¿Y ahora qué?

El imperialismo con sus poderosos mecanismos de inoculación ideológica, ha logrado posesionar en el imaginario colectivo una supuesta confrontación entre opositores y chavistas, por lo cual era necesario el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente para asegurar, en primer lugar la paz entre los viejos representantes del capital financiero especulativo, y los conciliadores de una convivencia negociada para enmendar la profunda crisis del modelo capitalista rentístico y dependiente.

La clase obrera y el pueblo trabajador todavía no despiertan a la única realidad de que todo este revuelo continúa ocultando el choque de intereses entre la burguesía y el proletariado venezolano, despojado de su prosperidad, mediante el robo de sus prestaciones sociales, y de su calidad de vida a través de decisiones concertadas, a través de la Economía Productiva, liderizada por Pérez Abab, que eliminaron el control de precios, y acordaron con los empresarios la liberación para fijar los montos de venta de sus productos a como les diese la gana, tomando como excusa el incremento desmedido del dólar Today frente a la devaluación de nuestro signo monetario, entre otros artilugios.

Ahora que ha quedado claro que es falsa la apreciación, difundida en la calle por los aparatos ideológicos del capitalismo, de que hay un enfrentamiento entre opositores y chavistas, la ANC está obligada a defender a la clase obrera, y al pueblo trabajador en una situación de minusvalía frente a los intereses del capital que le ha robado todo el bienestar que había alcanzado durante el proceso bolivariano liderado por Chávez. No podría haber paz sino se le pone freno a la pobreza, y la miseria que a diario genera la liberación de precios, la ausencia de controles, y el desconocimiento de la autoridad del gobierno, y de la propia ANC, por parte de los empresarios y comerciantes.

La coñiza económica que los intereses del capital financiero especulativo le siguen dando a la clase obrera y al pueblo trabajador venezolano, no ha cesado, a pesar del triunfo de la ANC; por el contrario la golpiza se agudiza cada día, a cada instante surge una nueva trampa para robar a los usuarios o consumidores de productos o de servicios básicos. La carne de segunda, a más de 20.000 bolívares, el cartón de huevos y el arroz, cercanos a esta cifra, tan solo por poner un ejemplo; estos productos básicos, están fuera ya del alcance de las posibilidades de un sueldo mínimo, lo que da cuenta del desespero y el sufrimiento que está viviendo la clase obrera y el pueblo trabajador en la calle.

A esto se suma las vandálicas acciones de la banca paralela que han montado los empleados de los bancos privados y estatales, mediante la desaparición del efectivo para destinar los billetes de alta denominación hacia los negocios fraudulentos de la frontera, y la mayor parte de la masa de billetes a los puntos de avances donde le cobran hasta el 25% de interés para cambiar el dinero plástico por el dinero físico. Las víctimas en su desahucio, robadas en los comercios y en las entidades bancarias públicas y privadas.

Realizar cualquier trámite se ha convertido en una pesadilla, dado el incremento y la elevación de los malos tratos de los funcionarios públicos y privados, que reciben un sueldo para atender eficiente y amablemente a todos los usuarios, sin discriminación alguna, tal como lo establece el numeral 1 del artículo 21 de la CRBV. Este trato inhumano casi que generalizado, es parte de la coñiza económica, y psicológica para hacer sufrir al pueblo, al tiempo que se culpa al gobierno, y a los chavistas, de esa violación de los derechos humanos. Sin embargo, más de 8 millones de votantes respaldando el triunfo de la ANC, desmienten la manipulación de los dueños del capitalismo imperialista, los verdaderos culpables de esta agresión terrorista a la clase obrera y al pueblo trabajador, que lamentablemente sigue incrementándose.

La ANC, junto al protagonismo de un verdadero poder popular, tiene la palabra y la acción para conjurar el peligro del terrorismo fascistoide del capitalismo imperialista, contra la clase obrera y el pueblo trabajador venezolano.



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Eduardo Mármol


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