Me desayuno conque Maripili sigue los pasos de Ismael García

Qué fuga de cerebros, compadrito, comadrita, ahora también se nos fuga la Maripili tras los pasos de Ismael García y con toda seguridad lo hacen hacia el Instituto Instin, lo hacen como las aguas del río, es decir, hacia el declive, ¡me desayuno con esa noticia!

Mas, cada vez más el barco anda más ligero, así que a quienes se apartan de la revolución se les agradece el gesto, es sin duda una contribución aunque nosotros no lloriqueamos por llevar más peso, más trabajo con los remos sino que quisiéramos tener el espinazo mucho más fuerte para soportar la carga del trabajo revolucionario.

A veces de noche especialmente durante el descanso me gusta contemplar la estela y me digo, ¡bah!, y vuelvo a mi puesto de grumete remero cuando me toca mi turno, a proseguir en la lucha infinita hasta que el cuerpo aguante un poco más; es que somos eslabones de una cadena revolucionaria, así que otros tienen que relevarnos puesto que no somos definitivos y para siempre pero mientras tanto, debemos saber que la consciencia es la energía para el trabajo duro y saber además que la fortaleza de toda cadena la determina el más débil de sus eslabones, otros nos relevarán; se sabe que ningún viento es favorable cuando no se conoce a que puerto llegar pero nuestro puerto es el socialismo, una obra por hacer pero más que obra tal se trata de un proceso, digamos que el socialismo sea una obra en proceso definitivo, permanente, y sólo así es posible hablar de revolución verdadera.

Si cuando descanso me dedico, entre otras cuestiones, a observar la estela, cuando trabajo no dejo de tenerla presente así como sucede con el Sol que cuando se oculta no deja de alumbrar y eso lo tengo presente de alguna manera y de ahí emana mi gran confianza en la revolución.

A veces, en alta mar, las aguas servidas del barco son descargadas y obviamente se confunden con la estela que aunque parezca muy bonita tiene mierda.

Si bien se agradece que quienes no tengan fuelle se aparten, también es bueno advertirles el riesgo de que ocasionalmente se confundan, repito, con la mierda.

 



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Guillermo Guzmán


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