El perro mortalmente atropellado

1

Mi esposa, mi hija menor y yo viajamos a Maracay. Yo manejo. Cuando llegamos a la Encrucijada de Cagua un perro trata de cruzar la calle. El automóvil que está delante del mío acelera. Hay mala intención. El chofer de adelante quiere atropellar al perro callejero y lo logra. El can queda frente a las ruedas de mi carro arrastrándose a duras penas hacia la acera. Sus patas traseras están destrozadas .Yo me detengo para que el pobre animal atropellado alcance la orilla. Los carros de atrás arman una algarabía y pitan para que yo no me detenga; pero a mí no me importan sus bocinas. El perro llega a su objetivo y se queda postrado. Sus aullidos lastimeros son la prueba de que un inmenso dolor lo agobia.

2

Nosotros callamos. No nos miramos; pero sentimos sobre nuestras sienes esa presión característica que preludian las lágrimas.

3

Schopenhauer, uno de mis filósofos preferidos, escribió: "La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona".

4

Una vez le escuché a alguien decir que Dios está en el corazón de la persona, y eso no le permite, por ejemplo, pegarle a un perro…



 



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Edgardo Malaspina

Médico. PhD en Medicina. Docente universitario y poeta.

 edgardomalaspina@gmail.com

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