En Venezuela no cabe un Bolsonaro, con Maduro basta y sobra

Me estoy volviendo loco de tanta espera. No sé cuánto voy a cobrar, ni me interesa saberlo. El hambre que estoy pasando aguanta, hasta que llegué el pernil. Mientras tanto sacó cuentas en el aire acerca de cuántos Petros voy a comprar con mis suculentos aguinaldos. Serán muchos, y lo que me quede lo invertiré en lingotes de oro, tal como nos lo está exigiendo nuestro presidente obrero. A mí no me quita el sueño que en el Brasil haya ganado el tal Jair Bolsonaro. Ni el cable que me estoy comiendo. Al carajo los demás. Nadie va a torcer m rumbo. Yo nací pobre. Me levante en la pobreza. Estudié como pude, me casé, tuve hijos, y estos se fueron buscando no sé qué en otros lugares lejanos. Y ahora, me voy a comer las maduras con tanto Petro y tanto oro. Valió la pena esperar la crecida del rio.

A mí no me van a joder las mafias especuladoras. Yo sé que están al acecho, como caimán en boca e caño. Para llevarse de un sólo tarascón mis aguinalditos. Pero no les voy a dar el gusto, porque ese gustó es para mí presidente comunero, Nicolás Maduro Moros, quien ha sido el artífice de crear riqueza para los pobres como yo. Aquí, en mi hogar, estamos en esperas del pernil. "Ahora sí", dijo nuestro presidente. "Nadie se quedará sin su pernil, no es criollo, pero pernil es pernil". Me dicen que existe una pelazón generalizada, pero eso me entra por un oído y me sale por el otro. Esa es vaina de los lacayos conspiradores. Aquí, en mi país, tu país, nuestro país, no hay hambre, ni enfermos ni con reumatismo. Lo que existe es unas ganas de vivir del carajo. Vivir de las canciones de Ali Primera, vivir de la bailoterapia al estilo de "El Manzo dando", vivir como vive María León y sus compañeros de la Asamblea Nacional Constituyente. Vivir, viviendo, con hambre, pero con Patria.

Afirman que Bolsonaro ganó en Brasil, gracias a la bondad del PT y sus líderes. Es decir, la corrupción nada tuvo que ver con la victoria del furibundo derechista, sino con las metidas de patas de Lula y Vilma, que creyeron que se la estaban comiendo. No había corrupción, como no las hay aquí en la Patria de Bolívar y Chávez. ¿Corrupción en Venezuela? No mijito, zapatea para otro lado. ¿Ineficacia en este país? Estás loco. ¿Burocratismo? Nada que ver. ¿Amiguismo? Ni con una lupa podemos ver esa distorsión. ¿Superinflación? Cosas del dólar criminal y de mentes torcidas como la de Trump. Aquí pudiera haber un poco de hambre, pero no es un hambre mortal. Es tolerable. Fíjense que yo estoy buchón de tanto comer cable, pero estoy contento, a la espera de mis aguinaldos para gastármelos todos, toditos, en Petros y lingotes de oro.

No me queda nada por dentro. Todo lo he echado para fuera. Sólo me queda esperar mi pernil, mi caja CLAP, mis aguinalditos, y darle las gracias a mi presidente obrerista, y protector del legado de Hugo Chávez. Este legado no se perderá como se perdió el de Lula. ¡No, carajo! Estamos en Venezuela, donde todo marcha por un riel, y donde la gente vive para contar sus cosas a los demás, a quienes quieran creer que aquí, en la Patria de Bolívar, la revolución llegó para quedarse. Aquí no hay Bolsonaro que ronque, porque quien ronca, en nuestro suelo patrio, es Nicolás Maduro Moros, y nadie más… Eso es mentira de los lengua larga de que el legado está en peligro…¡Se cansa uno!

Puerto Ordaz, 29 de octubre de 2018.

 



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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