Al chavismo lo derrotan los mismos "chavistas", que eran los mismos adecos

La verdad histórica, duela a quien le duela, dicta que Venezuela no consigue superar el fatalismo adeco. Pareciera que el general Gómez lanzó una maldición a la generación del 28 que aún estamos pagando: "vivirán como adecos". O quizá, no hemos encontrado el remedio al infortunio petrolero, que sólo permite socialdemocracia salpicada de dictaduras.

Es así, aquí entre nosotros la política es embarrada por el excremento del diablo, la vida trascurre con esa música: los de arriba comen mucho, mueren de colesterol; los de abajo padecen anemia, hambre de proteínas y de escalar hasta allá donde se come el tocino. Todos manchados de petróleo, sus precios rigen la vida.

Cuando surge un movimiento, un hombre con una lámpara en la mano señalando otro camino, todas las fuerzas se confabulan contra él, lo aplastan, lo deforman, lo penetran. Es larga y triste la lista de hombres sucumbidos en las entrañas de la bestia petrolera; toda época, cada año tiene su mártir, su cristo crucificado. La masa de abajo tiene los mismos miedos de la costra de arriba, los defiende, los blinda. Temen a los redentores, lo llevan al patíbulo, cuando debían conducirlos al timón social.

¿Dónde murió Argimiro, dónde Fabricio, en manos de quién? De los mismos socialdemócratas que lo llevaron al Panteón Nacional, para, como diría El Cantor, asegurarse de que no se vaya de nuevo a las montañas. Cuántas derrotas, cuántas vidas entregadas a la gran tarea de superar el adequismo, y cuántas vidas frustradas.

Hoy vivimos, quizá, el fin de un ciclo libertario. Es importante estudiarlo, escribirlo para que las generaciones futuras, los guerreros del mañana, sepan los errores cometidos, los aciertos, para que el ejemplo de los grandes que intentaron romper el hechizo no se pierda, no sea deformado por los socialdemócratas, los adecos.

La constituyente es la culminación de una operación exitosa contra Chávez. El Chavismo fue infiltrado, o quizá debíamos decir, el Chavismo infiltró a la socialdemocracia con tal éxito que por momento consiguió dirigirla. Desde el mismo instante cuando el Comandante se convirtió en Gigante, en unos de esos Cristos que intentan la redención, comenzó la operación que culmina con la constituyente. La constituyente tiene éxito, la jauría de los oportunistas corrieron a anotarse, el alma adeca afloró en las candidaturas, los grupetes, los intereses mezquinos volaron, se acomodan desde ahora para las elecciones de gobernadores. No importó nada que enterraran a Chávez nuevamente, que derrumbaran su último símbolo, nada importó. Sólo situarse donde hay posibilidades de negociar, ir a Caracas, estar allí donde reparten la renta, donde deciden los puestos.

Hoy no sabemos si habrá constituyente o si los socialdemócratas de lado y lado se pondrán de acuerdo, o quizá un digno decida manifestarse y rescatar el decoro perdido en el barrial del pragmatismo, y cambie el paisaje. De lo que sí estamos seguro es que la idea libertaria, la herencia de Bolívar continuada por tantos líderes sacrificados, surgirá siempre como ave fénix de las cenizas de tanto anhelo revolucionario, de tanta lealtad derramada.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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