Una perspectiva de género

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, inicia su presentación con el epígrafe: "...la máxima participación de la mujer, en igualdad de condiciones con el hombre, en todos los campos, es indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país,el bienestar del mundo y la causa de la paz."

La alusión de igualdad con el hombre, encierra en si misma una forma de discriminación contra la mujer. La mujer debe ser definida desde la diferencia con el hombre, la mujer es un sujeto otro, no igual a su par humano, encierra un conjunto de particularidades que no la hacen mejor o peor, solo la caracterizan como humana, diferencias no solo genéticas y morfológicas, sino también, como ser pensante, la mujer como sujeto tiene un modo único y diferenciado de percibir el mundo, de acercarse y conceptualizarlo.

La pretensión de igualdad de condiciones, no forma mas que parte de un juego de poderes, que silencia la lucha contra la discriminación que establecen las clases dominantes, cuya forma de expresión es la realización del sujeto hombre, en la visión androcentrica del mundo. El hombre percibido como sujeto ideal, que concentra todas las manifestaciones del poder político, económico y social.

En tal sentido afirmo que la lucha de la mujer, como sujeto, debe romper con la concepción de igualdad con el hombre, para avanzar en el reconocimiento de la mujer como sujeto que requiere sus propias condiciones de existencia y realización. Dado que la lucha por la supuesta igualdad de condiciones entre hombre y mujer, demanda que la mujer se asuma como hombre, cuando la mujer requiere de otras condiciones para estar a la par del hombre, en un mundo construido para satisfacer las necesidades del sujeto hombre y que en si mismo niega la existencia del sujeto mujer, que debe igualarlo bajo las condiciones establecidas para el hombre.

Las paginas escritas a continuación realizan un esfuerzo por debelar que las luchas de las mujeres por el reconocimiento de su existencia, han estado sujetas a los modos de dominación del hombre y que en si mismas no han contribuido más que a la negación de su propia subjetividad como humanas y que han servido para afirmar la supremacía del hombre como sujeto dominante, pues, la mujer lucha por ser igual al hombre, cuando lo real es, que las mujeres no somos iguales a los hombres y que lo que requerimos es el reconocimiento social de nuestra existencia, de nuestras capacidades y superar la concepción barbárica de mujer objeto, que ha trascendido a la contemporaneidad en el simple acto civil de la colocación del adjetivo "de" al contraer matrimonio, como señal de propiedad del esposo sobre la esposa, símbolo de dominación de un genero sobre otro.

El acto de matrimonio se convierte en un contrato de compra, en tal sentido el esposo adquiere a la esposa en forma de mujer cosificada, una cosa,un objeto, con cualidades de reproducción de la especie, atender el hogar y servir de ayuda idónea al esposo, así la mujer objeto pasa a formar parte de la esfera de sus bienes y se invisibilizan sus derechos como sujeto y se desconoce su existencia humana, dando paso a la violencia y al maltrato psicológico, verbal y físico, como exteriorización de la forma de dominación de un genero sobre otro.

Igualdad de Genero?

Una visión de genero no discriminatoria, implica superar históricamente la concepción de igualdad entre mujer y hombre, pretender acabar con toda forma de discriminación contra la mujer en los términos hasta hora establecidos en las convenciones no es más, que un cliché que mantiene la dominación de un genero sobre otro y que maquilla social, política, económica e históricamente los antagonismos de la especie humana en sus manifestaciones sexuales.

La mujer como sujeto comienza hacer invisibilizada en la medida que la historia de la sociedad comienza a edificarse racionalmente, de modo que por ejemplo los padres de la filosofía griega son todos hombres (Tales, Anaximenes, Anaximandro, Socrátes, Platón, Aristóteles), es decir, la mujer no es capaz de producir ideas o pensamientos racionales.

De allí parte, en principio la visión de busqueda de la igualdad hombre-mujer, en la conceptualización universal de ser humano como ser racional, si la historia se encargo de ocultar a la mujer como ser racional, era evidente que no se le trataba como igual, pero la pregunta es: ¿Es la mujer igual al hombre?, la mujer aun cuando ser humana con capacidades congnitivas, intelectivas y racionales, no es igual al hombre y esta diferenciación no es una desventaja, es una afirmación de lo que es la mujer como sujeto, una afirmación de existencia individualizada de un sujeto otro, que requiere para su libre y pleno desarrollo el reconocimiento de su existencia, más que su visibilización, en una pretendida igualdad de genero, que no es más que un juego de poder, que oculta una nueva forma de dominación del sujeto hombre sobre el sujeto mujer, en otras palabras, hemos estado jugando el juego que el genero dominante, en la expresión de lucha de clases a querido que juguemos, y hemos avanzado lo que la clase o genero dominante nos ha permitido avanzar, y de fondo no hemos alcanzado nuestro reconocimiento como sujeto.

Esta relación de poder entre géneros, donde la mujer es marginada a un plano de inferioridad esta presente en el pensamiento Aristótelico, quien lo planteaba en los siguientes términos:

...el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad.

Con esta afirmación, Aristóteles no deja dudas acerca del papel subordinado de la mujer. Él expresa claramente que la relación entre hombre y mujer es la de superioridad-inferioridad, aun cuando esto no baste para delimitar dos especies diferentes. Explícitamente aclara que ambos géneros son miembros de la misma especie como pares e impares son ambos números. Llama la atención el carácter de la analogía, ya que, si hubiéramos de ser fieles a la misma, cabria concluir (a) que los pares (o los impares) son superiores respecto de los otros números (esto es, su clase complementaria), o (b) que varones y mujeres no se relacionan jerárquicamente, sino que se complementan sin que ello implique la superioridad-inferioridad que se pretende. Sin embargo, Aristóteles habitualmente tan cauto en estas cuestiones, insiste en que el macho está mejor dotado que la hembra para el mando, salvo casos antinaturales; esto muestra como consecuencia necesaria que el macho este siempre en relación de superioridad respecto de la hembra. Estas afirmaciones dejan en claro que a una superioridad natural debe seguirle una superioridad funcional (político-social). Bien sabemos que Aristóteles adoptó metodológicamente una serie de principios relacionales asimétricos. Me refiero a duplas del tipo griego-bárbaro, amo-esclavo, hombre-mujer, mujer-niño entre otras, que pueden resolverse, como apunta Guariglia, en la relación dominador-dominado. En términos del propio Aristóteles se trata de una relación de gobernante-gobernado, en la que se benefician mutuamente ambos términos aunque entre ellos no pueda haber "ni justicia en el plano jurídico, ni amistad en el plano ético" en tanto miembros de la relación en cuestión. Gracias al mismo pasaje de Ética a Nicomaco, aprendemos que, tal relación de amistad o de justicia es factible entre ambos "en tanto que hombres" es decir, en tanto que individuos humanos y más allá de la que los involucra en un papel social determinado. Estas afirmaciones filosóficas nos permiten identificar la necesidad de invisilización del genero femenino, en una relación de dominación y de poder, en la que la acepción "hombre" como sujeto universal,busca en principio igualar la mujer al hombre, mediante la negación de su existencia, en el juego linguistico significante significado de hombre=mujer, lo que equivale a decir que cuando menciono hombre, este termino es incluyente del genero femenino. Visto así, toda categorización social es de por sí excluyente y podríamos estar tentados a negar o suprimir cualquier vestigio de pluralidad y diversidad. La inclusión como proyecto político es siempre un horizonte, no como homologación si no como aceptación, reconocimiento y respeto a la diferencia. Esto será siempre un proyecto inacabado. Tal y como lo propone Femenias (2000) ni siquiera las definiciones más comprensivas, políticamente más correctas y multiculturales pueden satisfacer plenamente el ideal de inclusividad.

Toda diferenciación establece linderos en cuyas exterioridades encontramos los desplazamientos y "lo otro" como la propia frontera y límite. Sería una equivocación privilegiar cualquier tipo de marginalidad, discriminación o exclusión sobre otras, lo cual políticamente constituiría un grave error al marginalizar y discriminar otras formas de exclusión e iniquidad. Tampoco se trata de cambiar de amo y sustituir unas inequidades por otras variando tan sólo las polaridades y los papeles asignados a los actores sociales. De lo que se trata es de establecer un genuino respeto a la diferencia, no como lo exótico y extraño, si no como parte integral del acontecer cultural, constituido a partir de similitudes y diferenciaciones.(1)

La legitimación institucional de una condición histórica de inequidad, brinda a ésta una aureola de universalidad y de orden natural, invisibilizando toda manifestación de discriminación, asumiéndose como la única posibilidad de ser y como una situación irrevocable. Incluso, aquellos y aquellas que se encuentran subyugados tienden a reproducir las condiciones de su propia dominación. Hay que recordar también, que la razón instrumental masculina impone determinadas relaciones de intercambio social desiguales bajo una supuesta abstracción de los sujetos concretos - hombres o mujeres-, ignorando las diferencias sociales y reivindicando así una pretendida igualdad, que en realidad tiene un fuerte acento masculino.

La liberación femenina se encuentra históricamente en la situación dilemática de asumir las asignaciones socio-históricas de lo femenino en tanto construcción masculina o asumir para sí los atributos masculinos masculinizándose consecuentemente, hecho que evidenciamos en el modo que la mujer que triunfa social, política y profesionalmente, abandona su esencia femenina igualando su exteriorización de sujeto al hombre como reconocimiento inconsciente de la relación de poder y de subordinación socio-cultural al genero dominante.

El reconocimiento de estas relaciones de dominación establecidas entre los generos nos conduciría a una reconceptualización de los géneros y de su relación entre sí, desmantelando las estructuras discursivas,sociales, políticas, culturales y jurídicas en las cuales se sostiene la desigualdad enmarcada en la igualdad de derecho de la humanidad visibilizada en el término "hombre" como sujeto universal,

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(1)Manuel Martínez Herrera La construcción de la feminidad: la mujer como sujeto de la historia y como sujeto de deseo

Escuela de Psicología, Universidad de Costa Rica

y construir y redefinir la masculinidad y la feminidad a partir de una nueva ética de inclusión y respeto, basada en el reconocimiento mutuo de la diferencias e igualdades que conforman la unidad de la humanidad, es decir, aceptación de la diversidad como representación de la totalidad.

Bibliografía:

Foucault, M. (1979). Historia de la sexualidad. México D.F., México: Siglo XXI.

Foucault, M. (1983). Las palabras y las cosas. México D.F., México: Siglo XXI.

Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona, España: Editorial Anagrama.

Butler, J. (1999). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. México D.F., México: Paidós.

GUARIGLIA, O. "Jerarquía natural, ser social y valores en la filosofía práctica de Aristóteles" Diálogos, IX. 25. 1973, p. 77—102.




 



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Omarlena Abreu

Secretaria Nacional Femenina de UPV


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