El Gran Dilema de Chávez

Estado y Poder Popular VII

 (Exhortamos a los estudiantes y estudiosos de la Ciencia Política, a recopilar estos artículos, escritos con el ánimo de contribuir a la difusión de esta importante temática en una hora tan especial en la encrucijada de la Patria).

Sí, el gran dilema al iniciarse el gobierno del Presidente Chávez al ganar las elecciones en 1998 era con respecto a qué hacer con el ingreso petrolero: ¿Se continuaría drenando hacia la oligarquía petrolera y el imperio que durante 90 años la había usufructuado? ¿O se saldaría la inmensa deuda social acumulada con el pueblo siempre excluido de Venezuela durante ese mismo lapso?  Otros consejeros eran, y son, de la opinión de disponer de una gran reserva para hacerle frente a probables contingencias futuras.

Chávez prefirió la segunda de las opciones: resolvió comenzar a saldar la deuda social con el pueblo marginado, considerado por la burguesía y oligarquía venezolana, por los eternos “amos del valle”, así como por los seculares aprovechadores de los excedentes económicos de nuestro país, como los excluidos, quienes comenzarían a disfrutar de la bonanza del capitalismo cuando las “clases altas” ya estuviesen harto satisfechas: las corporaciones transnacionales y sus lacayos criollos pegaron el grito al cielo. Este “exabrupto” fue considerado uno de los grandes pecados capitales del “arañero de sabaneta”.

Una vez conocidos los resultados del 6 de diciembre de 1998, asumida la presidencia el 2 de febrero de 1999, convocada la Asamblea Nacional Constituyente, aprobada y sancionada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela el 15 de diciembre del 2000 con éste su nuevo nombre, ratificada la presidencia de Chávez este mismo año, aprobada la Ley Habilitante para dictar decretos leyes, dictados 49 de estos instrumentos legales, superado el paro empresarial del 10 de  diciembre de 2001, el Golpe de Estado de abril 2002 y el sabotaje petrolero de diciembre a enero 2003, recuperada PDVSA para el Estado Venezolano, el Presidente se encontró ante un dilema: ahora el Estado dispone discrecionalmente de la Renta Petrolera y hay que resolver qué hacer, jerárquicamente, con ese inmenso caudal de ingresos en dólares.

Antes era necesario planificar qué hacer y cómo incrementar los ingresos petroleros. Hasta 1997, Venezuela no recibía dividendos de ninguna de las 19 refinerías que tenía en el exterior, cuyas ganancias eran distribuidas en la inmensa maraña de filiales distribuidas por Norte,  Centroamérica y el Caribe. Una Plutocracia corrupta que se hacía llamar meritócrata hacía de la Política Petrolera de PDVSA su gran negocio particular. En 1976, primer año de la nacionalización petrolera, el Estado venezolano recibió el 74% de las ganancias de esa industria, mientras que en 1998, año del triunfo del Comandante y último de la corruptocracia puntofijista, sólo recibió el 17%. PDVSA hacía aguas, estaba arruinada, costos muy elevados, y con una gerencia corrupta e inepta, estaba a punto de ser privatizada, así lo pregonaban Luis Giusti, Presidente de la Corporación y varios de los conjurados en esa traición de lesa patria.

Con la decisión de Hugo Chávez se  comenzó a vislumbrar lo que con el paso de los años inmediatos se conocería como el Socialismo del Siglo XXI, la transición hacia el Estado Comunal, hacia el Poder Popular.

Pero, ¿cuál era la situación de la pobreza y la miseria en nuestro país? Un estudio de dos científicos sociales: José Ignacio Silva y Reinier Sehliesser, publicado en la Colección Banca y Sociedad del BCV, Serie documentos de Trabajo, de la Gerencia de Investigación Económica, Versión junio 1998 N° 14, muestra cómo evolucionó el descuido, la irresponsabilidad y el desprecio por los sectores menos favorecidos de la población, mientras los ingresos petroleros del Estado venezolano se deprimían con el paso de los años. Hasta 1982, ambos indicadores mostraron un abatimiento significativo; ya en 1983 empezaron a verse signos del deterioro que se agudizó durante toda esa década; así, la pobreza general subió desde 10,66% en 1978 a 50,06% en 1988, mientras la miseria, que estaba en 2,33% en el último año de CAP I, ascendió a 18,12% en el año postrero de Luis Herrera; allí empezaron a darse las condiciones para el “Caracazo”, cuando CAP II, al inicio de su segundo mandato, llamó al FMI y se armó el “pandemónium”. Ese año 1989 la pobreza pegó un salto increíble al llegar a 70,56%, mientras la miseria hundía en el infierno a los pobres, al llegar a 30,12%. Obsérvese en el Cuadro N° 1 la evolución de la Pobreza General y la Pobreza Extrema.

 

Cuadro Nº 1

Pobreza e indigencia en Venezuela

Años 1976-1996

(Porcentajes)

Años

Pobreza General

Pobreza Extrema

1976

14,36

4,81

1977

12,66

3,29

1978

10,66

2,33

1983

16,69

3,30

1984

21,59

5,49

1987

42,70

12,72

1988

50,06

18,12

1989

70,56

30,12

1990

72,60

34,12

1991

75,40

39,50

1992

71,40

36,31

1993

74,40

40,95

1994

83,95

55,13

1996

85,78

65,32

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            Fuente: La evolución de la pobreza en Venezuela

            José Ignacio Silva - Reinier Sehliesser.BCV.1998.

 

Pero no se había tocado fondo, la pobreza y la miseria penetraron hasta lo más profundo al registrar índices de 75,40% y 39,50% respectivamente en 1991, para continuar esa desgracia que no se detuvo durante todo el gobierno de Caldera II,  cuando la pobreza general y la pobreza extrema alcanzaron  registros jamás vistos en Venezuela de 85,78% y 65,32% respectivamente.

Esa “guerra” de la burguesía depredadora de los “Amos del Valle” contra los pobres y la clase media, que nada producía, que sólo exigía dólares y más dólares del erario nacional, que ya había privatizado la CANTV, Sidor, entregado Viasa a los españoles, desaparecido la Compañía Venezolana de Navegación, liberado las tarifas de los servicios públicos, privatizado la educación universitaria y los servicios de salud, y que sólo informaba del crecimiento del PIB, se producía en un escenario donde los viejos partidos que gobernaban desde 1959 se iban a pique, deteriorados, envilecidos, corrompidos. Tenían todo el apoyo de los “seudoempresarios”, de los medios de información y comunicación nacionales e internacionales, de la CIA, de Washington, no había paramilitares ni bachaqueros acaparando los alimentos, desabasteciendo, contrabandeando por toneladas. Pero sí existía la especulación, en el capitalismo esa es una ley irrenunciable.

Ese dantesco cuadro dejó listo el escenario para lo que sucedería dos años después: el triunfo del Comandante Chávez con más del 54% de los votos, con el candidato de AD defenestrado, sin militancia partidista, al igual que Copei.

Chávez inicia su primer período cumpliendo su gran promesa electoral de llamar a una Asamblea Nacional Constituyente que removería las viejas estructuras. Las primeras leyes de la habilitante fueron impactantes, estremecieron el piso del “empresariado importador”, del “empresariado parásito” que nada producía y que había atesorado, hasta entonces, más de 160.000 millones de dólares en bancos extranjeros, y que era manifiesto, evidente, que quería más, mucho más. El analfabetismo, la precariedad en la salud, un desempleo cercano al 15%, los precios del barril de petróleo envilecidos hasta US$ 10,57 en 1998, mientras la situación de pobreza y miseria nos ubicaba entre los países más pobres de América Latina; los venezolanos de la tercera edad no disfrutaban de seguridad social, las pensiones eran casi inexistentes y, al igual que las jubilaciones, sólo alcanzaban el 40% o 50% del salario mínimo.

Chávez dignificó progresivamente tanto a las viejitas como a los viejitos, a las jubiladas y jubilados, abuelas y abuelos que jamás pudieron sentarse al lado de sus hijos para ayudarlos en sus primeras letras, aunque pudieron hacerlo con sus nietos gracias a la Misión Róbinson que los enseñó a leer los diarios y revistas, a escribir y a manejar la computadora. Y por primera vez, los olvidados de los barrios pudieron tener médicos y medicamentos gratuitos al lado de sus ranchos gracias a la Misión Barrio Adentro, mientras las y los invidentes que nunca habían visto la luz del día pudieron hacerlo gracias a la Misión Milagro.

¿Estaba haciendo Chávez lo justo? ¿O debería crear un Fondo de Estabilización Macroeconómica que nos preservara de los posibles años duros del futuro? Mientras tanto, que la pobreza, la miseria, los analfabetas, los enfermos de raquitismo y de todo tipo de enfermedades, los estudiantes de los barrios, los viejitos y las viejitas, que siguieran esperando. No, jamás, no podíamos seguir el camino de Noruega, porque ese país, cuando inició sus exportaciones petroleras en 1973, ya era un país rico, de los más privilegiados de  Europa, con un alto índice de bienestar humano, sin problemas de salud ni de educación, con una próspera economía, sin analfabetos. El pueblo de Venezuela nunca le hubiese perdonado Chávez que tomase otro camino. Chávez hizo lo correcto, comenzó a transitar el camino hacia el Estado Comunal. Pero primero tenía que reivindicar a los pobres.

Hoy día, en 2015 no tenemos porqué arrepentirnos. Se ha hecho lo justo. La caída de AD y Copei, impulsada por la miseria y el hambre del pueblo, si fue el acicate que impulsó la caída de esos gobiernos podridos, corruptos, ¿por qué no podía servir también para “arrechar” al pueblo contra el gobierno de Maduro? He ahí las razones de la “Guerra Económica”, de la “Guerra Mediática”, de la “Guerra de IV Generación”, del “Golpe Suave”.

Esos regímenes de la IV República, ¿podían llamarse democráticos, cuando gobernaron de espaldas y contra el pueblo, escudándose en la fachada de las elecciones y los tres poderes tradicionales para autodenominarse con la falsa expresión de democracias? No, jamás, ni el primer gobierno de esa farsa que se inició con Rómulo Betancourt, ni el último con Caldera II, fueron gobiernos democráticos porque siempre estuvieron de espaldas al pueblo, clonando en gobiernos autocráticos.



[1] Economista – Tesorero de la Academia de Ccias. Económicas del Estado Zulia.

César E. Prieto Oberto
Economista

 



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César Eulogio Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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