Cuando el vecino apreciado te ofende por no compartir su ideología política

Hemos visto a través de las redes sociales, muchas veces, algunos carteles o anuncios reflejando que perder la amistad de un amigo o un vecino, incluso alejarte de familiares o seres queridos, por aquello de mantener divergencias en la política, no vale la pena, y eso a nuestro entender es un buen consejo que compartimos amplia mente, sin que debamos de cambiar de ideología o razonamiento solo para complacer los caprichos de terceros, más si lo que se desea tiene que ser prácticamente a la fuerza.

El chantaje, en estos casos, surge de inmediato. Quienes nos adversan apelan, en la mayoría de los casos, a dar demostraciones de alejamiento; incluso cuando saludan, si es que lo siguen haciendo, lo hacen demostrando desgano o poca empatía. Lo que hace, desde luego, que surja la incomodidad, las interrogantes y el qué debo hacer.

A nuestro entender, cuando estos casos llegan irremediablemente, más en estos momentos de crisis y de actuaciones contradictorias, y en muchos casos, indecorosas, lo primero que debemos hacer es evaluar el grado de instrucción o formación que tenga la persona que "arroja la primera piedra".

Es decir, sin menospreciar a aquellos individuos que no han tenido la oportunidad de estudiar o contar con una buena formación académica, por el contrario si estamos llamados a precisar qué valores maneja ese sujeto contradictorio y hasta dónde llegan sus conocimientos del mundo exterior, para luego evaluar si vale la pena o no atender el mensaje "desgarrador" que ha hecho que entremos en el mundo de la incomodidad.

Estimamos que en estos momentos, debido al drama que vive el país, casi todos los venezolanos hemos pasado por una situación similar al tema que estamos planteando, o al menos conoce muy de cerca a algún allegado que le haya pasado lo que aquí estamos desglosando hoy.

En nuestro caso ya se ha hecho casi cotidiano tener divergencias con amigos, conocidos y familiares. Por cierto, en el último de los casos, dice un dicho "que no hay peor cuña que la del mismo palo". Pero en fin, cuando la divergencia surge en estos casos, tenemos que ser, además de inteligentes, tolerantes, porque también se nos podría aplicar aquel otro refrán que dice: "el que le pega a su familia se arruina".

Por más que estemos conscientes que no vale la pena perder amistades o amigos por el tema de la política, a veces el desenlace es tan violento e inesperado que nos ha llevado a alejarnos de esos vínculos, sobre todo cuando hemos visto que se ha apelado a la ofensa y al descrédito, incluso, de manera pública.

Esto último que hemos planteado se hace intolerable. Más si las ofensas vienen de personalidades previamente preparadas, como nos ha ocurrido con algunos colegas periodistas, que a pesar de todo los seguimos apreciando.

"El perverso fablistán", fue una entrega que precisamente nos vimos en la imperiosa necesidad de redactar, debido al acoso por demás desconsiderado que se nos hizo desde el Zulia por un colega con quien compartimos escenarios de trabajo, por más de 15 años.

Por más que tomamos en un principio a chanza los dardos que se nos dirigía casi a diario a través de las redes sociales, empezamos a notar a lo largo del tiempo que la cosa iba en serio, pues este viejo "amigo" dedicado al periodismo olvidó, incluso, el Código de Ética del Periodista, más si lo que escribía -sin compasión- no respondía a una crítica constructiva, o de camaradería, como lo demostró a lo largo del tiempo.

Más recientemente nos acaba de ocurrir, solo de palabra y verbo, un pequeño impase con un vecino, que por cierto estudió leyes, una vez que se molestó porque no somos afectos a su tendencia política. De retirada apeló a la ofensa criminal cuando menos lo esperábamos.

Por cierto este último incidente, si es así que lo podemos llamar, nos deja perplejos, por cuanto es bastante contradictorio que un abogado llame a desconocer las leyes, el estado Derecho, la propia Constitución y le haga la venia a un escenario de guerra entre los venezolanos.

No negamos que la crisis que afronta la nación ha disminuido considerablemente la calidad de vida no solo de periodistas y abogados, entre otras profesiones, ni que hablar de las familias más vulnerables, pero jamás podremos compartir frases expresadas a la ligera que incitan que al Presidente hay que matarlo, desaparecer-lo, incluyendo sus ministro, y menos que nos saltemos las leyes y la Constitución por un simple arrebato de rabia.

Dice otro dicho que "con la verdad ni temo ni ofendo", y ese es nuestro norte, aunque al parecer, dejando dicho que no todos los que no comparten nuestra ideología, piensan de igual manera, si notamos que la falta de argumentos en quienes nos adversa al parecer los ubica en el camino de la agresión, de la ofensa, del descrédito, sin razón y sin derecho.

Por sobre todas las cosas seguimos desde nuestro humilde puesto de lucha promoviendo la necesidad de mantener por sobre todas las cosas la paz en el país, pero sobre todo llamamos a reencontrarnos y a pensar muy bien lo que deseamos decir sin que se tengamos la necesidad de caer en la ofensa o en la diatriba, más si a quienes ad-versamos políticamente, y ofendemos, en muchos casos, forman parte cotidiana de nuestro entorno o de nuestra familia, a quien respetamos y le hemos entregado con sinceridad nuestro cariño y afecto.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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