Ebullición de las sensaciones toca ya a lo sobrehumano

"Quien vive muriendo día tras día, entretejiendo la vida con la muerte, conoce un terror potente y elemental del que nada sabe la experiencia diaria de los demás; los cuerpos que jamás perdieron su contacto con la tierra ignoran lo que es placer de flotar en el éter, como alma sin cuerpo. El concepto de la dicha del que vive tales momentos, equivale al éxtasis; su concepto del tormento, a la disolución en la nada. Por eso la felicidad de los hombres, no trasluce tampoco esa ruidosa alegría de otras vidas, sino que arde y llamea como el fuego, y siente el pecho rompérsele de miedo; es un estado intolerable, insostenible, que más bien se diría de goce que en dolor. Y lo mismo sus tormentos: tienen siempre algo que ha vencido ya esa sensación vulgar de angustia confusa que pone un nudo en la garganta y oprime de agobio y de terror; es una claridad helada y casi riente, una codicia satánica de amargura que no conoce las lágrimas, una risa estertórea y seca, una risa sarcástica y demoníaca que casi semeja a una explosión de gozo triunfante. Nunca, hasta él, había sido tan desgarrada esta polarización de los sentimientos ni el mundo tan dolorosamente tenso entre estos dos nuevos polos de éxtasis y aniquilación por sobre toda medida habitual de dolor y de dicha".

Comandante. Su enfermedad le arrebata hasta alturas del sentimiento que el mortal no alcanza, le aplasta en crisis de angustia y de terror que caen ya en el más allá de la vida, en una atmósfera casi irrespirable, tan pronto de hielo como el fuego, que es el reino de la inanimado y lo supravivo. Como los animales nocturnos en las tiniebla, la mirada de este Revolucionario más claro en las sombras que la de otros bajo el sol. Y el fuego donde otros se abrasan es para su sentimiento calor tibio y grato: su superiodad sobre el alma sana con el alma enferma, le acercan a los misterios más hondos de la vida. Y se pasea como un sonámbulo por las cimas del sentimiento, donde caen, desvanecidos e impotentes, los despiertos, penetra en los abismos de la inconsciente más adentro que todos los sabios. Aquel místico visionario que la hermanaba con todo en conciencia y su pasión, permitióle de descubrir y catalogar después, a fuerza de irlas disecando con el escalpelo del análisis sobre el cadáver de la experiencia todos esos fenómenos de telepatía e histemiento, de perversión y alucinados. Los pasos de este gran precursor recorriendo todos los secretos del alma, hasta tocar al borde de la locura, hasta asomarse a las simas, descubriendo en el universo psicológico un infinitito de tierras nuevas, Con él se dobla la última hoja en el libro de una ciencia caduca, y se abre en el libro del Revolucionario la era de una psicología nueva.

¡Hasta la Victoria siempre, Comandante Chávez!



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Manuel Taibo


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