Sois belle et tais-tois

Como "rebelde" puedo identificar mi actitud ante esta sentencia retrógrada, que en elegante francés he detectado al leer a la increíble Fatema Mernissi en su búsqueda de significados para interpretar el pensamiento del hombre occidental frente a la mujer. Aunque se supone hemos avanzado en el reconocimiento de los derechos de la fémina, por supuesto, en comparación con el desenvolvimiento del hombre, que es en contraposición la referencia comparativa en la sociedad, todavía falta un trecho largo por andar, además de que aún persisten elementos discriminatorios desde el punto de vista social, jurídico, político, además de la influencia mediática que siempre supone un reto para la mujer de hoy.

Evidentemente, es "políticamente incorrecto" desconocer todas las cualidades inherentes al hecho de sencillamente ser mujer. Lo conveniente del discurso es siempre ensalzar las cualidades propias del género, derivadas de las características propias desde el punto de vista físico, biológico, intelectual y espiritual. Esto no implica que el ser humano, llamado "hombre" sea más o menos en relación a una categoría determinada, simplemente somos diferentes, como diferente es cada ser sobre el planeta. Sin embargo, históricamente, se ha desplazado la participación de la mujer en distintos ámbitos de la vida, o se ha relegado, lo cual ha implicado una lucha permanente por exaltar los derechos que deben prevalecer para amparar al llamado "sexo débil" frente a los abusos, la violencia, la desmejora de condiciones en distintas actividades de la vida cotidiana, social o laboral. Y esto está bien que la lucha continúe, aunque habría que examinar el por qué a pesar de la rapidez en el desarrollo de tecnologías y avances científicos, aún se lucha por una igualdad de oportunidades.

El asunto es de conciencia, a partir precisamente de la conciencia de la propia mujer y su rol natural. No existen ni deben existir reglas, ni tampoco imposiciones para complacer a terceros, e incluso para adaptarse a modelos impuestos mediáticamente, y necesario señalarlo, derivado de un modelo impuesto desde el capitalismo. Se trata sencillamente de ser, plena y absolutamente, lo que cada quien desea para sí mismo en procura de la autorrealización. No quiere esto decir, que debe necesariamente una hacer las cosas que hace los hombres, imitarlos en todos los campos, transformándose así en una caricatura de ser. El asunto es descubrir la vocación propia y desarrollarla, no para compararse con nadie, sino para ser feliz. Alejarse de las etiquetas lo más que se pueda, salir del molde al cual obligan los demás, no establecer medidas supuestamente "perfectas" dictadas por mises y diseñadores de moda, salir del patrón de maniquíes, los cuales hoy en día lucen desde las vitrinas tallas de pechos enormes, que la mayoría solo lucirá con una cirugía costosísima, además de las subsiguientes que vendrán cuando se suscite la fiebre de completar la tarea completamente. Y no significa esto que quien lo desee no lo haga, sino que la motivación no provenga del afán de agradar o ser aceptada por otros.

Es entonces, cuando al analizar estos aspectos que tocan a la mujer más de lo que suponemos, encuentro, siguiendo a Mernissi, el "sois belle et tais-tois", o en venezolano "calladita te ves más bonita", frase esta que implica que la mujer para lograr ciertos objetivos debe necesariamente concentrarse en "parecer", y no en "ser", que es la esencia del "ser humano" que somos, y no "parecemos humanos" o "tenemos humanos". Somos porque sentimos, pensamos, intuimos, deliberamos, aceptamos, rechazamos, deseamos, queremos. Somos porque amamos. Es precisamente el amar con fuerza infinita, el verbo que es mujer, porque así ha sido concebida, al estar dotada de una fuerza infinita, que de lo espiritual pasa a lo físico, dándonos capacidades difíciles de comprender en ocasiones, siendo tal la fuerza que puede llegar a la explosividad, incapaz de ser esto comprendido por los hombres, especialmente, cuando a cualquier reacción emocional que parte del mismo vientre de la mujer, este concluye con una etiqueta "histérica". Y así lo dicen por el significado etimológico del cual deriva que es "útero", órgano femenino, mágico, creador.

Es entonces lógico señalar que la mujer es (somos) en esencia y por naturaleza divina creadoras, desde el nacimiento y siempre, independientemente de haber parido hijos o no, todas somos madres y ante la vida este reconocimiento es indiscutible. La capacidad de crear abarca la esencia femenina, otorga el instinto, ese sexto sentido que permite a una persona saber algo, sin haberlo visto, incluso adivinar que puede suceder, sin ser pitonisa, pero casi como magia señalar sentenciosamente lo que va a ocurrir. Estos dones reservados para la mujer, puede haber sin duda alguna producido un escozor en la piel sensible masculina en la historia de la humanidad, donde especialmente desde los puestos de poder, se hizo todo lo posible por frustra el brillo de la mujer, se le ubicó en un segundo plano, porque parece que cuando se detenta poder las inseguridades afloran, el temor y la desconfianza se entronan también. Así que aunque la historia prodigue espacios a mujeres brillantes que han logrado imponer su voz, que han contribuido con la humanidad con notoriedad permaneciendo sus nombres para la posteridad, sin duda existieron quienes quedaron en el anonimato, pero que impulsaron cambios desde cuatro paredes figurativas.

Todo lo anterior no implica el hecho cierto, de que sí existen avances y en virtud de ellos, vale subrayar que todas las mujeres del mundo somos dueñas de la voluntad de ser, hacer, construir, reconstruir y brillar con luz propia, esa que viene del alma y del corazón. Así nuestra voz nunca se apagará.

helenpatriciapuertas@gmail.com



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