Desde que Cristóbal Colón pisara estas tierras, más que el control por las armas sobre nuestros pueblos, por el que de hecho se impusieron, occidente se empeñó en desarrollar toda una abominable estructura colonizadora de nuestro pensamiento, con el único fin de borrar todo rastro de la cultura indígena. Y es por ello, por lo que aún estamos obligados a vivir en un permanente proceso de descolonización de las ideologías racistas, opresivas y esclavistas que Occidente implantó en América…
El relato de occidente pretendió presentarnos a Colón como predestinado a "DESCUBRIRNOS", como una especie de profeta o santo, y lo primero que nos enseñaban en la escuela era el cuento de las tres carabelas que nos "descubrieron" (que de niño mentaban con justicia "calaveras") el 12 de octubre de 1942. La religión cristiana a partir de aquel funesto descubrimiento puso su parte describiéndonos a Colón como un pordiosero que obraba por la fuerza de un misterio inmenso, poseído de una gran tenacidad y confianza en sí mismo; de tipo misional (Cristo ferens: el que lleva a Cristo); insistiendo que la piedad era el centro de su carácter.
En realidad, se trataba de todo un gran plan: el primer gran paso para un colonialismo religioso soterrado del imperio europeo, con todos los visos racistas, para posteriormente proceder a legitimar el despojo de nuestro continente y todo, a favor de una industrialización del Norte global que nos mantendría a los del Sur, eternamente colonizados.
El referido navegante se presentó ante los Reyes Católicos como un mensajero de Dios asegurándoles que Éste le ha abierto el entendimiento para ir a las Indias,... "La Santísima Trinidad movió a Vuestras Altezas a la empresa de las Indias, y por su infinita bondad me hizo a mí mensajero de ello...", les contó aquel canalla. El destino colocó a este miserable en dirección al Paraíso que encontró, con el único fin de convertirlo en el Infierno de un extractivismo minero que arrasó con millones de seres en nuestro continente... esa es mi otra visión de Watunna, la obra de Jean Marc De Civrieux. Para tal fin, toda la actividad conquistadora se fundamentó en la racialización del territorio, que respondía en todo momento al control y destrucción de las comunidades indígenas, siempre con un plan, que en palabras del investigador mejicano Gilberto López y Rivas consiste en un permanente proceso de colonización bajo la modalidad de la acumulación militarizada y delincuencial, en el contexto de un terrorismo global de Estado.
Por lo tanto, también hay que rechazar esa defensa que ahora se hace de las comunidades indígenas en nombre de un supuesto ecologismo, mirándolos como buenos salvajes que protegen el ambiente, colándose así, a la vez, una supuesta lucha anticolonial y sosteniendo que hay que protegerlos para beneficio, por ejemplo, del turismo y para que los indios se ganen la vida, mostrándose y vendiendo sus artesanías. Siempre teniendo en cuenta que el capitalismo históricamente, se sustenta sobre el racismo.
Para mí, toda Watunna, lo veo, se palpa, es un doloroso grito y a la vez un canto por la vida.