Dejémonos de ambigüedades, China y Rusia son el camino

Los venezolanos por lo general vivimos de sofismas, de apariencias y de engaños, e incluso revestidos de posturas elites cas sin que tengamos argumentos validos para ello, pero ante la realidad que vive el país estimamos que llegó el momento de cambiar, de agarrar al "toro por los cachos", y de una vez por todas dejar a un lado ese verbo, a veces encendido, que nos lleva a hablar improperios y actuar con ambigüedades, que no conducen a ninguna parte, por aquello que estamos llenos, ante la crisis que vivimos, de odio, rencor y frustración.

Nos hemos propuestos en esta nueva entrega a ser claros y sinceros, pues el país, la nación y el todo que la constituyen, no soportan más seguir con la letanía, la angustia y la improvisación, aunado a la quejadera, mientras se nos amenaza diariamente.

Negar que el imperio con sus políticas perversas nos tienes asediados y prácticamente acorralados es negar la realidad de los hechos, y quien insista tapar esta verdad es no estar bien de la cabeza.

Quienes pretenden alimentar la crítica al gobierno y buscar artilugios para dar con el traste de la revolución, niegan de manera apasionada que es falso que el imperio tiene planes para llevar a cabo una invasión a nuestro suelo patrio, no obstante los hechos dicen todo lo contrario a la vuelta de la esquina, es decir, en territorio colombiano, donde operan alrededor de una siete bases militares, con alta tecnología, que nos apuntan y nos asechan.

¿Qué debemos hacer los venezolanos ante esta inminente realidad?

Por ahora, seguir promoviendo la paz, el diálogo, la hermandad, el entendimiento y sobre todo exigir el respeto y el derecho a la auto determinación de los pueblos, pero sobre todo continuar con nuestro norte, gritándole al mundo, que somos una nación autónoma, libre e independiente.

No obstante a todo lo anterior, no podemos seguir o permanecer de brazos cruzados: si el país está en riesgo de sufrir un ataque armado insospechado, por parte del imperio, con apoyo de Colombia, la lógica nos dice que debemos prepararnos para rechazarlos, como lo hicieron nuestros patriotas en el pasado con las tropas realistas.

Colombia dio un paso nefasto, cuando cayó de rodillas ante las propuestas del Pentágono de establecer bases militares norteamericanas en su territorio, solo con el fin de someter y vigilar más de cerca a los pueblos nobles de América Latina.

Ha sido un paso detestable, traidor y perverso para la región, que traerá a la postre consecuencias graves e insospechadas, si de verdad se cumplen los planes imperialistas claramente establecidos.

No queda de otra, dirían un grupo de chamos de nuestra última generación, que llamar entonces a China y a Rusia para que establezcan en nuestro suelo patrio, en igualdad de condiciones, un sin número de bases militares modernas de ambos países, para protegernos del asedio norteamericano.

La diferencia con Colombia estribaría que esa nación permitió que la bota insolente del imperio pisara suelo sagrado que libertó con tanto sacrificio nuestro padre de la patria, Simón Bolívar, para atacar y someter a su antojo a hermanas naciones, como es el caso de Venezuela, nosotros por el contrario lo permitiríamos solo por necesidad de defendernos, que es un legítimo derecho que tenemos todos los venezolanos.

"La mejor manera de evitar una guerra es prepararse para ella", dice un precepto militar. Venezuela, en este sentido, no puede estar ajena a esa realidad. Ha llegado el momento que a nuestro país arriben modernos equipos militares, aviones y helicópteros de última generación, y todo cuanto exista para enfrentar, que no es el deseo, a un enemigo poderoso, que no solo nos vigila y nos amenaza, sino que tiene el propósito de apoderarse de nuestras riquezas.

La responsabilidad histórica de un hecho lamentable caería sin lugar a dudas en la conciencia de Colombia, de su pueblo, de sus militares, que al parecer desean reeditar el odio que siempre sintió Santander hacia los venezolanos. Venga Rusia y China, pues, a la tierra de Bolívar, a enfrentar o impedir lo que desde días atrás se perfila y se planifica en perjuicio de nuestra querida nación.

*Periodista

italourdaneta@gmail.com



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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