Me han llegado algunas respuestas a mi artículo "Qué son..." los judíos. El tono dominante en ellas me obliga a hacer algunas precisiones que faciliten su comprensión cabal. Lo intentaré.
Los hebreos eran un pueblo nómada que recorría Mesopotamia con sus rebaños de cabras y ovejas hace cuatro mil años. Posteriormente, ya conformadas las tribus de Israel, se asentaron en dos reinos separados, Samaria y Judea. Ambos se asumieron como la nación judía.
Entendiendo que una nación es un grupo humano, asentado en un territorio, con una historia y una cultura en común, es decir, con lenguaje, creencias y valores compartidos; la judía fue desbaratada, hace 3.200 años, con la ocupación realizada por ejércitos egipcios que desterraron a todos sus habitantes. Setecientos años después, lograron organizarse para regresar a su antigua tierra y la mantuvieron durante cuatro siglos, hasta que fue ocupada, primero, por asirios y caldeos, luego por los griego-macedonios de Alejandro Magno, seguidos de seléucidas, romanos y finalmente árabes.
Han transcurridos 2.100 años de aquellas múltiples intervenciones que volvió a dispersar al pueblo judío. Son más de 80 generaciones judías nacidas y formadas por toda Europa, algo que supone un razonable compartir con los lenguajes, historias, valores y convicciones de esas otras naciones. Sin embargo, tal integración no ocurrió. Los judíos desarrollaron sus propias comunidades y esta autoexclusión, multiplicó un generalizado rechazo y expulsiones que terminó con el espantoso holocausto organizado por el fascismo alemán. Una oscura historia demasiado compleja para tratarla brevemente.
Por esto no resulta nada fácil entender el judaísmo, ni su empecinada oposición a la integración con otras naciones, en nombre de la reconquista de una "tierra prometida" donde hace milenios viven otros pueblos semitas. El "regalo" inglés de entregarles Palestina, hace 72 años, ha producido la hecatombe que hoy vemos y sólo puede ser justificada por una aberrante doctrina religiosa transformada en identidad nacional. Sus fieles han dejado de lado nacionalidades, lenguajes e historias diversas para asumir la condición de supremacía racial blanca que suponen asignada por su dios. Es por eso que señalo al sionismo como el encumbramiento religioso del fascismo.