Ha sido imposible, hasta ahora, la conformación, en el seno de la sociedad venezolana, de una fuerza política revolucionaria de las clases trabajadoras empobrecidas, que sean portadoras de un programa correcto (uno que beneficie a las grades mayorías y las saque de la pobreza estructural), que levanten un proyecto de país sustentado en la moral de la utopía posible de una sociedad de productores libremente asociados. Que articule a una mayoría del pueblo en el entusiasmo por edificar los pilares de una república que se realice a través del ejercicio de nuevas instituciones de la democracia directa, participativa y protagónica, reorganizando la vida en general, sobre bases materiales y emocionales nuevas sobre las cuales se aliente una sociedad de relaciones fraternales y solidarias. Por consiguiente, mientras en Venezuela no aparezca ese tipo de fuerza política, entonces, la crisis política venezolana seguirá su curso y continurá siendo una recurrente perturbación coyuntural del sistema capitalista provocada básicamente por las ansias de poder de cada una de las "distintas" facciones burguesas por el reparto de la riqueza petrolera, pero nunca podrá ser una crisis revolucionaria.
De manera que, no se ve en el panorama nacional, que la estabilidad del sistema político esté siendo rebasado, desafiado y puesto en peligro por alguna fuerza revolucionaria eregida en alternativa antisistémica. Lo más resaltante de esta crisis, es una lúgubre y vulgar lucha entre capitalistas criollos y transnacionales disputándose las riquezas de Venezuela.
En tales circunstancias, queda evidenciado que el pueblo empobrecido de Venezuela no tiene nada que decir ni decidir porque no es una fuerza material con la capacidad de incidir y modificar la correlación de fuerzas a su favor que pueda provocar una trasformación cualitativa del sistema Podemos poner como ejemplo el 28 de julio del 2024, fue la prueba más clara, de cómo esta precariedad o ausencia organica-política sirvió para que el bloque burgués lo aprovechara para confabularse contra el pueblo y lo montó en una trampa electoral donde se le negó participar con una alternativa propia y contrapuesta al madurismo y al mariacorinismo. Eso y no otra cosa fue el 28J, una trampa contra el pueblo venezolano.
En este sentido, nos parece una gran tontería con pretensiones de hacer pasar como un brillante análisis geopolítico, decir, que las clases trabajadoras empobrecidas en Venezuela han quedado historicamente impedidas de llevar a cabo una revolución social que transforme esta desastrosa realidad, con el argumento simple que los gringos, los rusos y los chinos ya se repartieron el mundo y ya no pueden hacerse revoluciones proletarias, es decir, para Venezuela es el fin de la historia. Por tanto, pueblos como el venezolano no pueden hacer nada. Tamaña estupidez pretende restarle calidad revolucionaria a las clases trabajadoras en Venezuela al sustituir todo el desarrollo de las contradicciones histórico-social a factores exteriores a la sociedad venezolana. Y no conformes con esta estupidez la refuerzan con otra, cuando aseguran que a Maduro quienes lo sostienen en el poder son los rusos y los chinos. Este tipo de opiniones propias de un pensamiento metafísico y reaccionario, hay que rebatirlas sin importar si son emitidas por tontos o apologetas del sistema de explotación disfrazados de pseudorevolucionarios, porque generan desaliento, confusión y parálisis en el seno de las luchas de las clases trabajadoras.
Porque la verdad que se prerende ocultar, reside en la ausencia de un sujeto revolucionario como alternativa socialista, carencia que le sirve al madurismo, a la extrema derecha progringa liderada por la esquizofrénica y al imperialismo norteamericano para seguir aparentando antagonismos antisistémicos entre ellos cuando en realidad lo que hay es una simple confrontación por el reparto de la torta.
Pero estos brillantes analistas no quieren hablar de eso, y no quieren recordar tampoco que la Guerra de Independencia, la Guerra Federal, la lucha armada en los 60, la revolución bolivariana se llevaron a cabo como consecuencia de agudas contradicciones internas de clase y actuando y enfrentándose a un mundo repartido entre varios imperios, para no hablar de todas las revoluciones y guerras de liberación que se han librado en el mundo en iguales condiciones.
Es perentorio entonces buscarle respuesta a la siguiente pregunta ¿Qué hacer hoy en Venezuela para organizar una fuerza material alternativa de las clases trabajadoras que haga la revolución y asuma la dirección política de la construcción de una sociedad nueva y un estado nuevo al servicio de todos los venezolanos y convoque a la producción de la riqueza a través del trabajo creador y distribuya con equidad lo producido? Estamos completamente seguros que consiguiendo la respuesta a esta pregunta y su operatividad y empezando a derrumbarse el reino oscuro del capital.
En tal sentido, la solicitud que hicieramos a Maduro de que renuncie, es una petición legitima y pertinente, impregnada de ilusión, sí, como toda esperanza de quienes queremos vivir en un mundo mejor. Tal solicitud, viene enmarcada en las luchas históricas que el pueblo venezolano ha emprendido motivadas primordialmente por alcanzar mayores grados de libertad e igualdad, y de adentrarnos en la búsqueda de un mundo nuevo para poder contribuir a liberar a la humanidad y al planeta de no continuar en el círculo vicioso de la civilización capitalista. Es decir, la solicitud la hacemos, como bien está definido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su art. 299, para crear las condiciones políticas que propicien un desarrollo integral individual y el consiguiente bienestar colectivo.
Por ende, en las actuales circunstancias, tenemos la certeza que la estrategia para superar la crisis política venezolana no es ni con el esquizofrénico deseo de una invasión, ni con guerrilla sino juntando las fuerzas de los empobrecidos que promuevan actividades que intensifiquen y agudicen la lucha de clases para dejar en evidencia que la crisis que estamos viviendo obedece fundamentalmente a la confrontación de dos proyectos de sociedad, por un lado, el de la ya caduca sociedad capitalista que administra el madurismo y que favorece a las burguesías, la nueva y la vieja y en el lado opuesto, el proyecto nuevo del socialismo del siglo veintiuno. Además, usando en función de este último, la experiencia que proporciona el movimiento pacifista combinado con los recursos legales que nos brinda el marco jurídico constitucional de rebelarnos como pueblo a cualquier fuerza tiránica. Por eso, nuestra insistencia de organizar todas las ganas y deseos de cambio que hay en el pueblo venezolano, en el seno de una Junta Patriótica de Salvación donde se genere una gran fuerza social parecida a un rabo de nube que se lleve todo lo malo y genere una nueva estética de la vida.
Entonces, que de extraño ha de haber, que siendo Venezuela parte de la historia mundial no escape a «Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad —que escribían Karl Marx y Friedrich Engels en 1848— es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta.»
Con la certeza de que la historia no se repite pero las estupideces de los imperios si y de las burguesías criollas, hay sobradas pruebas que se despreden de los siguientes acontecimientos para echar por tierra la charlataneria de estos personajes empeñados en negar el papel de los pueblos cuando la conciencia se les insurrecciona: ¿Cuántos imperios se repartían el mundo cuando se inició la Guerra de Independenciacon liderada por Bolívar y el ejercito libertador ¿Acaso no habían imperios repartiéndose el mundo cuando el comandante Fidel Castro y el 26 de julio hicieron la revolución cubana? ¿Cuántos imperios cercaron la Unión Soviética? ¿ Con cuántos imperios que se repartían el mundo tuvieron que enfrentarse el pueblo chino y Mao para hacer la revolución? ¿Y Ho Chi Min y el pueblo vietnamita, y el Frente Sandinista?
Si ya no creen o no tienen voluntad de hacer la revolución socialista lo más honesto que pueden hacer es confesarlo y así se evitan decir tantas estupideces, sean sinceros. Pero no jodan con sus mentiras porque le hacen daño al pueblo que si quiere y puede. Porque la única verdad es que Maduro no lo sostienen ni los rusos ni los chinos, ni el reparto imperialista del mundo ilegitima e impide la toma del poder por las clases trabajadoras, la unica verdad, repetimos, es la ausencia de una fuerza revolucionaria.