La ciencia de la liberación a pesar de su retraso con respecto al movimiento de la realidad se mantiene en la búsqueda de actualización - ojalá que de ese ensanchamiento saltara una chispa que incendie la pradera - para encontrar en la reinterpretación de la realidad venezolana la lógica específica del momento para poder plantearse las cosas correctamente precisando para ello las condiciones dialécticas de la liberación que impulsarían la transformación que al pueblo venezolano le urge llevar a cabo para avanzar hacia un modelo de vida más digno que lo libre del presente desastroso. Adelantándonos, nos inscribimos en la tesis de que en Venezuela están dadas, en gran medida, las condiciones para que se dé el salto dialéctico en su evolución histórica, porque así lo que no es, ahora será.
Comenzamos diciendo, que cuando se estudia la historia de la humanidad, resalta, cómo la misma es capaz de llevar a cabo concientemente saltos cualitativos en sus condiciones de vida cada vez que se encuentra en la necesidad de superarlas porque estas no corresponden con los elementos necesarios que se requieren para garantizar su reproducción como especie y le impide su transición a un futuro mejor.
Entonces, es sobre esta misma línea de sentido, que al pueblo venezolano, a día de hoy, le resuenan las razones - no percibidas - de dar su propio salto, porque siente la urgencia de deshacerse del catastrófico sistema político actual y cambiarlo por un modelo de sociedad de una calidad superior. Edificando nuevas instituciones que vayan perfeccionando una mejor forma de vivir autogobernada. Por consiguiente, está por producirse en Venezuela una discontinuidad del sistema capitalista actual, una ruptura con este fracasado modelo de vida, y en su lugar la aparición de uno nuevo que responda a los intereses del colectivo nacional. En Venezuela está en crisis todo, por eso todo debe ser transformado.
Ciertamente, Venezuela no ha dejado de moverse sobre la misma tierra. Está preñada de una existencia nueva, palpita en su vientre un proyecto de sociedad nueva, quiere entrar ya a la sala de parto para parir el futuro que lleva dentro, tiene apetito de porvenir. Los acontecimientos políticos que gravitan en su seno, obedecen fundamentalmente a la dinámica de los antagonismos irreconciliables de clase que interactúan en su interior. Y esa dinámica que contiene lo viejo y lo nuevo es en esencia lo que determina la lucha entre las clases sociales, que se expresa concretamente en la lucha entre un proyecto de sociedad distinta, concebido sobre el principio del valor de uso, que corresponde a los genuinos intereses y deseos de las clases sociales que viven de su trabajo, y por otro lado, en el régimen opresor sustentado en el valor de cambio, que responde a los intereses de los opresores capitalistas parasitarios que viven del trabajo ajeno.
Es decir, Venezuela vive una de esas coyunturas que Hegel denominó " Línea Nodal ". Al anudarse varias crisis particulares aunque relacionadas como por ejemplo, la destrucción del salario, la reaparición del hambre y el empobrecimiento de la población; la parálisis y destrucción del parque industrial aunado al desempleo, el debilitamiento de la soberanía alimentaria; la desintegración social y familiar, la destrucción del sistema público de salud y educación y la destrucción del medio ambiente, la crisis de la política, la entrega del territorio y la riqueza nacional a las transnacionales, la sustitución de la democracia por la tiranía. Cada uno de estos campos en crisis demandan transformaciones y se convierten en nudos que al emparentarse pasan a formar una Línea Nodal, una crisis estructural del sistema y que sólo una revolución popular puede resolver.
Por consiguiente, puede afirmarse, que esa es la razón de que se sienta por todas partes, el deseo de abandonar la dialéctica negativa de casas muertas, de romper el viejo, atrasado y derruido modelo de sociedad. Y, en paralelo, crece también las ganas de vivir en otro nuevo con mayores libertades, justicia social, y de una estética maravillosa.
En síntesis, lo que está ocurriendo en Venezuela es la confirmación de una doble negación: la ley de la negación de la negación, ley que se cumple inexorablemente en el universo, en la materia y en la sociedad y que significa el origen de una especie nueva. Es decir, el sistema capitalista subdesarrollado y desastroso que el madurismo restauró no tiene futuro, colapsó, perdió la energía que impulsa el movimiento y es inevitable que desaparezca como consecuencia del salto revolucionario que darán las clases trabajadoras como fuerza motriz de los cambios, en la búsqueda de mejores condiciones de vida y de crear su espacio en el porvenir.
Siguiendo entonces la lógica dialéctica contenida en la síntesis de este proceso, y partiendo del alto grado antagonístico al que ha llegado la lucha entre las clases capitalistas opresoras y los empobrecidos en Venezuela, nos arriesgamos a asegurar que cabe estimar que en un mediano plazo habrá una resolución, la sociedad superará lo que la oprime, la empobrece y no la deja desarrollarse. Y nos basamos para decir esto, en el desborde de condiciones cualicuantitativas - proceso que se da en la realidad social y que casi siempre es poco perceptible - que conducirán a resumir los nudos de contradicciones del sistema de dominación en general hasta hacer síntesis en el salto dialéctico, donde se abrirá un período revolucionario produciéndose el tan ansiado cambio histórico en la sociedad venezolana. Pero, y aquí es donde entra lo cardinal de la subjetividad y de la voluntad de poder ( el estado de ánimo, los niveles de conciencia y la acción), donde se requiere de una vanguardia encargada de llevarle el pulso a la situación, al estado de ánimo de la sociedad, una organización del pueblo trabajador empobrecido y explotado, transformado en una fuerza política material liberadora, con un programa correcto y propio, que maneje con destreza el arte de reunir las condiciones objetivas y subjetivas y llevarlas al punto de que se produzca el salto revolucionario.
Lo anterior es lo que se entiende como una revolución social. Si esta articulación llegara a forjarse derivaría en una síntesis que mostraría en el horizonte los contornos de una nueva civilización, un nuevo lugar donde se iniciaría un proceso de construcción de una cultura y una sociedad que vaya aproximándose cada vez más a la desaparición de la existencia de amos y esclavos, sin explotados ni explotadores.
No obstante, la incómoda noticia es, que de no articularse lo que arriba definimos como una exigencia que interpela al campo revolucionario, entonces en vez de una revolución se produciría una involución, un retroceso histórico, una regresión, porque la dialéctica no es lineal, es decir, el movimiento no siempre es hacia adelante, las posibilidades son iguales, tanto se puede avanzar como se puede retroceder. De tal manera que basándonos en los descubrimientos de las ciencias de la complejidad sobre la realidad, no todos los movimientos se comportan con base a leyes, existe también el azar, lo estocástico, la casualidad, la entropía. Sin embargo, la no coincidencia entre lo cuantitativo y lo cualitativo sirve para explicar el porqué en Venezuela con la rendición del madurismo a la socialdemocracia y al imperialismo, estamos viviendo un retroceso, la revolución bolivariana fue frenada por esta fracción antisocialista lumpenburguesa que infiltró el chavismo y al gobierno encabezado por Chávez con el claro propósito de restaurar el capitalismo con toda la explotación, las desigualdades y la destrucción que conlleva este sistema, así como vender el país a las transnacionales y destruir la transición hacia el socialismo, produciéndose, entonces, una dialéctica negativa.
Es evidente, que la sociedad venezolana ha sido rebasada por la cantidad y la magnitud de los problemas generándose una tendencia hacia la destrucción irreversible del sistema. El pueblo ya no soporta vivir ni quiere seguir siendo gobernado como hasta ahora, y el madurismo, que traicionó y distorsionó todos los principios sobre los que estaba fundamentado el proceso bolivariano y que lleva ya gobernando a favor de los empresarios capitalistas y de las mafias más de una década, quedó sin la capacidad y sin la legitimidad para seguir en el poder. Dejando constancia, que el mismo rechazo se extiende a la ultraderecha proyanqui antipatriótica maricorinista. Es que entre ambas mafias existe un denominador común, la defensa de los ricos y la destrucción de la vida de los pobres.
El pueblo venezolano hoy repudia a todos los partidos que han evidenciado estar en contra de los intereses del pueblo y los hace responsables de su empobrecimiento. Perdieron el respaldo popular. En consecuencia, el pueblo de Venezuela ya no es el mismo del 28J, el de ahora rechaza vivir en un régimen político similar a un Tirannosaurus con absurdas patitas delanteras.
En resumidas cuentas, el conflicto de clases que vive Venezuela no puede ser ocultado recurriendo a ningún artilugio, ha superado los límites mínimos que puede el sistema tolerar sin afectar su estabilidad. Por ejemplo, la pretensión del madurismo, ayudado por su cohorte de partiditos de maletín, de querer suprimir el movimiento de la realidad montando un nuevo fraude para el próximo 27 de abril, continuidad del teatrillo que montaron el 28 de julio del 2024, en condominio con los maricorinos, no puede asegurar que esta nueva trampa al pueblo no pueda ser la gota que derrame el vaso, aumentándose enormemente la ilegitimidad que ya tienen, precipitando así el salto revolucionario.
En adelante queda claro, que se ha puesto en funcionamiento la ley de los cambios cuantitativos en cualitativos, y ello significa que en términos dialécticos está forjándose en el alma del pueblo venezolano las ganas y la voluntad de pasar a vivir una vida distinta y mejor. Y esto nos sitúa como sociedad, a las puertas de una revolución. Qué cuál será la manera y la medida en que el pueblo venezolano escoja y llegue a hacer su propia revolución, eso no lo sabemos, va depender de una serie de factores impredecibles como los niveles de violencia con que responda la tiranía, de la organización y de la conciencia de clase que lleguen a alcanzar las clases trabajadoras. De lo que si estamos convencidos es que la va hacer y esta vez evitará caer en la nada. Cabe entonces sugerirle a la cúpula del madurismo que lo mejor que pueden hacer, por el bien del país, es que no sigan en la usurpación, que se rindan y entreguen las armas con las que destruyeron a la V República y dejen la conducción del Estado en manos de la Junta Patriótica de Salvación, porque así no seguirían causando más daño al pueblo venezolano.
Con base en todo lo anterior, surge entonces la necesidad histórica de construir una poderosa unidad de todas las clases trabajadoras, una alianza de las fuerzas armadas patriotas, de los obreros del campo y la ciudad, del gremio docente y de la salud, de los artistas y trabajadores de la ciencia, un frente de toda la nación, en torno a un programa correcto, que aquí sostenemos es el Plan de la Patria 2013-2019. Este es una ruta para andar nunca un dogma.
De tal manera, en lo que si no dejaremos de insistir es que la realidad venezolana ha abierto una espacio para que sea ocupado por una Junta Patriótica de Salvación como el instrumento político que la misma evolución histórica venezolana a remodelado más efectivo, posible y adecuado para llevar a cabo la liberación del pueblo venezolano. La Junta Patriótica de Salvación se erige como la esperanza de redención de las clases trabajadoras venezolanas. Se erige como la esperanza de tierra para las familias campesinas venezolanas. Y se erige como esperanza de regreso para los emigrados que tuvieron que marcharse de su patria porque no podían trabajar ni tener una vida digna en ella. Estamos, entonces, en la hora y todo está en su debido punto para dar el salto hacia una nueva sociedad de productores libremente asociados de mayor libertad y justicia social.
En conclusión, mientras las leyes de la gravedad siguen haciendo girar el planeta, en este pequeño rincón del mundo que es Venezuela, prepara la dialéctica las condiciones para dar un salto revolucionario y cambiar el rumbo de esta historia local.