La historia cachonda del cachuda Rip Van Winkle

Una recreación del popular mito gringo. Una Ciber-Crónica pésimamente escrita por Un Tal Cucho Berbín
Oberve, querido cibernauta que "se parece igualito" a Un Tal Aveledo que vive y muere recostado, a pata suelta, en su chinchorro, en La Quinta LAS AVELEDURIAS DE AVELEDO.

Era una mañana muy soleada.
Rip Van Winkle fue con su esposa, hija y nieta a un tupido bosque de copudos y altos árboles. Iban a un picnic. A poco Rip Van Winkle se ofreció para internarse en la espesura del bosque y traer frutas silvestres. Y así lo hizo. Caminó mucho, quizás excesivamente, bosque adentro. Por un momento, después de horas de caminata, sintióse una pizca desorientado. Miraba en rededor suyo y todos los árboles le parecían iguales. Y no tenía claro el sendero de regreso. Pero no se asustó ni se inmutó.
Llegóse al pie de un enorme árbol que proyectaba una fresca sombra. Y como Rip Van era muy holgazán y dormilón, decidió echar una siestecilla, antes de recoger los frutales. Y se durmió profundamente entre bullangosos ronquidos y resoplidos.

...

Entreabrió los ojos. Miró desconcertado. Más arriba de las copas de los árboles vio infinitas estrellas. ¡Qué barbaridad! Había dormido toda la mañana, tarde y ahora parecía de madrugada. ¡Y a punto de amanecer! Por ello, como era muy holgazán y dormilón, decidió que amaneciera totalmente, recoger las frutas que su familia esperaba y emprender el camino de regreso. Y volvió a dormirse. Tiernamente, cómodamente, a pierna suelta. Y se fue sumergiendo en una suerte de vacío. Un descender infinito. Y solo escuchaba sus propios ronquidos y resoplidos.

...

Volvió a despertar. El Bosque había cambiado. Todo era distinto y nada le parecía familiar en absoluto. Decidió incorporarse. Y le costó mucho. Se sentía excesivamente pesado y sin las fuerzas de antes. Recogió, con dificultad, una horqueta grande y la convirtió en bastón. Pasó por un riachuelo. Sintió sed y se agachó a tomar agua. Cuando se inclinó para beber, vio que el espejo del agua le devolvía su rostro. Solo que muy arrugado y con una blanca y luenga barba. Cualquier otro se hubiese aterrorizado y habría bajado la montaña dando alaridos. Pero Rip Van Winkle, además de holgazán y dormilón, era despreocupado. Muy, excesivamente despreocupado, podría decirse. "Pata de rolo" le decían a los despreocupados e indolentes como él en el pueblo.

Bajó al pueblo. El pueblo estaba como un poco más crecido. Una sensación extraña lo invadió pero se la sacudió, como se sacude uno a un fastidioso moscardón.
Y como era -además de holgazán, dormilón y despreocupado-, muy borrachín, en lugar de ir a casa, lo más lógico, decidió irse, directamente a la cantina o pub del pueblo a amarrarse una solemne borrachera con sus amigos borrachos. Les gustaba hartarse de licor hasta caer como troncos en el piso del bar. Quizás canturrearían aquella vieja melodía de bucaneros y piratas del Caribe: "nosotros los viejos marinos, construiremos un barco de guerra, pa' beber y beber en el fondo del mar, porque ya no se puede en la tierra beber".
Entró al local y fue directo a la barra.

En principio, no vio ningún rostro amigo. Y como era -además de holgazán, dormilón, despreocupado y muy "Pepe Botellas"-, impaciente, decidió esperar a sus amigos. Pero ir adelantando su borrachera. Cuando sus amigos llegararan a la cantina o pub, ya él iba a estar achispado, quizás un tantillo jacarandoso, locuaz y con ganas de bailar una melodía de la Alemania de sus abuelos. Todos los Van Winkle, hasta su tataratatara abuelito eran famosos por ser fanáticos "escanciadores" o "achicadores" de botellas y borrachines alborotadores. Y muy guapetones y buscadores de broncas cuando estaban "entonados y sabrosones"

-Señor Barman: Quiero una buena jarra de cerveza, la más grande, que traigo la tripa borrachina a millón y el galillo tan seco como El Desierto de Los Zopilotes Señudos y Siniestros. Y cuando eso ocurre, me encanta zamparme ocho jarras seguidas para -¡jejeje!- "coger mínimo". Ah, malaya Henfra Rashkunshen "La Batidora", que ...¡esa sí qué baila remeneado, zapateado y tongonéandose, como culebra africana, "La Danza del Saltamontes Brincotón de Alemania", La Madre Patria!

-Señor (dijo el barman, con mucho respeto) hay un pequeño problemilla. Por razones éticas, morales, cívicas, y que conste en acta, no servimos cervezas a gente de tan avanzada edad como usted. Vale decir: usted es absoluta y extremadamente viejo. Más bien debería estar en el parque compartiendo las chocheras e historias cansonas, propias de vejetes, con sus nietecitos.

-¿Viejo yo? ¡Viejo el viento de Sonora y todavía sopla, mequetrefe y necio! Si yo apenas tengo cuarenta años -dijo Rip Van Winkle, visiblemente enfurruñado con los mofletes y el cogote enrojecidos por la ira. Estaba dispuesto, -¡incluso!-, a revirar de un solo soplamocos a tan irreverente jovenzuelo.

-Señor ... ¿Está usted loco de remate? Usted debe tener ochenta años como mínimo. Tiene el rostro más arrugado que el pescuezo de un pavo de Tasmania Norte. Además de esa barba larga, sucia e hirsuta que le hiede a sobaco de mocho. Y está engarruñado como garabato del Capanaparo. Supongo que habla zoquetadas solo y se hace pis encima. Y a lo mejor es muy chismoso y violentamente perreroso como mi Abuelito Peróclito "Barba de Ñame" Jarshunken.

-Oiga, joven: ¿Está bromendo? Peróclito "Barba de Ñame" Jarshunken es un poquitín más adulto que yo. Debe tener unos cuarenta y dos años. Yo le bauticé a Peroclitico "Barbita de Ñame" Jarshunken. Un manganzón tarajayo. Flojo como él solo. Holgazán, sangre de chinche y flojo para trabajar. Nadie pudo sacarle nunca ni un milímetro de plusvalía.

-¿Usted bautizo a Mi Querido Padre Peroclitico "Barbita de Ñame" Jarshunken? Usted debe ser...
-Rip Van Winkle, jovenzuelo.
-¿Rip Van Winkle es usted, ancianito? ¿seguro?
-El mismo que viste y calza y lee novelas de José Balza.
-Pero usted se perdió en el bosque hace dos cientos años. Lo buscaron durante meses y no apareció. Lo dieron por muerto. Y como no encontraron huesos ni nada, enterraron su gorra de mapache y su chaqueta de piel zorrillo o mapurite. Y después su mujer empezo a sacarle fiesta a...

Hubo como un violento remezón en las entrañas o entretelas de la totora, cacumen, chota, molleja o mente de Rip Van Winkle. Todo comenzaba, súbito, a cobrar sentido: la imagen de viejo que le devolvió el riachuelo, su extrema debilidad para caminar, el pueblo crecido, el hecho de que no estuviesen sus amigos allí en el pub o cantina hartándose de licor y cerveza. No sé atrevió a preguntar por Henfra Rashkunshen "La Batidora", que tan recontra bien bailaba remeneado, rucaneado, pandeado, zapateado y tongonéandose, como culebra africana, "La Danza del Saltamontes Brincotón y Saleroso de Alemania".

¿Dos cientos años dormido? ¡Qué barbaridad! Era difícil procesar mentalmente todo aquello. ¿Te duermes, te parece que dormiste un día y resulta que fueron dos cientos largos años? Y decidió preguntar:
¿Qué pasó con Samuel "El Saca-Muelas" Rushchennnenz?
-Se murió loco con lagunas mentales de tantas borracheras que "arreó".
-¿Y mi ... esposa Fraud Berza de Van Winkle?
-Si le pasó el chisme va a llorar como mozalbete que no ha tomado tetero, masato o fororo en tres días...
-Se equivoca totalmente, joven. Soy un hombre de pelos en el pecho y remolinos en las almorranas. Domaba burras salvajes en El Paso Texas. Y fui yo el que acabó, -¡a escopetazo limpio!-, solito, a los alacranes, mapurites, ornitorrincos barcinos, morrocoyes y coyotes de El Desierto de Los Zopilotes Señudos y Siniestros. Un hombre curtido por la intemperie y los vientos borrascosos y tifones de Montana y Wyoming. He subsistido en el desierto de El Valle de La Muerte comiendo alimañas sancochadas con nuecesillas y manteca de culebra. Y tomando agua pútrida de la más pestífera miasma del Pantano de Los Fantasmagóricos Pujidos de Seattle.
-Ahórrese la cháchara fantasiosa. Todos sabemos en este pueblo que todos los Rip Van Winkles son cobardes, temblequines, gallinas, asustadizos y correlones. De los que huyen y "dejan el pelero" a la hora de"los quíubos" ... ¡Valientemente, eso sí!
-Joven: que le doy boleto de ida y sin retorno al Cielo. Si continua blasfemando le haré tragar sus palabras. Con todos sus acentos, sílabas y sinalefas.
-¡Callese! Su mujer, apenas desapareció usted, comenzó a sacarle fiesta a todo interior que se moviera. Todas las esposas la odiaban. Le encasquetaron el remoque de "La Come-Musla". Y cuando estaban a punto de lincharla en La Sekuoya de La Plaza de Faggot Street, escapó a un lejano pueblo con su último amante, El Fornido Rujensh Shabran, mejor conocido como "El Zapato Prestado", por damas sexualmente decepcionadas por él.

-¿Y mi nietecita?
-¡Peor que la abuela: más zafia, más entrona con los machos, mucho más quita-maridos, muchísimo más vulgarota en sus remeneos al caminar, extremadamente bollo-loco y rueda-libre. Hasta las mujeres más pirindongas la señalaban con el dedo a su nieta.

-¿Mi nietecita? Que hizo comunión y se tragaba hasta cinco ostias diarias. Mi tierna y dulce nietecita. Es demasiado para un triste corazón de viejo.

Y Rip Van Winkle se fue quedando sumido en un profundo sueño. Esta vez no despertaría más nunca.



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Cruz Berbín Salazar


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