Auditórium

El albañal putrefacto, negocio del alacrán converso

Moraleja: "¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios..., pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín: no puede cambiar de pasión". La frase que sale de los labios del actor Guillermo Francella es uno de los momentos más famosos de la película El secreto de sus ojos, galardonada hace una década con el Oscar a Mejor Película Extranjera. Y aunque en ese caso alude al fútbol, específicamente a un prófugo hincha de Racing, la política podría ser un caso muy cercano, donde esta lógica también entra en juego, sobre todo cuando el cambio es entre veredas ideológicamente distintas. Fin de la moraleja.

Cambiar de bando político en Venezuela, es algo que se ha hecho normal, y cada día con mas frecuencia, y no es algo que debiera sorprender a nadie en este país. La vida de estas piltrafas políticas, tiene siempre lugar en unas perspectivas limitadas, y nunca son completos los elementos de juicio que salen a la luz pública para comprender esta situación, o para sacar conclusiones definitivas, sobre este tema que tanto le interesa, al ciudadano venezolano que cada día ve disminuir su ya miserable calidad de vida.

Esto hace que nuestras creencias, y opiniones políticas –ideológicas, las podamos modificar con el paso del tiempo sin que ello signifique una inconsecuencia, una inmoralidad anti ética, o un quiebre de los valores que han sostenido nuestra honra, a lo largo de nuestras vidas en la lucha política, sin querer dárnosla de ser unas carmelitas descalzas.

Hay sin embargo casos en los que esta obviedad se hace más discutible con el aclaran Brito de marras de Anzoátegui, hoy precandidato presidencial de la revolución o de la oposición, algo que nadie entiende, y en los que sus cambios de posturas sin ningún tipo de pudor, bordean la traición o el transfuguismo, para el la inmoralidad, y el cinismo son algo normal.

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En medio de esta guerra política económica hiperinflacionaria, en un país fundamentalista, los cambios de bando bruscos, son de inmediato juzgados como traición, y penados con la muerte. Pero en la política venezolana ocurre algo menos peligroso, pero tampoco tan intrascendente como para que ello no exija serias sanciones morales por el electorado en contra de estos gusanos politiqueros de albañal.

Esto se debe al grado de impunidad ética y moral, que estas posturas políticas implican, pero también a las consecuencias de la no sanción moral, o de la no definición personal, que tienen sus nuevos compañeros o compinches de ruta o para los ciudadanos de esta nación. El transfuguismo político, de este alacrán afecta su coherencia valórica, y la consistencia de sus ideas que había defendido cuando fue electo diputado a la Asamblea Nacional en el 2015 en la lista de la MUD, por Anzoátegui, antes de la paliza que le dieron los colectivos, y lo dejaron en muletas, y su salto de talanquera hacia la revolución, agradeciéndoles las muletas.

Por eso los alacranes no son en general bien mirados por el electorado anzoatiguense, y venezolano. Se sospecha con razón de sus motivaciones politiqueras delincuenciales, pues en muchos casos lo que explica esos cambios bruscos de opinión no es otra cosa que el desnudo interés personal, por el dinero, o el acceso a posiciones de poder, que solo a través del cambio de bando se logran conseguir, como su súbito cambio de status social.

Este converso alacrán politiquero no es bien visto por los militantes, y simpatizantes revolucionarios, ni por el electorado opositor. Su volatilidad puede es un signo de debilidad, y su constante cambio de opinión es recibido, por el electorado con desconfianza.

Si antes de su salto de talanquera defendía sus posturas dentro de la MUD, y Guaidó con tanta pasión, ¿Por qué el elector debería confiar en su honestidad ahora? Es la razón por la cual, por lo general este alacrán converso, y traidor, entra en una escalada de contradicciones que van mucho más allá de las que haría un politiquero con un pasado más coherente.

Este alacrán converso cuando lo vemos declarando por los medios de comunicación, y las redes sociales es más "papista que el papa", y con su onanismo mental, descubriéndose a sí mismo, defendiendo con total desvergüenza tesis que hasta ayer le hubieran parecido escandalosas.

Este alacrán converso parece la refutación viviente de las posturas que ha desechado. Por eso es utilizado por el estalinismo en su nueva ruta, y expuesto como una demostración de que el camino de sus ahora contendores opositores era equivocado. Pero su declive moral, y su ahora falaz argumentación para la opinión pública es falsa e ineficaz. El alacrán Brito está desacreditado ante sus antiguos compañeros, y muy pocas consecuencias se podrán lograr utilizándolo como prueba. El gran argumento en contra de esta utilización es la convicción de que este alacrán-converso ha traicionado, se ha vendido al enemigo, sus convicciones no eran sólidas antes, ni tampoco las son ahora.

El descritito más grande que enfrenta este converso-alacrán es el de su incoherencia. Si su nueva convicción es sincera tiene que saber explicar, y explicarse muy bien el por qué de su salto de talanquera, y de qué manera son sus mismas convicciones anteriores las que lo han llevado a sus nuevos errores. El link arriba descrito lo delata.

Un converso ideológico coherente no deja de tener una comprensión hacia las motivaciones, y la buena fe que animan a sus antiguos compañeros porque esas fueron también las suyas propias. Es incomprensible, y poco creíble entonces un brinco de bando que se expresa de manera odiosa e indiferente, pateando lo que anteriormente se adoraba, y adorando lo que antes se atacaba con furor.

Por eso los conversos venezolanos: Brito, Parra, y Bernabé no son creíbles, y sobre todo este último que por oportunismo, y raterismo político, para mantenerse en el negocio sucio politiquero, afirma que lo que dijo hace años ya no representa su pensamiento político. Esto es doblemente sórdido: por lo que dijeron, y por lo que ahora niegan, estos alacranes.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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