A Nico lo mataron

Es sumamente triste hacer una crónica de un niño de 13 años que vendía globos, como sus padres, para ayudar al sustento de la casa, y tener que escribir que fue asesinado por un mal hombre, que no reparo en que se trataba de una vida muy joven a la cual le quedaba mucho camino por andar. A él le gustaba lo que hacía. Consideraba que era su aporte para que sus padres y todo el grupo familiar salieran hacia delante, por lo cual realiza su tarea con alegría y con amor.

"De grande quería ser un exitoso criminalista, lo tenía claro, a pesar de que apenas estudiaba el segundo grado de secundaria. Tenía 13 años, vivía en Ecatepec, Estado de México, y contaba con muchas amistades. Era amable, carismático y siempre le gustaba vender. En sus tiempos libres ayudaba a las personas como una pareja de adultos mayores que los apoyaba a llevarles el mandando; sin embargo, la vida de Nico se apagaría el 2 de mayo", dice la nota periodística.

"A mi hijo le gustaba trabajar, somos globeros. Amaba su trabajo, me decía 'mamita ya trabajando toda la situación va a cambiar, ya no vamos a padecer'", narró Rebeca, la madre de Nicolás.

"Esos sueños", dice el periódico local, "deseos y metas quedaron paralizados el día en que Nico se dirigió a la casa de su abuela. Iba por un poco de gel antimaterial. Contento, salió para visitarla, no sin antes ponerse sus tenis nuevos, que tenía poco de haberlos comprado, para los cuales había ahorrado. Sus padres se quedaron en casa para dividir las ganancias del día, no vivían juntos. Rebeca vio el reloj, ya habían pasado 10 minutos desde que envió a Nico a casa de su abuela que vivía a dos cuadras de ahí".

El teléfono sonó. Su madre Rebeca lo tomo en sus manos y se lo llevó al oído. Fue cuando se enteró que su "bebe", como lo llamaba, no había llegado a donde su abuela. Nunca llegó.

Otra llamada. Esta vez con un mensaje escalofriante que taladró el alma de la señora Rebeca, madre de Nico. "¿Cómo dice, señor? Esta seguro…mi bebé está muerto. ¡Ay, Dios!, no más ayercito estaba vendiendo sus globos, como era su costumbre, para ayudarnos, y ahora usted me dice que está bien muertico. Dios se lo ha llevado antes de tiempo, yo lo había buscado, desde que supimos que no había llegado donde su abuela, lo busqué por todos lados, en la policía en el hospital, en el campo donde jugaba futbol, en las paredes, en fin, no dejé donde lugar sin buscarlo, y ahora usted dice lo que dice. Disque unos vecinos fueron detrás de una pelota de futbol que se había escapado hacia una zanja, y el niño que corría tras la pelota, de pronto se paralizó: justo , al ladito de la pelota estaba un cuerpo de un niño. Ese niño, Dios, mío, era mi bebé.".

"Me avisaron, pero los mismos vecinos me decían que no era él porque se veía mucho más grande; sin embargo, no quise verlo, así que le llamé a mi esposo, a mi cuñado y a mi hermana. Llegaron las autoridades, hicieron lo correspondiente". El cuerpo de Nico fue encontrado muerto en un terreno baldío de un tiradero de basura, en la colonia Lomas de Tecámac, en el municipio de Tecámac, el 4 de mayo, con signos de violencia. A pesar de que la madre de Nico no vio el cuerpo de su hijo, el padre del niño le contó que el pequeño sólo tenía las llaves de su casa y las de su abuela. No traía sus tenis, ni su celular", dijo desconsolado la señora Rebeca, ante la realidad.

Dos días después, el periódico informaba: "Hallan al presunto asesino de Nicolás (Nico) Manuel Alejandro, se trata de El Orejas, de 37 años, fue detenido por el homicidio de Nico, quien dijo que lo había asesinado porque le había gustado sus tenis".

El cielo sigue teñido de globos multicolores en honor de aquel niño de 13 años llamado Nico, que estuvo en un instante, en el lugar y la hora equivocada, donde perdió su vida llena de aspiraciones y sueños, a manos de un adulto malvado: "El Orejas", quien, gracias a Dios fue capturado por las autoridades mexicanas. Pero, su aprehensión no podrá revivir al niño vendedor de globos, a quien le cercenó sus sueños por unos tenis. Dice la gente cercana a Nico que lo vieron subirse a un globo rojo, el cual se elevó, internándose entre las nubes. Nunca se volverá a ver.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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