La constituyente: ¿Un medio malo para un mal fin?

"Nadie establece una dictadura para salvar la revolución; se hace la revolución para salvar la dictadura. El objeto de la persecución es la persecución. El objeto de la tortura es la tortura. El objeto del poder es el poder"

O ´Brien de 1984

"...haga, pues, el Príncipe lo necesario para vencer y mantener el estado

y los medios que utilice siempre serán considerados honrados

y serán alabados por todos.."

Nicolás Maquiavelo

"Poco me importa, pues el éxito justifica todas las causas"

Napoleón Bonaparte

"El fin no puede justificar los medios, por la simple y obvia razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines producidos"

Aldous Huxley

"Nadie antes había argumentado que era función del conocimiento político instruir a los gobernantes en las técnicas del mal, porque nadie había pensado que la inmoralidad era el precio exigido por la supervivencia"

Sheldon Wolin

I. Maquiavelo

En El príncipe (escrito en 1513 y publicado en 1532), Nicolás Maquiavelo (1469-1527), que ejerció la política en Florencia, propone una teoría de la acción con consideraciones antropológicas y consecuencias en el plano tanto de la ética como de la filosofía política. La leyenda del "maquiavelismo" tiende a hacer de Maquiavelo 1) un apologista de la omnipotencia de la voluntad del príncipe, y 2) un autor cínico e inmortal. Nosotros veremos más en él un pensador de dos aspectos: la fragilidad de la acción humana y la inquietud ética en política. Maquiavelo aprehende la cuestión de la acción a través de los juegos de la fortuna y la virtú.

La fortuna remite a las condiciones objetivas de la acción, tanto del lado de las circunstancias independientes de nuestra acción (naturales o históricas) como de los recursos acumulados en tal o cual campo. La virtú se orienta a la habilidad, la capacidad subjetiva para hacer fructificar la fortuna, apoyarse en las circunstancias favorables (aprovechar la oportunidad) o salir al paso de las circunstancias desfavorables. Para Maquiavelo, el encuentro entre ambas es lo que va a explicar el curso de las circunstancias independientes de la voluntad y de las opciones unidas al libre albedrío. Hay así márgenes de maniobra para una acción humana que resulta frágil, que no es omnipotente. Simbólicamente, Maquiavelo parte en dos la diferencia:

"Para que nuestra libre voluntad no quede anulada, pienso que puede ser cierto que la fortuna sea árbitro de la mitad de las acciones nuestras, [pero que] la otra mitad, o casi, nos es dejada, incluso por ella, a nuestro control" (El Príncipe ,XXV)

Maquiavelo enuncia así una hipótesis pre-sociológica: las circunstancias independientes de nuestra voluntad serían "árbitro de la mitad de las acciones nuestras" y tendrían por tanto a desplazar en mayor o menor medida nuestras intenciones iniciales. Esta cuasi-sociología maquiavelista tendrá algunos ecos en Max Weber : "El resultado final de la actividad política guarda una relación absolutamente inadecuada, y frecuentemente incluso paradójica, con su sentido originario". Esta hipótesis, que debilita el lugar de las intenciones humanas en el curso de la historia, altera una cierta continuidad moral entre los medios y los fines a la que a menudo nos tenían habituados los filósofos. Maquiavelo nos da pistas más inquietantes: "Porque, si se considera todo como es debido, se encontrará alguna cosa que parecerá virtud, pero si se la sigue, traería consigo su ruina, y alguna otra que parecerá vicio y si se la sigue garantizará la seguridad y el bienestar suyo"(El Príncipe ,XVI)

¿Cómo admitir, sin rechazo ni cinismo, que con frecuencia el mal pueda situarse en el camino del bien?

La confusión introducida por Maquiavelo en la relación entre los medios y los fines de la acción es reforzada por su pesimismo antropológico: "la maldad humana", escribe. Jean-Louis Fournel y Jean-Claude Zancarini prefieren hablar "de una hipótesis prudencial" más que de una antropología pesimista. En cualquier caso se puede detectar en Maquiavelo un imperativo de prudencia antropológica en cuanto al orden de la acción política, prefiriendo que esta acción esté apoyada más en una hipótesis de "maldad" del hombre que de "bondad".

La lectura de Maquiavelo propuesta por Maurice Merleau-Ponty ayuda a apartarnos de las simplificaciones del "maquiavelismo". Nos pone sobre la pista de la inquietud maquiaveliana en cuanto al ajuste incierto, en una situación concreta, de medios y fines heterogéneos en parte. "Maquiavelo tenía razón: hay que tener valores, pero eso no basta", señala Merleau-Ponty. Hay muchos fines juntos en la política de Maquiavelo, como la búsqueda por el príncipe "prudente y virtuoso" de una forma política "que le haga reportar a él honor y bien a la totalidad de los hombres". Pero para llegar a esos fines legítimos a través de circunstancias que se nos van de las manos puede uno verse llevado a recurrir a medios en discontinuidad con esos fines: no "alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si se ve obligado" (XVIII).

II. ¿Los medios "justifican" el fin?

Sólo el fanático, adicto a la peor moral de principios, no ve contradicción entre fines y medios porque sus conceptos poseen un significado estático, inalterable por las circunstancias. En su libro "Ética, retórica y política", Victoria Camps sugiere, con acierto, que tendría sentido preguntarse si los medios justifican el fin:

"…… los fines y los medios no pueden ni deber concebirse por separado, porque se encuentran íntimamente imbricados hasta el punto de que resultaría más interesante y provechoso preguntarse, por escandaloso que parezca, no si el fin justifica los medios, sino si los medios justifican el fin"

Pero "justificar" tendría un sentido diferente al usado en "el fin justifica los medios"; podría querer decir comprobar en un "bien", es decir un objetivo o situación real, un valor elegido, o favorecer la realización posterior de un valor proyectado. Una acción es racional si, en primer lugar, es máximamente adecuada al logro del fin al cual se dirige y, en segundo lugar, si el fin y los medios utilizados se eligieron mediante el uso consciente del mejor conocimiento relevante disponible. La lógica es simple: actuamos racionalmente si escogemos un fin práctico que resuelve nuestro problema y, posteriormente, hacemos uso de todos los medios de los que disponemos para alcanzarlo.

Decimos que las acciones están justificadas si realizan un valor. A la inversa, los valores son el caso, existen, si se realizan en acciones y situaciones concretas. Sólo entonces dejan de tener una existencia ideal, como objetos de actitudes, para adquirir existencia objetivamente comprobable. Entonces pueden ser objeto de experiencia, como cualidades de "bienes". Si el valor justifica las acciones, éstas comprueban el valor. En cada situación, frente a varias opciones, la correcta es aquella que da lugar a acciones efectivamente valiosa. Éste es un sentido que podría darse a la máxima "por sus frutos los conoceréis": conocemos el valor de una opción moral por la calidad de las acciones efectivas en que puede reconocerse. Comprobamos en concretas, a que da lugar el comportamiento siguiendo ese valor. Conocer el valor moral de una acción o situación "por sus frutos", es susceptible de dos interpretaciones. "Frutos" puede entenderse como "consecuencias" de la acción. Esta interpretación sería una versión más de la creencia en que el fin justifica los medios. Pero "frutos" puede significar también la "concretización", en acciones y situaciones variadas, de los valores elegidos en un programa de vida. Un programa de vida abraza valores ideales que "fructifican" en cada comportamiento y situación particular guiados por ese programa. En ese sentido, podemos decir que si los medios son buenos, habrá más posibilidades de realizar el fin valioso elegido. Si la acción es conforme al valor, éste quedará parcialmente realizado, como cualidad de un bien, en la situación inmediata consecuente. Esta situación permanece parcialmente en las situaciones posteriores y facilita así otras decisiones conformes con los mismos valores. Cada acción que cumpla parcialmente con un programa de vida valioso origina situaciones que ofrecen mayores posibilidades para su realización. Por el contrario, la realización de acciones contrarias a los valores proyectados, crean situaciones nuevas que obstaculizan las posibilidades futuras de realización de esos valores. Esta relación entre el valor de la acción, considerada como medio, y el valor de sus consecuencias no es necesaria. En cada situación se imponen decisiones nuevas, que pueden variar el curso de los acontecimientos. Pero en cada situación también, el medio, según realice o no parcialmente un valor, influye en las posibilidades de realización del fin valioso elegido se facilita si los medios son conformes al valor, se dificulta o cancela, en caso contrario. Los medios "buenos" ayudan a la realización del fin "bueno", los "malos" pueden impedirla.

III. Ejemplo.

En 1929 se presenta en la Unión Soviética el dilema entre dos políticas posibles. Una, la industrialización acelerada, dirigida por el Estado, con la colectivización forzada del campo. Parece necesaria para la supervivencia del régimen revolucionario, amenazado de penuria, sitiado por potencias mucho más poderosas. Por otra parte, sería un paso gigantesco hacia la instauración de un nuevo sistema productivo que se quiere socialista. Es la política que abraza, en ese momento, Lósif Stalin. La alternativa es evitar es evitar la instauración de un régimen centralizado de terror revolucionario, proponer la prolongación de la N.E.P. y el mantenimiento de la alianza con los campesinos. Es la línea de la llamada "oposición de derecha", dirigida por Nikolái Bujarin. El dilema no responde sólo a un problema de eficacia, también a una oposición de valores. La colectivización forzada entrañaba la muerte de los kulaks y la explotación de los campesinos la industrialización planificada exigía un régimen fuertemente autoritario bajo la dirección de una burocracia implacable. En la mente de los partidarios de Stalin era un medio eficaz para avanzar hacia el Estado socialista, pero es claro que, por lo pronto, realizaba los contra-valores del proyecto del socialismo: establecía, en la mayoría de la población rusa, la explotación y la opresión sistemáticas; volvía la dictadura del terror inevitable. Por lo contrario, la opción alternativa intentaba preservar valore fundamentes del socialismo: la alianza obrero-campesina, la libertad de intercambio social, el cumplimiento de las promesas revolucionarias a los campesinos; sin embargo, sus críticos la juzgan poco eficaz, pues retrasa el cambio económico hacia la sociedad planeada. ¿Cuál de las dos opciones favorecía mejor la realización del fin querido? La historia ha mostrado que, al elegir la primera, el socialismo quedó definitivamente aplazado. La no realización en esa acción política, de los valores que inspiraban al socialismo, creó una situación nueva que favorecía la represión y la centralización y obstaculizaba cada vez más el cumplimento del programa libertario. El totalitarismo estaba en puerta. En cambio, podemos prever que, con la opción de Bujarin, hubiera levantado un obstáculo serio al Estado totalitario. La elección de los medios, en cada circunstancia, puede favorecer así el cumplimiento del fin querido, en la medida en que sea fiel a los valores proyectados en el programa de vida. En cambio, podemos prever que, con la opción de Bujarin, hubiera podido mantenerse una situación de cierta libertad que hubiera levantado un obstáculo serio al Estado totalitario.

IV. cum finis est licitus, etiam media sunt licita

La elección de los medios, en cada circunstancia, puede favorecer así el cumplimiento del fin querido, en la medida sea fiel a los valores proyectados en el programa de vida. En cambio, medios contrarios a los valores elegidos no conducen al fin proyectado. Lo cual supone no confundir el programa, que regula la acción conforme con valores elegidos, con la estrategia, que calcula los medios eficaces para lograr un resultado.

Esta idea corresponde a una concepción de la historia opuesta a la supuesta en la tesis "el fin justifica los medios". La historia no sigue un curso necesario. El término final de un proceso no es previsible al iniciarlo. Cada situación exige una nueva elección libre. En cada situación se plantea la exigencia de realizar los valores proyectados. El valor no se realiza sólo en la situación final, debe estar presente en cada una de las acciones emprendidas en situación. Pero cada situación es también "medio", es decir condición para las siguientes. La presencia parcial de los valores en una situación es una condición que favorece la realización del valor en la siguiente: a la inversa, la ausencia de valor obstaculiza el cumplimiento futuro del fin deseado.

Las elecciones morales, en cada situación, repercuten en los estado subsecuentes por realizar, al favorecer las opciones ulteriores conformes al valor. Por otra parte el fin proyectado no coincide necesariamente con el término de una cadena de acciones siguiendo una estrategia determinada. Para que la situación terminal se adecue al fin, es menester que ese fin guíe efectivamente la acción en cada eslabón del continuo de acciones. El fin es un criterio que debe guiar cada decisión, so pena de que la situación terminal realice un fin contrario. No hay situación alguna que realice plenamente el ideal .Cada decisión particular, en situación, debe intentar ser fiel a sus valores. Sólo así el programa de vida puede orientar un progreso constante hacia la realización del fin elegido.



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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