Una relación simbiótica: el nuevo aire entre empresarios y gobierno de Venezuela
Los días en que había enfrentamientos entre empresarios y el gobierno venezolano, quedaron atrás. Actualmente, existe una relación simbiótica, en medio de las circunstancias actuales que atraviesa el país en materia política, económica y geopolítica. Además, hay condiciones muy distintas a la época que vivieron los venezolanos entre 2015 y 2018. En algunos pasillos, los rumores y cotilleo sobre controles de precios y nueva hiperinflación, fundamentados en lo que ocurre con las sanciones petroleras, se desatan en medio de dos narrativas.
La primera obedece a sectores anti gobierno que estimulan matrices de opinión que apuntan a que la escasez de bienes y servicios y una supuesta nueva etapa de hiperinflación, llegarán como una nueva oportunidad para que, a través de la desestabilización, se produzca un cambio de gobierno, que por la vía política no lograron en 26 años.
La segunda, es parte de una ortodoxia pro oficialista, que mantiene un discurso anti empresas y anti sector privado, que llega en momentos en que esos sectores requieren levantar la moral en la militancia. Entonces los anuncios de supuestos controles de precios, circulan en redes sociales, instigados por cada lado a su conveniencia.
El error y el golpe de timón
Todo parte de la intervención de una red de operadores del mercado paralelo de dólares en Venezuela. La cual arrojó una ola de detenciones, cierre de aplicaciones y suspensión de intercambios centralizados. Se trata de un movimiento que complementa el que ya había hecho el Banco Central de Venezuela (BCV) en septiembre de 2024, que fue el de cambiar el modelo de dólar anclado, al de minidevaluaciones diarias, previendo el cambio de gobierno en Estados Unidos, en noviembre del año pasado. Eso les ayudó a descontar la incertidumbre de lo que ocurriría con las licencias petroleras, basadas en la experiencia de 2020.
En el año 2018, mientras los sectores de oposición, decidieron abstenerse y no participar en las elecciones presidenciales, en medio de la peor hiperinflación jamás vista, le concedieron al gobierno seis años más de sobrevivencia. Mientras eso ocurría, el gobierno daba un giro o reformas en materia cambiaria y de relación con los empresarios venezolanos, que le permitió al país reabastecerse. Es decir, el error táctico de la oposición en la llamada Mesa de la Unidad y el golpe de timón, le devolvió oxígeno al oficialismo, hasta ahora. Venezuela es el país 57° que registró una hiperinflación. La historia muestra cómo en los 56 países anteriores, con esas experiencias, se producen cambios de gobierno.
Una relación simbiótica
Se trata de un conjunto de situaciones que hoy persisten y que están más arraigadas y que, si bien se pueden experimentar algunos brotes inflacionarios coyunturales y mantener ciertos niveles de incertidumbre, no es nada comparado a lo vivido entre 2015 y 2018.
Entre ese conjunto de situaciones, no solamente está el error político de no participar en elecciones, sino que las sanciones que aplicó Estados Unidos, lejos de producir quiebres, al contrario, lo que hizo fue aglutinar más. Por ejemplo, el gobierno venezolano no puede hacer importaciones de alimentos o rubros básicos de manera directa, ya que debido a las sanciones nadie en el mundo podría recibir sus pagos, porque está prohibido comerciar con este gobierno. Entonces, si no lo puede hacer directamente, el sector privado sí puede hacerlo. Por eso se vio que, durante los años anteriores, no solamente los aranceles de importación eran inexistentes. Los llamados "precios justos" cambiaron a "precios acordados".
¿Cuál es la diferencia de esta etapa con la anterior? En aquellos años, había un control de precios férreo, además las importaciones estaban centralizadas por el Estado, debido a la cotización del dólar a tasa oficial. La distribución de alimentos estuvo a carga de funcionarios públicos y militares, que finalmente produjo una escasez sin precedentes, con niveles que llegaron a alcanzar el 99%. La reforma monetaria de 2018, la liberación de precios de algunos rubros y la vuelta de empresas privadas, permitieron que el país se recuperara en ese sentido.
Actualmente, no solamente el gobierno tiene problemas para asumir la importación directa de rubros básicos debido a las sanciones financieras. Tampoco dispone de recursos suficientes para llevar adelante operaciones como las que ocurrieron con aquellos "Mercal", "Pdval" y abastos "Bicentenarios". En cambio, el sector privado podría subsistir aprovechando los déficits existentes en el mercado venezolano y obtener rendimientos todavía importantes.
Así que establecer un modelo de control de precios para el gobierno no es viable en el tiempo, porque la escasez podría reaparecer. Pero tampoco se trata de una reforma liberalista total o extrema, en que el propio sector privado provoca distorsiones ante un gobierno que tendría poca capacidad para intervenir de manera clásica, es decir, de estimular o des estimular situaciones para hacer correcciones con herramientas propias de la economía.
Lo anterior debe entenderse en que si bien en esa relación simbiótica, de sobrevivencia mutua, quienes asumieron riesgos para entrar en la turbulenta economía venezolana, pueden crecer lo suficiente, pero si ese crecimiento o expansión a saltos agigantados se traduce en amenaza de estabilidad política, ocurrirán situaciones como las que recientemente viven las personas que llevaron adelante las cuentas en redes sociales promoviendo el mercado paralelo o de los emprendedores de empresas como El Dorado P2P.
La inflación acumulada en un año en Venezuela, en abril de 2025, según los datos del BCV, es de 172%. Eso todavía dista del rebrote de 439,6% ocurrido en marzo de 2023 y del repunte de 3.010% de marzo de 2021. Para que haya hiperinflación, la norma dice que se requieren seis meses consecutivos con inflación mensual superior a 50%.
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