Auditórium

¡Banalización de la pobreza, la miseria, y el odio!

El concepto de banalización es aquel que se utiliza cuando se busca a hacer referencia a la actitud de banalizar algo, es decir, volverlo banal, superficial o poco importante. Si partimos de la idea de que algo banal es algo superficial y poco importante, entenderemos entonces que la banalización de algo sea justamente transformar a esa cosa, situación o fenómeno del cual se hace referencia en algo poco importante. En muchos casos, la banalización de algo es entendida como algo negativa ya que se está transformando algo que debería preocupar a la gente, en algo banal y superficial. Cuando se habla de banalización, estamos hablando de un proceso mediante el cual se banaliza, se quita seriedad e importancia a un tema determinado. Así, es común encontrar este proceso en aquellas personas que se toman con gracia o con sarcasmo situaciones que para otros son dolorosas y que en algunos casos deberían ser tratadas con mayor seriedad. Mientras que en algunos casos es permitido cierto nivel de banalidad o banalización dependiendo de los temas a los que se haga referencia, hay otras situaciones en las cuales los temas implican y necesitan mucho respeto y seriedad. [...] Fin de la cita.

En pleno año 22 del siglo XXI, la Venezuela infinita, es hoy un pobre país rico. En la década de los 80 del siglo XX, nunca no imaginamos que a nuestra nación, nos podía ir tan mal, cuando en ese siglo pasado, el mundo miraba con admiración al rico país bendecido por dios, y la naturaleza. Rico en petróleo, minerales de todo tipo, café cacao, gas, turismo, pesca, actividades agro pecuarias etc.

Somos portadores de recursos inagotables que ubicaban a nuestra amada patria en el primer lugar de las naciones más ricas de Latinoamérica. Hoy, ocupamos el antepenúltimo puesto, con sus hijos huyendo del país, van 7.000.000, según cifras de organismos internacionales, fuera de nuestras fronteras, ante la falta de oportunidades, y el triste espectáculo de la Selva del Darién entre Colombia y Panamá.

Atrás quedaron los años dorados de la pujante, y rica nación petrolera, hoy muchos ven con lágrimas en los ojos, recordando con añoranza, pero también con mucho dolor, en esta segunda década del siglo XXI, donde la mayoría de la clase trabajadora, y profesional hoy jubilados, miran al pasado con una mezcla de nostalgia, resignación y arrechera, observando el desfile de hijos y nietos, huyendo despavoridos del país que los vio nacer.

Donde muchos jubilados y pensionados,, que le dedicaron tres y cuatro décadas de sus vidas, a esta patria, y que ahora perciben una pensión de 15 dólares, que, con esta hiperinflación como muchos reconocen, no alcanza "para nada" el pueblo jubilado dixit. Muchos recuerdan cuando en la década de los 80 devengaban un salario de 500, 1000, y 2000 dólares, que le daban para comer, "vivir normal", viajar, y quedaba todavía dinero para ahorrar.

En esa década de los 80 en Venezuela se vivía bien, Caracas, Valencia, Maracaibo, Margarita, Puerto La Cruz, eran unas ciudades preciosas, tranquilas, con sus vidas nocturnas sin problemas. Hoy, en Pleno siglo XXI todo es horrible. La situación se ha puesto sumamente difícil, sobre todo para, los ancianos que quedaron solos, y enfermos

La pensión, ya no da ni para comprar los medicamentos que, muchos adultos mayores deben tomar para tratar diversas patologías, y muchos se lamentan no tener una seguridad social que colabore con ellos en el día a día,

Son muy pocos los que de vez en cuando reciben una pequeña cantidad de dólares que le envían familiares que residen en el exterior.

Muchos a pesar de no sentirse satisfechos con la gestión del gobierno del presidente Nicolás Maduro, reconocen: "las burusas que de vez en cuando le dan", en referencia a los bonos en forma de alimentos o servicios de primera necesidad. A pesar de esas *burusas en el típico lenguaje coloquial zuliano* de esas ayudas gubernamentales o familiares, esto no alcanza a cubrir las necesidades básicas.

La economía del trabajador venezolano es muy precaria, muchos caminan más que ‘cochino chiquito’ buscando a ver qué es lo poco que pueden comprar. Muchos recuerdan con nostalgia cuando: "tenían carro, trabajo, médicos, y medicamentos porque los seguros funcionaban".

Ahora, muchos trabajadores, y jubilados están en la inopia total. Sin estabilidad económica, hoy nadie la pueda tener. Los que eran clase media, ahora no tienen ningún status de clase, son pobres, y en la miseria. Hay mucha falta de todo. Muchos venezolanos echan de menos aquella normalidad, de aquellos años dorados que hoy serían un lujo, sino también los servicios públicos, la tranquilidad, y la libertad que restringe esos puntos de atraco militar, y policial al ciudadano en las carreteras del país.

En Venezuela había gas domestico, todos los servicios públicos funcionaban, todo un contraste con el drama económico actual. Muchas personas con las cuales hablo diariamente me dicen que la culpa es toda: "de la entrega del país a campesinos inmigrantes ilegales, convertidos en comerciantes como lo son: árabes, chinos, iraníes, sumado a esta orgia el castrismo cubano, que explotan impunemente a la juventud venezolana en sus negocios".

Los recursos de Venezuela siguen aquí. El petróleo, el oro, el gas...todo sigue aquí, pero en bruto. El petróleo, y PDVSA la mala, pasaron de ser la joya venezolana, a una mancha negra, que se extiende por el Caribe, y los parques naturales, contaminando, y destrozando todo lo que se encuentra a su paso. Las plataformas petrolíferas no recibieron mantenimiento, y la producción se redujo a su mínima expresión. Mientras los ciudadanos recurren a artilugios imposibles para poder cocinar en sus casas, el gas que deberían tener en sus cocinas se pierde en el subsuelo circulando sin rumbo hasta convertirse en nada.

Una vez más, la riqueza se evapora por falta de gestión, y control. La bauxita, el coltán, el diamante, el oro, el hierro, el cobre, el caolín o la dolomita también están en el mismo lugar, en el Arco Minero del Orinoco, pero la zona está, dominada por los "pranes", que ejercen el control sobre una gran cantidad de operaciones: "los pranes deciden quién entra o sale de las zonas mineras, imponen reglas, aplican castigos físicos crueles a quienes infringen dichas reglas y sacan beneficios económicos de todas las actividades en las zonas mineras, incluso recurriendo a prácticas de extorsión a cambio de protección". Y es así como, también en las minas, la mala gestión, y la corrupción acaban con las riquezas propiedad de los venezolanos, sabedores de que su tesoro está ahí, pero también los venezolanos saben que otras manos lo manejan todo, mientras ellos sufren el hambre, y la pobreza en su propia piel.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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