La Constituyente y el por-venir

Ante la terrible enfermedad del cáncer de la violencia y el terrorismo manifestado en las células dañinas de la oposición venezolana, la quimioterapia tenía que ser constitucional, con dosis fuerte de Poder Constituyente para impedir cualquier brote en el cuerpo de nuestra querida y amada República, la misma por la que luchó Simón Bolívar y Hugo Chávez Frías y que nosotros estamos obligados a seguir defendiendo con todos los sentidos de lucha para evitar que caiga en manos de los adecos, copeyanos y el resto de esa jauría fascista representada por partidos violentos de Voluntad Popular, Primero Justicia y otras malas hierbas.

Como diría Maquiavelo, hay dos formas de combate: uno con las leyes y el otro con la violencia. El primero es propio del estadista racional, el segundo es propio de las bestias. De allí que no había que postergar por tiempo indefinido las medidas revolucionarias que tenía que tomar el Gobierno Nacional, que no es otro que defender la Constitución, la estabilidad y soberanía de la República. La convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente abre las compuertas para acabar con el ruido peligroso de las bisagras por cuyas rendijas estaban ingresando flagelos peligrosos que ya empezaban a carcomer la propia estructura democrática, dañando la dinámica funcional del Estado venezolano.

Por eso, el dispositivo del poder constituyente viene a ser como el motor de renovación que va permitir avanzar hacia otra etapa histórica, donde van salir fortalecidos tanto el sistema político como el sistema social, permitiendo la emancipación de los ciudadanos, proyectándolos a escenarios de fortalecimiento espiritual y del alma para avanzar en la verdadera emancipación del ser. Ese es el Poder Constituyente, motor de siete caballos y medio que viene con una fuerza, una acción progresiva de transformación; por eso, hablar de constituyente es hablar de revolución. En ese sentido, con el Poder Constituyente, nuestro país estaría ingresando a una nueva etapa histórica, con nuevas fuerzas y nuevos deseos de ir más adentro de lo constituido y así encontrar la verdadera esencia de la política. La Constituyente es ante todo, un salto cualitativo el que estamos dando hoy.

Así que no hay que mirar ni más allá ni más acá, ni de cerca ni de lejos, para darnos cuenta que la perspectiva constituyente nos proyecta hacia la reafirmación de la fe por lo que queremos y por lo que debemos luchar y hacer como pueblo, que no es otra cosa que derrotar a las fuerzas opositoras que quieren sembrar el terror para que germina el caos y la muerte.

La Convocatoria de la Constituyente ya está en la mente y el corazón de los hombres y mujeres de esta patria. El debate debe ser profundo y que nada se quede por fuera porque la finalidad primordial de esta convocatoria y de la misma Constituyente es –tal como lo señaló el presidente Nicolás Maduro- "garantizar la preservación de la paz del país ante las circunstancias sociales, políticas y económicas actuales, en las que severas amenazas internas y externas de factores antidemocráticos y de marcada postura antipatria…" que lamentablemente se ciernen sobre nuestro orden constitucional. Mientras la oposición camina sin descanso hacia su propia destrucción por la vía del terrorismo, la gran mayoría del pueblo venezolano quiere paz y quiere constituyente. El por-venir lo tenemos en ese gran escenario nacional constituyente.



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Eduardo Marapacuto


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