A 31 años del 27f. ¿Qué más decir, de lo ya dicho?

Es una fecha que está prohibido olvidar, sin embargo no basta recordar y o conmemorar; es una efeméride para seguir reflexionando sobre lo ocurrido ese día. Los llamados científicos sociales tienen una deuda pendiente con ese importante acontecimiento histórico. Veamos si desde la Historia, la Sociología, la Antropología y la Ciencia Política se puede decir algo más.

El 27 F ¿Un brinco de la historia?

Para Hugo Chávez, a partir del "27F (1989) comienza el siglo XXI en la región y el mundo". En efecto, estábamos a finales del siglo pasado y quienes presenciamos éste fenómeno social pudimos apreciar una ruptura del hilo histórico. Un salto sorpresivo y violento que trastornó y cambió repentinamente el camino tomado por los que arrean los bueyes de la carreta neoliberal. Venezuela, aunque se incorporó tardíamente a esta carreta neoliberal- otros países como Chile y Argentina tempranamente lo habían hecho-, fue el primer país donde los de abajo no soportaron la terapia de choque aplicada por los dueños del gran capital para trasladar sus riquezas naturales y dominar el mundo globalmente. Así que chaparrearon la historia, haciéndolas dar saltos o desviar caminos trazados por los poderosos.

El Caracazo cambió drásticamente la realidad social y política venezolana. En el foso quedó el llamado pacto (social) puntofijista, un pacto que mantuvo a los partidos del orden en el poder, supeditado en una masa de votantes, tolerantes pasivos, de un lado, y de otro, dependiente de una poderosa clase económica con gran protagonismo en las decisiones políticas.

La democracia ensangrentada

El Caracazo puso al desnudo a la figura de Estado democrático. Las cifras de la masacre rondan los 3000 asesinatos, de acuerdo a versión extraoficial y según cifras oficiales unas 300 personas muertas hablan de una democracia ensangrentada. ¿Cómo ocultar ahora el alma de gendarme una vez caída las caretas de un régimen político que se hacía pasar como democrático, habiéndose derramado tanta sangre en las calles? No digamos más, la vitrina donde se lucía el sistema político liberal burgués más sólido y unas de las clases media más robusta del continente fue rota salvajemente y pudo verse una democracia manchada de sangre. Toda una historia de modelaje de vida habituada a un ritmo de trabajo a unas normas instituidas del "buen ciudadano" y de respeto a la vida cívica fueron suspendidas/destituidas provisoriamente, para luego recogerlas y continuar la aparente vida normal y usual de siempre, pero que al fin y al cabo es una normalidad sospechosa, pues ¿cómo creer que la represión desatada contra la revuelta restableciera por sí mismo los pilares morales y políticos del orden, o planteado a la gramsciana ¿que esperar de una furiosa represión social sino el rompimiento de la hegemonía (entendida ésta como la capacidad de ejercer el poder encubriendo la represión) predominante hasta entonces?

Por otra parte, la noción del Estado mínimo bajo el neoliberalismo no es sostenible, toda vez que lo que existe es un Estado (capitalista) con dos caras. Por un lado se comporta como un Estado fuerte (o forte) en su rol opresor/represor, controlador social, y a la vez un Estado mínimo o débil en su rol de protector social, y también debilitado para (des)controlar las ganancias del capital. Verbigracia, la aplicación de los llamados paquetazos en esta era de globalización capitalista deja bien claro el papel del Estado como brazo ejecutor de las políticas públicas y o de control social del gran capital.

El Caracazo. El inicio de una rebelión continental permanente

Si tomamos en cuenta la cantidad de países que se han sumado a la ola rebelde desde 1989 hasta la fecha, su evolución de revuelta (protesta violenta de corta duración, espontánea y sin dirección u organización) a rebelión (protesta de mediana y larga duración, mayor dimensión e impacto sociopolítico, mayor organización y dirección con consignas y objetivos claros contra un régimen político determinado ) y la forma con que se han encadenados unas a otras, tales como la rebelión chilena 2019, la rebelión de la Whipala 2019, las rebeliones 2019 en Ecuador y Colombia, estaríamos hablando de una rebelión continental que amenaza ser permanente como es permanente la violencia del capital.

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Francisco Hernández

Profesor universitario

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