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Reflexiones respecto al día de la tierra

El Día de la Tierra se celebra cada 22 de abril y es una fecha dedicada a concienciar sobre los problemas ambientales que afectan a nuestro planeta, como la contaminación, la deforestación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Fue propuesto por el senador demócrata estadounidense, Gaylord Nelson, en 1970, para promover la protección del ambiente y fomentar la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones relacionadas con el tema ambiental.

Desde su inicio, el Día de la Tierra se convirtió en un movimiento global, que involucra a organizaciones y movimientos de todo el mundo. Cada año, se organizan eventos, manifestaciones, actividades educativas y campañas de sensibilización, para promover prácticas sostenibles y exigir acciones concretas, por parte de los gobiernos y las empresas, pero en la realidad sólo hasta allí han llegado todos esos planteamientos. La inconciencia y la codicia de parte de los grandes consorcios de la gran industria, amparados por sistema capitalista, han sesgado la esencia significativa del día de la Tierra, como objetivo de concienciación. Se sigue destruyendo impunemente al planeta; la posibilidad de la extinción de la vida sobre la Tierra, aun cada día está más latente.

El Día de la Tierra tal como lo establece su objetivo inicial, podría ser una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con el planeta y tomar medidas para protegerlo y legárselo a las futuras generaciones, pero las ansias del poder económico de las grandes trasnacionales no lo han permitido, y por lo que podemos observar, no lo harán. Así vemos cómo se han violado todos los acuerdos relacionados con la protección del ambiento, poniendo en menosprecio la protección de la vida, para honrar el interés del capital.

Acuerdos como el Protocolo de Kioto, un tratado internacional dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comprometía a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el calentamiento global; el Acuerdo de París, tratado internacional jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, adoptado por 196 Partes en la COP21 en París en 2015 y entró en vigor en 2016; el Convenio de Diversidad Biológica (CDB); el Convenio de Basilea sobre el movimiento transfronterizo de desechos peligrosos; el Protocolo de Montreal sobre sustancias que agotan la capa de ozono; el Acuerdo de Escazú, tratado internacional adoptado en Costa Rica en 2018 y vigente en América Latina y el Caribe, entre otros. Estos acuerdos abordan una amplia gama de problemas ambientales, desde la pérdida de biodiversidad hasta la contaminación y el cambio climático.

El objetivo principal es proteger el derecho a un medio ambiente sano y garantizar la participación ciudadana en asuntos ambientales, el acceso a la información ambiental y el acceso a la justicia en materia ambiental, pero la implementación efectiva de tales acuerdos sigue siendo un desafío, que se prolonga en el tiempo mientras la destrucción del Planeta avanza a pasos agigantados, bajo el amparo de la codicia empresarial, la incompetencia supina de los gobiernos, temerosos a los poderes del capitalismo salvaje y a las políticas del neocolonialismo

Todos estos protocolos y acuerdos que giran en torno a la protección del ambiente y a los objetivos para el cual fue instituido el día de La Tierra, en la práctica cotidiana han interactuado de manera negativa, ya que la efectividad de toda esta parafernalia ambiental, en la realidad actual se ha convertido en eventos simbólicos, que no logran generar los cambios significativos en las políticas y prácticas ambientales, dejando sin efecto la importancia de los elementos para catalizar las causas y consecuencias de la crisis ambiental; las campañas y actividades educativas así como promover prácticas sostenibles y exigir acciones concretas, por parte de los gobiernos y las empresas trasnacionales, como las principales responsables de la crisis climática que hoy amenaza la vida en el planeta, convirtiéndose todas estas campañas ambientalista en un simple saludo a la bandera.

En última instancia, la interacción del Día de la Tierra con la realidad actual depende de la capacidad de la sociedad, para transformar la concienciación en acción. Esto implica adoptar estilos de vida más sostenibles, apoyar políticas ambientales ambiciosas y exigir responsabilidad a las empresas y los gobiernos. Pero todo se queda en foros y eventos protocolares. El cumplimiento de los acuerdos ambientales internacionales por parte de los gobiernos y las empresas transnacionales, es un tema complejo. Las empresas trasnacionales que son las responsables directa de los problemas ambientales, en su afán de codicia no respetan los derechos humanos y no cumplen con el marco de protección establecido por la ONU, que incluye la responsabilidad de prevenir y mitigar impactos negativos en los derechos humanos. Pero todo esto tiene su fundamento en que los Principios Rectores de la ONU, que son de "derecho blando", lo que significa que no generan obligaciones internacionales vinculantes, permitiendo a las empresas trasnacionales operar con impunidad.

Además, las iniciativas voluntarias, como el Pacto Mundial de la ONU, carecen de mecanismos de cumplimiento por lo que su efectividad es limitada. Las empresas trasnacionales a menudo utilizan estas iniciativas como herramientas de mercadeo, lo que puede llevar a la práctica del llamado "lavado verde", que es una práctica de marketing engañosa, donde las empresas presentan una imagen falsa de responsabilidad ambiental, para atraer a consumidores interesados por la sostenibilidad ambiental, sin que sus acciones realmente respalden esas afirmaciones, donde las empresas aparentan un compromiso ambiental sin implementar cambios reales. Esto se ve agravado por la falta de un tratado internacional jurídicamente vinculante que regule las actividades de las empresas trasnacionales, en relación con los derechos humanos y el medio ambiente. Lamentablemente el capital se lleva por delante a los derechos humanos, en relación con la protección del ambiente, que no es otra cosa que la violación del derecho a la vida en todas sus manifestaciones.

La cooperación internacional y la presión de los gobiernos, deberían ser esenciales para mejorar el desempeño ambiental de las empresas trasnacionales, lo que haría resaltar la necesidad de un enfoque equilibrado con la capacidad de incluir, la intervención estatal, a través de leyes, que obliguen a las empresas cumplir con los estándares ambientales, en favor de la garantía de la vida en el Planeta, como el más elevado de los derechos humanos.

 

 



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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