El intelectual piensa pero son otros los que mandan

Si antes de que el tiempo fuera y en el principio fue el logos, la gran explosión, el primordial om, quiere esto decir que solo nos asomamos desde el borde desde donde hemos pretendido ir buscando los indicios que nos sirvan para argumentar respecto de lo real, de lo que hay y de las cosas que son, para darnos cuenta de la tesitura de situaciones ideales que al ser pensadas mueven desde los pensamientos, y de lo abstracto a lo concreto; quiere decir que lo que está le da paso a lo que es, y lo que es, es el ser que cree y crea su realidad desde lo anterior, manifestándose en las densa capas de la ilusión de los sentidos, de todas las cosas, es decir, de la realidad, de la totalidad que sólo captamos por intuición, cuando explayados en lo real, reconocemos la trascendencia y la realidad que vamos conociendo, desde el propio instante en que sabemos y nos sirve de puente que enlaza con las mil formas en que me proyecto y soy frente al resto que somos, según lo cuentan, cantan y comentan, para justificar de alguna forma lo que se lleva creído y es lo creado. Con fe se llega al cielo, donde alguien, alguna cosa, algo, improbable, sirve de acicate para atar el discernimiento de que hay algo más, intangible, inmanente, inconmensurable, omnisciente, imperturbable, absoluto, que se ha prodigado, según propuestas plasmadas en la trama compleja de todo lo que está afuera como manifiestos pensamientos, que van emergiendo de lo más profundo, lo más íntimo, y que no es la mente, no es el cuerpo, no es el alma, no es el espíritu, ni lo que es constituyente desde los elementos, ni siquiera es eso, o sea, que mientras más se cree mucho más se crea, a una pregunta le siguen varias respuestas, que a la vez se repreguntan y no se dará con nada, pues suele ser como la verdad, lo esencial, sublime y sutil, que no es el yo, ni el ego, ni la imaginación, proyecciones que se reflejan en la pantalla de la cognición, que gira y se expande entre la luz y la oscuridad, entre lo que está y no está. Desde la matriz como fuente originaria y origen todo fluye y nada se estanca, es la idea como la partícula infinitesimal densa y caliente, que da forma y forma, es lo místico, lo sagrado, lo sublime, lo eterno. Es el pensamiento las síntesis psicológicas progresivas para que se comprendan los conceptos, que se producen y se reproducen, siempre más precisos, aquello que todos anhelan, pero pocos alcanzan, porque es experiencia de la existencia en el aquí y ahora presente, eterno al infinito. Como en pequeños retazos cabe la posibilidad desde la ciencia en comprenderlo, de medir la eficacia desde el pensamiento como posibilidad de una dificultad vencida, un obstáculo superado. Una fusión para dar la sensación de plenitud, de equilibrio, de armonía, mientras las fluctuaciones en el tiempo espacio, en sus dimensiones físicas y no físicas, a las que se pueden acceder, solo si se alcanza a lograr hallar la llave del cerrojo de la puerta indicada, en el momento oportuno de la existencia. Estudiamos realidades y lo que hacemos para tales propósitos, algunos se limitan a su uso, y éstos a cómo utilizan el cúmulo de tales conocimientos plasmados en la historia para reconstruir ese largo camino recorrido, mientras se especula sobre lo que es, cómo es o debería ser. Es la razón de ser y de estar como abstracción en la reflexión desde millones de años que han arrojado más luz y disipado las tinieblas era tras eras, apenas un instante al darnos cuenta, al despertar, al estar por entero conscientes de que postrados como sumisos adoradores de la matrix, con sus ecuaciones, sus datos y ecuaciones, absortos y oteando desde el ojo de la conciencia pura, vemos a través del reflejo, detrás del espejo.



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Franco Orlando


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