Mujer

“La actual lucha por trascender esta etapa neocolonial involucra a sectores más amplios de las izquierdas: el liberalismo, la socialdemocracia, el humanismo, el socialismo y el comunismo”

Las mujeres en el mundo son distintas por su condición social, pero es necesario rehuir a los estereotipos. Sean de la región que fueren, ellas están sometidas al mismo control social que los hombres, pero las primeras están en mayor desventaja. Desventaja, no tanto por el sistema económico que las asedia y acogota (clases sociales), sino por la violencia que la sociedad -especialmente los hombres- ejerce sobre ellas.

Pude palpar temprano y por varios años el manejo discriminatorio hacia la mujer, porque fui el único varón en las clases en la escuela secundaria, rodeado por féminas. Esa convivencia permanente me permitió conocer la idiosincrasia del sexo opuesto, desde su manejo personal hasta su psicología profunda. El último predecesor mío había sido un estudiante que había egresado en 1926 del Instituto Panamericano; o sea, más de 30 años antes que yo.

La discriminación en favor mío era que los profesores, al dirigirse al grupo (29 mujeres y yo), debían tratarlo como a varones: “Buenos días, muchachos, saquen sus libros”. Era la regla “por respeto al hombre”.

La discriminación no era de mi agrado, de manera que les solicité al director y a mis profesores, respetar a la mayoría.

Los profesores norteamericanos, más pragmáticos, le daban la vuelta al dilema y decían: “Good morning, fellows!, ¡Good morning, class! ¡o Good morning, people!” (¡Buenos días, compañeros, gente, colegas, amigos y amigas!, sin distinción de género).

La mujer no debe ser vista solo como objeto de placer y agradable a los sentidos, aunque sean muy hermosas. Creadora por naturaleza, no debe ser condenada como criadora o nana de sus hijos, aunque su rol de madre es irreemplazable. Debe recibir igual salario que el hombre o ser recompensada de otra forma por sus “labores domésticas”.

No hay que tratar a la mujer como una debilucha, porque, en buenas cuentas, es más fuerte que el hombre, pero tampoco permitirles a ella invertir los roles y sacarse el clavo. El hombre tiene más músculos, pero la mujer le gana en resiliencia.

La mujer es el mejor regalo que Dios o la Naturaleza le hizo al hombre. Es ella quien marca la diferencia y que hace que la vida merezca la pena vivirla. La mujer no debe quedar presa en la misma jaula que oprime al hombre, cuyo deber es liberarla de las ataduras y, con ello, liberarse a sí mismo. Si la mujer no logra su libertad, tampoco el hombre.

La actual lucha por trascender esta etapa neocolonial involucra a sectores más amplios de las izquierdas: el liberalismo, la socialdemocracia, el humanismo, el socialismo y el comunismo.

En el Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2023, recordamos la Conferencia de las Naciones Unidas en México en 1975. Allí fui designado por el canciller Juan Antonio Tack como responsable de la política exterior de la delegación panameña, presidida por la profesora Berta Q. de Moscote y liderada por la Dra. Berta Torrijos de Arosemena.

En México, ayudé a conciliar a sectores contrapuestos del espectro político femenino de Panamá, en una sola orientación: ¡Panamá! La Delegación contaba con 300 mujeres y yo era el único varón, por lo que me sentí a mis anchas nuevamente, como si regresara a la escuela secundaria.

A la mujer panameña, afroamericana, la chinoamericana y latinoamericana, le dedico el siguiente soneto (MUJER):

No es Venus de Milo voluptuosa/ ni vientre condenado para cría. / No es garza ni águila bravía, / menos aún serpiente venenosa.

Es arrullo de palma rumorosa/ que enciende nuestra luz en cada día. / Es del hombre su dulce compañía:/ proactiva, leal y virtuosa.

Mas no nos engañemos, que no es hada:/ la hemos convertido en mercancía, / ¡objeto de placer y de machismo!

Si a la mujer dejamos sojuzgada, / no llegaremos nunca a la utopía/ ni a su punto inicial: ¡el humanismo!


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