Cuando la inflación toca tu puerta

  • La nubes oscuras de la inflación oscurecen el panorama político de cualquier país que la sufra y puede llevar a la población a la toma de medidas desesperadas, a cambios políticos sorpresivos, porque en la búsqueda de salidas a la pobreza que induce, cualquier malo, aunque conocido, puede representar una falsa salida, frente a la ceguera que genera en la población el empobrecimiento colectivo.

  • En el caso de Venezuela, la subida del Dólar constituye un verdadero dolor de cabeza, que mantiene a la población en condiciones de incertidumbre y pareciera que ningún institución del Estado puede controlar este fenómeno que genera anarquía en el sistema económico, cuando cualquier sector informal, pone el precio del dólar a su gusto, independientemente del fijado por el Banco Central de Venezuela y no existe organismo que supervise y sancione estas irregularidades.

Es desesperante. Coloca a los responsables de familias que deben mantener el abastecimiento de un hogar, en verdaderos aprietos. Sus causas son complejas. Los economistas deshojan la Margarita, interpretan a duras penas el hecho, pero el ciudadano se angustia y pregunta "Entre economistas me veo", si, pero atrapado, sin aparentes salidas. Es muy difícil entender y para ello hay que vivirlo, el estado de desasosiego que genera un fenómeno económico-social, como el referido. Pero ella, en algún momento te toca la puerta y no te queda otra, debes enfrentarla, mejor dicho sufrirla.

Pareciera un fenómeno itinerante, recorre países, pasa, se recuperan y puede ser recurrente. Esas fluctuaciones parecieran inherentes a los sistemas económicos vigentes, más que al tema propiamente de las fluctuaciones en la producción o de la oferta y la demanda. Porque observamos por ejemplo, que si existe escasez de una determinada mercancía, los precios de ellas se elevan en el mercado, pero no en forma uniforme sino, a veces a capricho de quien los posee, del ofertante. Pero esa escasez, puede ser provocada, independientemente de la abundancia del bien. Se da el caso frecuentemente, que los que tienen en sus manos los bienes de consumo, para mantener sus precios en el mercado, los desechan, los botan. Allí se demuestra que a ellos lo que les interesa no es si la sociedad tiene o no necesidad de consumirlos, sino, lo que les interesa es mantener un precio, que signifique para ellos ganancias.

Al generarse la sensación de que eres poseedor de algunos bienes y productos que la gente necesita, se desata una especie de voracidad y aprovechamiento al máximo. Cada quien quiere sacarle el máximo provecho a lo que tiene, porque él piensa que cuando requiera algo que necesita va a ser tratado de la misma manera. Y esa sensación, lleva a una escalada especulativa de precios sin precedentes y sistemáticos. Las cosas cambian de precio en un santiamén, que resulta inexplicable. ¡Pero es que ayer pregunté y costaba tanto! y ahora se aumenta sin ninguna explicación, y es el mismo producto, no hay reposición de nueva mercancía, pero el comerciante piensa que si no aumenta, el no podrá tener poder adquisitivo para reponer a futuro las mercancías. Así, esto se va repitiendo como una ola, de tal manera que resulta, a la postre, incontrolable.

A la par las instituciones que supuestamente son encargadas de controlar los precios especulativos y mantener márgenes de ganancia razonables, pierden todo el control. La escalada masiva de especuladores y aprovechadores de oficio las rebasa e impotentes no pueden hacer absolutamente nada para evitar la espiral inflacionaria, quedan como simples cascarones vacíos.

Pero donde se sienten más los efectos del fenómeno inflacionario, además del bolsillo y del estómago, es en el estado emocional de las personas, que son embargadas por una sensación de inseguridad, de impotencia, que desespera, que sumerge en depresiones y a veces paraliza al ciudadano.

Los afectados por la inflación, que somos todos. Pueden llegar al extremo de tomar decisiones políticas irracionales, que a la larga pueden arrepentirse, pero que al momento de tomarlas no piensan sino, en que cualquier cambio es mejor que lo que se está viviendo. Aquí no vale la expresión mejor malo conocido que bueno por conocer, la gente se arriesga y se la juega, vamos a ver qué pasa. (Ergo, situación en Alemania, previo ascenso de Adolfo Hitler al poder, para poner un solo ejemplo ampliamente conocido). La situación era de tal gravedad y tan desesperante que contribuyó al triunfo del Partido Nacional Socialista, en 1933. https://www.abc.es/archivo/abci-crisis-inflacion-provoco-dinero-no-valiera-nada-alemania-previa-hitler-202112030029_noticia.html

Por eso es que la inflación se convierte en un factor político, aunque no es propiamente política, puede tumbar gobiernos, desprestigiar partidos y líderes, a los cuales la población los percibe como responsables de sus penurias. De ser subestimada o no tomarse las correcciones económicas oportunas para controlarla, arrasa cual huracán con los poderes establecidos para dar a lugar a situaciones de orden político imprevisibles y muchas veces contraproducentes.

Si en el desespero acudimos a los economistas, nos llega a la mente la expresión popular "Entre Economistas te veas", una forma de reflejar que entre estos profesionales la confusión es tan generalizada, que en vez de apaciguar nuestras inquietudes terminan incrementando la incertidumbre, porque no hay teoría que la explique, ni recomendación que nos consuele. Así, por ejemplo, unos hablan de la inflación como un problema estructural, otros que se debe a la guerra, otros, si por el contrario, hay Paz, a las desacertadas políticas cambiarias de los gobiernos, otros al incremento de la demanda o la escases de oferta, otros, que si es un fenómeno monetario y un largo etcétera. Total, que nos sumen en un sinfín de apreciaciones que nos aturden, nos confunden y que al final ni ellos terminan entendiendo.

Lo verdaderamente cierto, es que la inflación nos atrapa, nos empobrece y que ningún gobierno puede subestimar la inflación y debe buscar los correctivos, so pena de ser sacudido y desplazado por su impacto en todos los órdenes de la vida cotidiana. "No nos pueden engañar. Lo más doloroso de la inflación es que existe. No pueden cambiar los porcentajes, existe y no la estamos combatiendo; la pueden esconder en cualquier parte pero finalmente aparece aquí, en nuestros bolsillos, y allí, allí sí que duele". Jorge OmarSobisch1943
 



 



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Jesús Sotillo Bolívar

Docente en la UCV

 jesussotillo45@gmail.com

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