más difícil hacer una revolución que en el siglo XIX. En aquella época, aunque ya existían los medios de comunicación, éstos no eran capaces de torcer de tal modo la realidad como actualmente sucede, cambiar la opinión pública al extremo de hacer justo y necesario el exterminio de millones de seres humanos. Es decir, para preparar genocidios a gran escala, masacres bestiales en nombre de la defensa de un territorio y también de los derechos básicos. Algo que sucedió en los casos de Gadafi (Libia) y de Sadam Husseín (Irak), y actualmente en Gaza.

  2. No puede hacerse una comparación entre Chávez y Bolívar sino desde el punto de vista humano y político, teniendo en cuenta las diferencias de época y circunstancias que a cada uno de estos héroes, le correspondió afrontar. Como coincidencias básicas cabe mencionar que ambos vieron el peligro de la división de los pueblos por parte de los imperios para así mantenerlos eternamente esclavizados. Ambos amaron con devoción sincera a su país y ambos tuvieron que soportar la misma clase de enemigos, de verdugos: Los oligarcas. Bolívar fue un visionario, pero no podía él mismo, lo dijo muchas veces, variar la naturaleza débil de los hombres. Fracasó porque fue demasiado ambicioso y elevado en sus ideas y acciones para la gente de su tiempo. Le sobraba valor, pero le faltaban recursos humanos. Chávez fue otro empecinado soñador, tratando de sacar del marasmo a una Nación como la nuestra, tarea sino de dioses, y el enemigo siempre ha contado con un arma muy poderosa, los medios de comunicación, que expanden la confusión, la mentira, el engaño. Pero Chávez sufrió como pocos dirigentes en el mundo de la traición de muchos que le acompañaron en el ejercicio de su mando.

  3. Bolívar también fue víctima de los medios de comunicación de su tiempo. La prensa ha sido por naturaleza reaccionaria, no por los periodistas que como hormigas buscan la información, sino por sus dueños. Pero nada comparable con lo que tuvo que enfrentar Chávez, declarado asesino, narcotraficante, coaligado con la guerrilla colombiana, torturador, violador y agresivo con su esposa. Siendo, que ni un santo hubiera asumido su papel para no parecer tirano en nada: el suyo, fue el único gobierno que hizo frente al problema de la tierra, saldando la inmensa deuda social pagando prestaciones relegadas y olvidadas por gobiernos del pasado; elevando los sueldos de modo que los nuestros eran los mejores de América Latina. Atendiendo reclamos, reivindicaciones y requerimientos de la clase obrera y media como ningún otro gobernante; que asumió el desafío de relegitimarse por un referendo y también por un referendo aprobar la Constitución. Un Presidente se despoja de su alta función para ir a una elección luego de aprobarse esa Constitución; que procura hacer una elección por la base en una podrida CTV que nunca lo había hecho.

  4. Pero ocurría un fenómeno que ni los psiquiatras podrían explicar. ¿Cómo fue que canallas y malandros, de repente comenzaron a ser adorados por millones de venezolanos? Los medios, lograron torcerle de manera brutal la mente a gran parte del pueblo. ¿Quién podía imaginarse que los medios iban a ser capaces de revivir y de convertir en casi dioses a miserables delincuentes como Federico Ramírez León, a Carlos Ortega, Omar Marín y Alfredo Ramos, a Martha Colomina, Américo Martín, Pastor Heydra, Ixora Rojas, Antonio Ledezma, Liliana Hernández, hasta a aquél Simón Alcántara, quien allanó y ordeno la clausura del diario "El Nacional" en 1992. Entonces venimos a descubrir, de qué modo se tiende a olvidar con facilidad el pasado, y eso lo consiguen los medios de comunicación, poniendo de relieve falsedades. Tratando de mostrar el presente como horrible, a la vez que tendiendo un velo sobre lo que estuvimos padeciendo durante siglos, para de ese modo propiciar la angustia, la desesperanza, la inestabilidad y el horror.

  5. Ya nunca más, por ejemplo, nuestros medios de comunicación dirigieron sus miradas hacia el estado de caos que vivíamos, de compras nerviosas, de crisis financieras, de asesinatos de estudiantes en las calles venezolanas que eran el pan diario de cada día. De eso jamás volvieron a acordarse, sino explotar el remanente de aquel mal horrible heredado de tantas injusticias y presentarlo como propio y natural del gobierno de Chávez. Ni por asomo fueron capaces de reconocer que la economía estaba mejorando en un ciento por ciento comparado, por ejemplo, con lo que vivimos bajo el gobierno de don Rafael Caldera. Que se habían acabado las compras nerviosas, que ya no se mataba en las calles a la gente para quitarles un par de zapatos; que yo se asesinaban estudiantes por causa de la represión policial, como ocurría en Mérida cada año. Que, insistimos, se había pagado una inmensa deuda social, que los sueldos de maestros y profesores, médicos y empleados en general se habían incrementado en un ciento cincuenta por ciento, conteniendo una inflación que se los tragaba como solía ocurrir en el pasado. Que de inmediato comenzó a hacérsele frente al estado angustioso de la miseria con planes y programas que dieran techos y tierras a los pobres, que se les asistiera en sus necesidades básicas. Ese fue el mismo espíritu de Bolívar que en ese momento estaba recorriendo a Venezuela: Esa fue la nueva imagen de su alma, de su dolor, renaciendo para unirse con los pobres y sacarlos de sus penurias, del abandono, del descuido en que lo tenían los gobiernos desde que muriera el Libertador.

  6. Y todo esto, por supuesto, ofendía terriblemente a EE UU, y a través de los dueños de los medios de comunicación se planteó una guerra cognitiva atroz, y entonces, así como en Bogotá llamaban a Bolívar "Longaniza" o "El loco de las malditas correrías" (sobre todo por parte de Santander) comenzaron a correr las ofensas sobre todo por los poderosos medios de Occidente, todo tipo de mentiras contra la patria de Bolívar diciendo que aquí nos gobernaba un tirano, un loco, un narcotraficante, un terrorista.

  7. Aquí la gran batalla tiene que ser por la verdad, porque, los medios cumplen en estos tiempos una criminal y miserable misión: proteger a los poderosos, a los imperios, a los intereses de las transnacionales. Su fin es procurar confundir bellacamente al ciudadano, creando una sensación de confusión, de alarma general y de falta de rumbo en cualquier gobierno que no se acople a los mandatos de Washington. Cada noticia que se magnifica se hace con un interés perverso. En nombre de la libertad de expresión se inventa a mansalva, se despelleja a ciertas honorables personalidades, se le somete al escarnio público, hasta conseguir su derrumbe total; con esta argucia se procuró humillar y desmoralizar a nuestras Fuerzas Armadas, diciéndoles que estaban sometidas a un tirano, y que sus generales eran unas gallinas, y hasta llegó a enviárseles a sus casas bragas (pantaletas1). Acciones apoyadas por la OEA y la embajada norteamericana en Venezuela, siendo éstos actos mil veces más criminales que los ejecutados el 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, porque en nombre de la libertad tiene apoyo de transnacionales y de los más grandes estados capitalistas.

  8. Estos miserables actos de inventos y de bazofias politiqueras también tuvo que soportarlos en carne propia en Libertador. Pero quizás la función más criminal de los medios de comunicación sea la procurar crear fisuras entre las personas que conforman los equipos de gobierno. Exactamente lo que hacen esas revistas frívolas del corazón, faranduleras, que por motivos de rumores, chismes, falsedades e intrigas monstruosas, destrozan la intimidad de las personas, incentivan el recelo y la envidia, destruyen hogares y matrimonios por el sólo hecho de avivar los sentimientos más bajos, y sobre todo, siendo parte de un amarillismo también, para sacar provechos materiales y vender sus inmundas patrañas. De esa manera se enriqueció vilmente, por ejemplo, el dueño de la Cadena Capriles, Miguel Ángel Capriles.

  9. Lo que no se perdonaba a Chávez era el que hubiese retomando las funciones de nuestros ejércitos al lado del pueblo. Aquí teníamos un ejército totalmente desligado de las masas populares, un ejército que desde que murió el Libertador estaba sólo para proteger a los grandes capitales internacionales, a los nefastos caudillos de los partidos políticos y también, sólo para salir a echarle plomo a los estudiantes, para contener a los hambrientos y a los sin techo. Es decir, un ejército que fuese el brazo armado de la oligarquía nacional, y eso aquí Chávez lo acabó.

 

1 Esta fue una idea del imbécil profesor Pablo Aure, de la Universidad de Carabobo.

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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