Las autoridades del Seniat deberían ser sancionadas

El periodista sentado en un banco de la plaza de la Tacarigua de Margarita observaba perplejo el perfecto acabado de la fachada de la iglesia de dicho pueblo. "Es, sin duda, una joya arquitectónica. Aquí tuvo ser guiado el empírico constructor por una mano divina, para hacer esos bellos detalles, dignos de una gran obra de arte", se dijo.

En esa turbación estaba, cuando llegó su amigo, el Señor Pablo, jubilado del Seniat, quien después de los saludos, le indicó al periodista que leyera el artículo 51 de la Constitución de la República, y le cedió un ejemplar. Y el reportero leyó:

"Artículo 51. Toda persona tiene el derecho de representar o dirigir peticiones ante cualquier autoridad, funcionario público o funcionaria pública sobre los asuntos que sean de la competencia de éstos, y a obtener oportuna y adecuada respuesta. Quienes violen este derecho serán sancionados conforme a la ley, pudiendo ser destituidos del cargo respectivo".

Después de la lectura, el periodista preguntó: ¿Y a qué se debe esto?

- Sucede y acontece que según el Gremio de jubilados y pensionados del Seniat, han introducido oficios o escritos con una serie de peticiones ante las respectivas instancias del Organismo y ocurre que ni por escrito ni públicamente han obtenido respuesta; mientras tanto los compañeros pasando roncha, porque el sueldo mínimo que ganan todos, sin excepción, no les alcanza para comprar alimentos ni medicinas.

- ¿Y qué me quieres decir con eso?

- No te hagas el pendejo, que está bombita, a menos que usted no sea un periodista preparado. Pues sucede que basado en ese artículo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las autoridades del Seniat al no responder las peticiones, están incumpliendo y por tanto deberían ser sancionadas. Tan sencillo como eso. Pero te dejo eso para que lo analices, pues tengo que irme para visitar a unos compañeros que están enfermos.

El periodista observando el caminar lento, como perdonando el viento, del señor Pablo, y como si tuviera un puñal de tristeza clavado en todo el corazón, pensó: "Qué doloroso y lamentable, que después de trabajar tanto, se llegue a viejo, no te reconozcan tus derechos y de paso que haya gente tan impía".



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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