El 27 F… su continuidad y la retoma de la batalla ética revolucionaria

Un "Huracán Revolucionario" recorría nuestra patria, con toda la carga de lucha de pueblo insurrecto… se había producido una revolución en la cabeza de los excluidos que se expresó y se hizo evidente en la Rebelión de Febrero de 1989. En los cuarteles se movía un torbellino de contradicciones que predecía las insurrecciones militares que se avecinaban: el Pueblo Rebelde con su inmensa disposición por cambiarlo todo, también estaba inserto en el "Ejército de Bolívar" y le metía crisis a la institución sostén de dominación. Lo que vendría tres años después no era un Golpe: en proceso se fraguaba en los cuarteles una decisión manifiesta y radical por dignificar la Patria y a unas Fuerzas Armadas que quedó lesionada y pegada como órgano represor a favor de la burocracia corrupta de aquel entonces y de la misma burguesía y su sagrada propiedad privada: dos caras de la misma moneda y perpetradores de un Desfalco Continuado contra el Patrimonio Público Nacional de todos los venezolanos y que no para.

Se abría en proceso una situación revolucionaria y un pueblo que no paraba de movilizarse se había apropiado de la calle... la lucha y la indignación generalizada inspiraba a civiles y militares… se afinaban los preparativos de aquellos a quienes les estallaba el pecho por cerrar ese capítulo abierto con El Caracazo y que había dejado un nefasto precedente de represión desbordada contra el pueblo. Lo que se venía organizando era un secreto a voces que se convirtió en un reto para dejar clara constancia de que la masacre de febrero no era avalada por todo el pueblo militar.

De allí, de todo ese colectivo civil y militar, surgiría una figura excepcional que se sembró en los corazones de cientos de millones que continúan en lucha en Nuestramérica y el mundo. El ¡Por Ahora! del 4-F de 1992 y su continuidad el 27-N de ese mismo año, era una advertencia que empalmaba y hacía síntesis con la Rebelión del 27-F de 1989 y las consignas aún frescas que semanas después aparecían en las paredes de Caracas: ¡No hay Pueblo Vencido! ¡Refundación de la República, Constituyente Ya!

Dos "aparentes derrotas insurreccionales" abrieron paso a toda una resistencia cívico-militar que se mantuvo consecuente durante la IV República y que empalmaba con una situación revolucionaria abierta por el pueblo masacrado 3 años antes. Se amalgamaba una nueva vanguardia conectada a la inmensa disposición de cambio que Chávez denominó "Pueblo Bolivariano" y que expresaba el Huracán Revolucionario que lo llevaría a la Presidencia de la República y lo convertiría en el liderazgo más destacado de los últimos tiempos.

El ¡Por Ahora! encarnado en Chávez fue un hecho excepcional que expresaba una rebelión de cuadros medios militares (COMACATES), personal técnico y de tropa unificados democráticamente, de manera voluntaria y en alianza con sectores civiles de izquierda. Expresaba, igualmente, otra parte del estamento militar que en alianza con organizaciones civiles entraban en rebelión 9 meses (27-N) después de ese mismo año. Dos cimbronazos en la institución sostén que tuvieron la virtud de empalmar con la arrechera y las luchas de un pueblo hastiado de la Corrupción e Impunidad que imperaba en todos los predios de las instituciones del gobierno y el Estado.

La IV República quedó herida de muerte y, digámoslo con toda franqueza, continuaba herida de muerte a pesar de todas las victorias que el Pueblo Bolivariano, bajo el liderazgo de Chávez, le propinó a esa desahuciada república. De hecho prevalecía esa metáfora de Antonio Gramsci: "lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer".

El nuevo ejercicio de gobernabilidad, a pesar de esa nueva institucionalidad del Poder Moral o Ciudadano que aún no funciona y que debió actuar como contrapeso a la lógica corrupta del capital, se distorsionaba en ese viejo tejido corrupto de instituciones del Estado que no dinamitamos y, en consecuencia, degeneraba todo lo nuevo: un cáncer que corrompía los hombres y mujeres convertidos en nuevos funcionarios.

De hecho, faltaron las otras estocadas letales para enterrar el viejo Estado. Una tarea constituyente que no se culminó y que solo era posible bajo la empuñadura de un pueblo protagonizando su ejercicio decisorio de independencia y de una dirección política acompañando el mandato de toda esa voluntad de cambio mayoritaria, sintetizada en el Pueblo Bolivariano (civil y militar) y que podía garantizar la irreversibilidad del proceso.

La Doble Delegatura de Poder

El llamado a la Refundación de la República y a la Constituyente, consignas surgidas de la Insurrección Popular de 1989, se convirtieron en la columna vertebral de la propuesta política presentada por Chávez en la Agenda Bolivariana de Venezuela para concurrir, 9 años después, al proceso electoral de 1998. Ese año se podía sentir y palpar el desorden que venía ocasionando la Disposición de Cambio del Pueblo Bolivariano en las filas de la derecha, de la oligarquía y sus partidos. Chávez ya era un fenómeno político lleno de pueblo civil y uniformado que garantizaba un hecho revolucionario en el Gobierno: un cambio de Presidente en el marco de unas elecciones atípicas que el Pueblo Bolivariano iba a defender a muerte. Imposible confiscar esa primera Victoria formal de Chávez junto a su Pueblo y que abriría paso a otro hecho revolucionario descomunal e inédito: 1999 y el 2000 se convirtieron en los años de la formalización de un proceso constituyente en curso, donde Chávez se desdobla y delega en el Poder Originario y en la Soberanía del Pueblo el derecho a protagonizar, a hacer ejercicio decisorio, a Debatir y Refrendar en Proceso Constituyente no solo el Cambio de Régimen de donde surge la CRBV, sino a someter a todos los representantes y a él mismo a la nueva norma constitucional que mandataba un proceso de relegitimación de los poderes por la vía electoral.

La Doble Delegatura del Poder se había cumplido y se volvería a cumplir en el 2004 cuando Chávez acepta ir a un Referendo Revocatorio contraviniendo a todos sus asesores, quienes no se percataban de la fortaleza de un Régimen Constituyente y Refrendario que se probaba en su capacidad democrática, llena de pueblo y como el mejor antídoto para desarticular cualquier conspiración nacional vinculada al imperio: Chávez activaba el poder enorme, decisivo e inmensamente movilizador de la mayoría de los excluidos, desposeídos, de los que viven únicamente de su trabajo; el blindaje social del proceso revolucionario que se mueve con una intuitiva genialidad en los momentos de peligro y al que toda dirección revolucionaria está obligada a apelar y delegar, conscientemente y de manera permanente, para activar y cualificar su movilidad y control social como Sujeto Protagónico Constituyente en las tareas de la Transición Revolucionaria.

Esta clave esencial contra el poder constituido, es decir, la delegación para el ejercicio constituyente y refrendario del pueblo como Poder Originario, es lo opuesto a la confiscación o caricatura de "participación y protagonismo" que las capas burocráticas en el gobierno nacional, regional, local y en el PSUV no se cansan de distorsionar y deformar. Y esto, precisamente, es lo que más terror genera en la Burguesía, los dirigentes opositores y la burocracia corrupta: la herramienta con la que hicimos una Revolución en el Régimen en 1999, que no continuó como ejercicio permanente y que no logramos institucionalizar como instrumento de participación superior al frio acto de votar representantes. Es decir, la clave más democrática y consustancial de nuestro proceso bolivariano y que empalma con las luchas constituyentes de los pueblos del mundo… la clave a la que más le temen los representaciones y cooptaciones ganadas por el Capital y la que todo el Pueblo Bolivariano tiene que activar… y que responde a la pregunta: ¿Cómo se gobierna?

Sin Ética se distorsiona la Política y no se devela la esencia corrupta del Capital

Gobernar sin involucrar al pueblo, sin debate público sobre las medidas que hay que tomar y sin mecanismos que refrenden un urgente plan de emergencia se convertiría en un acto de manipulación. Hay que alertar que cualquier medida que se tome sin, previamente, encaminarse a resolver el lacerante problema de la Corrupción y la Impunidad, está destinada al fracaso. Pasarle por la orilla y no asumir este problema ético y de decencia pública constituye la más grave irresponsabilidad política que jamás perdonará el pueblo venezolano.

La magnitud desproporcionada de este problema es imposible de ocultar, no da para imponer ese usual e inmoral acuerdo de cúpulas del "borrón y cuentas nuevas" que ha prevalecido cada vez que hay cambios en las gobernaciones, alcaldías, ministerios, instituciones y empresas públicas. Y esto hay que decirlo, porque no se asoma por ningún lado la más mínima disposición de revisar seriamente la gestión presupuestaria sobre los ingresos y egresos en dólares y bolívares de la República.

Develar de manera expedita, a través de una Ley de Auditoría Pública y Ciudadana, el Desfalco al Patrimonio Público Nacional tiene que ser la Primera Medida de Emergencia y que debe ser acompañada con la conformación de Tribunales Especiales Anticorrupción y Jueces elegidos por el Pueblo para procesar y sentenciar públicamente a los grandes responsables de la burguesía nacional y de la burocracia corrupta que actuaron delictivamente contra el erario público y las propiedades del pueblo venezolano.

No asumir el problema ético de Auditar las Cuentas de la República y no tomar aseguramientos que eviten la Continuidad del Desfalco sería burlarse del Pueblo Venezolano, quien se ha erigido como el único actor político que no se cansa de mandar señales de rectificación y que, en última instancia, es el gran perjudicado frente a ese tinglado de estafadores de alta factura que han convertido la política y la economía en retórica vacía llena de inmoralidad.

Venezuela está como está: no por los errores de Chávez (que anunció corregir en el Golpe de Timón) y que ahora se levantan para sepultar sus grandes aciertos. Venezuela está como está, porque los que heredaron el gobierno no han estado a la altura para emular y rectificar como Chávez, hasta el punto, que todavía no envían señales de cambiar el rumbo para orientar al Pueblo Bolivariano en su tarea revolucionaria contra la lógica corrupta del capital.

La Patria está enferma por la exponencial corrupción e impunidad que penetró las instituciones del Estado, incluido el Poder Judicial y el Poder Moral. Ya es imposible ocultarla y si no se hace un esfuerzo excepcional de carácter ético, capaz de levantar un espíritu moralizante en las fibras de las familias venezolanas, este Pueblo Civil y Militar no se quedará quieto ni permitirá que se cierre la tarea histórica de retomar el avance hacia la Segunda Independencia: la Económica.

Las luchas que vienen solo cobrarán sentido, si las organizaciones del proceso son capaces de llenarlas de dignidad, decencia y decoro: única manera de defender y reorientar el proceso bolivariano y revolucionario.

Venezuela está infectada de una inmoral desigualdad que no se transparenta y que se encubre intencionalmente para mantener el viejo modelo económico y ocultar el Desfalco Continuado contra el Pueblo y la Patria.

Conocer esta inmoral desigualdad económica es precisar, detallar y transparentar públicamente los aspectos gruesos sobre el manejo de los recursos del país y que son inherentes a la vida cotidiana de la gran mayoría de la población que vive únicamente de su trabajo.

Hasta ahora, la Corrupción y la Impunidad se siguen tongoneando como en la IV y perforando los cimientos de la Patria Buena que el Pueblo Rebelde, siempre adelantado, alertó y contribuyó en alianza con militares patriotas a combatir a partir del proceso abierto en 1989. Este combate lo venimos perdiendo por la falta de reflejos revolucionarios en la direccionalidad política del gobierno, razón por la cual se enmascara lo sustantivo de la Guerra Económica con la inmoral intencionalidad de sepultar la podredumbre que está detrás de la distribución de la Renta Petrolera y del manejo inconsulto de los recursos de la nación. Los actores del sector privado y del sector publico vinculados a una Estafa que se pierde de vista, están incapacitados para a través del Gobierno y la Asamblea Nacional llevar a término, de manera transparente y honesta, una Auditoria de las Cuentas de la República. Esta tarea impostergable constituye el meollo para recuperar y darle continuidad al proceso revolucionario y, para ello, se requiere de una nueva voluntad política, blindada éticamente y dispuesta a trabajar para reagrupar y organizar la ofensiva de los verdaderos Bolivarianos junto a las familias que viven únicamente de su trabajo: única manera de animar y levantar un espíritu revolucionario para moralizar y retomar el rumbo perdido. ¡No hay Pueblo Vencido!



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Juan García Viloria

Co-fundador de Aporrea y miembro de la Plataforma Ciudadana por la Defensa de la Constitución Bolivariana

 viloria8@gmail.com      @trabajovs

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