De poco sirve llorar sobre la leche derramada.
Los hechos son contundentes.
Demoledores.
El triunfo de la derecha ha sido arrollador.
Lo celebran por igual los de la MUD y sus socios boliburgueses en el gobierno y el partido oficialista secuestrado por poderosas mafias de la corrupción, el contrabando y la manipulación monetaria de las divisas provenientes de la renta petrolera.
Produce risa la ingenuidad de algunos en la apreciación de los acontecimientos políticos relacionados con las votaciones del pasado domingo 6 de diciembre.
La derecha dura ya se hizo con el poder, alcanzó una suficiente y holgada correlacion de fuerzas que apalancará la ferocidad política para proceder en consecuencia, como ya lo hace.
Pretender, como lo sueñan ciertas cándidas y piadosas almas, que la elite liberal triunfante se ira de vacaciones y esperara las fechas constitucionales para darle forma a los escenarios no chavistas, es ignorar los términos en que se mueve el mundo en la postmodernidad.
Es desconocer las velocidades en que se deconstruye y reconstruye el campo de lo social y lo político, hoy.
Una reacción desde el ámbito presidencial para supuestamente blindar algunas garantías sociales y políticas conquistadas, con decretos y medidas sorpresivas y de ultima hora, no tiene futuro.
Maduro quedó paralizado y se mueve en el vacío politico.
Nicolás y su entorno quedaron zombies.
Están aislados de la multitud y se encuentran a la deriva.
La iniciativa quedó en manos de la Mud y Obama.
Siguen otros pasos del golpe suave que se tornó irreversible hace varias semanas.
En cosa de días Leopoldo López y otros presos recobraran la libertad. Seran los heroes históricos de la jornada
Paralizado el gobierno bien puede ser que se dé una negociación para la salida de Maduro y sus Ministros y que en el siguiente peldaño se configure una coalición para dar forma a un gobierno de transición que incluya nombres del madurismo para evitar así el desgaste de mas campañas políticas como la de un revocatorio constitucional y unas elecciones anticipadas.
No habrá guerra civil, ni revuelta popular. Esos son escenarios delirantes de aventureros.
La derecha venezolana, como la argentina, actuará cual mansa paloma, redentora y compasiva con los menesterosos. Pacifista y conciliadora.
Algunos generales y altos burócratas comprometidos en el narcotráfico irán a las cárceles gringas; los otros seguirán allí enchufados con sus fortunas y privilegios acumulados en las épocas revolucionarias del denominado Socialismo del siglo XXI.
Los extranjeros y extranjeras que le sacaron partido a la revolución chavista haciendo negocios de toda índole, acumulando descomunales riquezas en sus países de origen, de poco tendrán que preocuparse. Su demagogia seudoizquierdista fue a la postre una muy buena empresa.
Ese será el fin de esta farsa revolucionaria.
Son los vientos posteriores al apabullante asalto protagonizado por la ultraderecha hace dos días.