La voluntad colectiva (1)

En este, primero de una serie de tres artículos, haré un breve resumen de los esfuerzos de la "voluntad colectiva" por alcanzar el paradigma comunal. Comenzó expresándose con toda su fuerza en la comuna popular que, en 1871, tomó el poder en París. Y aunque fue exterminada a sangre y fuego, dejó una marca indeleble en los sueños de los pueblos insumisos.

      Lenin, en 1917, definió esa voluntad como la depositaria del poder revolucionario. Todo el poder a los soviets... dijo. Hablaba de la entrega total del gobierno y de la administración, a los obreros y campesinos y para ello lanzó sus dos primeros decretos. Sin embargo, dada las dificultades que genera un ensayo estatal en manos de colectivos aún no madurados, aumentadas dramáticamente por la guerra contrarrevolucionaria; el asunto terminó subordinando los soviets al Partido. Y en eso, llegó Stalin.

      Gramsci, 17 años después, habló sobre ella en sus "Cuadernos de la cárcel". Dejó claro el papel que esa voluntad podía desempeñar en la revolución, si los partidos revolucionarios, más que hablar de ella, le dieran todo su respaldo para perfilarla y consolidarla acertadamente. Pero, el fascismo acabó con él.

      En China la organicidad de la "voluntad colectiva" renació con Mao Zedong. Él la veía como la unidad base del orden social en China y del poder estatal en el campo. Al desaparecer Mao y sustituirlo Deng Xiaoping -más interesado en la liberalización económica que en el socialismo- las 26 mil comunas, que agrupaban en el campo a 130 millones de familias, fueron sustituidas por ese cruce de "reforma y apertura" en lo económico y dictadura del partido en lo político.

      La voluntad colectiva reaparece con el "Comuna o nada" de Chávez. En mi opinión, la propuesta más concreta e integral de esta saga mencionada. Su estandarte, la profundización de la democracia. Pero, ese objetivo político, requería de la conformación -tardaría 30 años, decía Chávez- de un nuevo modo de producción. Él, como buen militar, no atropellaba las etapas necesarias para lograrlo. Tenía la mirada puesta en el "Socialismo del siglo XXI". Lo sometió a un referéndum nacional. Asombrosamente su Partido lo derrotó.

      Estos cuatro líderes indiscutibles, tras el paradigma que tanto entusiasmó a Marx: la unidad de la colmena y no la del cuartel… resultaron derrotados por aquellos, empecinados convencidos de la incapacidad de los trabajadores para el autogobierno. Eran consecuentes defensores del "ejercicio obediencial del poder". Esos ambiciosos dirigentes sabían, al igual que hoy sus colegas chinos, que la clave para disimular la incoherencia del "Mercado + Estado", era el Partido.



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José Manuel Rodríguez


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