Un golpe cruel y prolongado

Todo comenzó con la llegada del genovés, quien financiado por los Reyes Católicos, asociados al papa Alejandro VI, se inició el más sanguinario golpe de estado contra los pueblos americanos y por desgracia, todavía no ha concluido. La historia nos obliga a juzgar el pasado para que interpretar el presente y se pueda planificar el futuro.

Si nos remitimos a la época de las conquistas napoleónicas en Europa, se podía pensar que el Reino Unido emprende una lucha contra el general corso para restituir la paz y recuperar las tierras subyugadas por el absolutismo francés. Craso error. Evidentemente, Bonaparte conocía las apetencias del Imperio Británico y su interés por dominar las rutas comerciales de Asia y África y expandirla hacia Suramérica. Por lo tanto, era imperativo enfrentar a Inglaterra, seducida por conservar sus colonias y extender su poderío transoceánico para dominar las grandes rutas de comercio. Por tal razón los ingleses debían evitar el surgimiento de una nueva potencia europea que pudiera competir en materia comercial y militar. No cabe duda, Napo vislumbró la necesidad de restituir el tradicional equilibrio del poder mundial y para eso era inevitable de la creación de un gran imperio para enfrentar a la pérfida Albión. Como se puede observar, la razón de aquella gran guerra tuvo intereses netamente mercantilistas y no una lucha contra el absolutismo.

De igual modo, la presencia de los barcos piratas y la proliferación de los sanguinarios filibusteros en el mar Caribe, con la aquiescencia del imperio británico y el reino de Francia, era evitar que la monarquía española dominara la ruta comercial del mar Caribe y el Atlántico. Era obligatorio impedir que las riquezas robadas de América llegaran a los puertos españoles, evitando así el crecimiento de la economía hispana. Por este motivo los forajidos del mar procedían a hundir las naves procedentes del nuevo mundo y en el mejor de los casos, saqueaban los galeones para el beneficio de los salteadores y de las monarquías inglesa y francesa. Como se ve, el criterio mercantil prevaleció en surgimiento de la piratería en el mar Caribe, que lamentablemente afectó la población aborigen y las ciudades coloniales en cierne. Continuaba el golpe de estado.

Una vez que se logró la independencia de América, tras el triunfo de Sucre en Ayacucho, Simón Bolívar vislumbró la necesidad de crear una nación o una confederación poderosa capaz de enfrentar las monarquías europeas y el naciente imperio norteamericano, que ya mostraba sus garras. Es por esta razón la Santa Alianza integrada por Austria, Prusia y Rusia, en cooperación con Francia y España intentaron enviar una flota con más de veinte mil soldados para arrebatarles a los suramericanos la independencia y los territorios recién conquistados. Para esa época los ingleses pretendían tener cierta prominencia para controlar la aduana de los puertos de Buenos de Aires y Santiago de Chile de los cuales dependía el comercio de los vastos territorios del sur de América. Estaba marcha otro golpe de estado.

Simón Bolívar, un estadista, un genio militar y un visionario de la historia, estaba al tanto que, sin una confederación de países que partiera de México hasta la Patagonia era imposible enfrentar a los dos enemigos poderosos, la Santa Alianza y el naciente imperialismo norteamericano. Por eso la necesidad del Congreso Anfictiónico de Panamá, sin la participación de los EEUU. Como consecuencia le escribe a Santander: “En toda la América no hay más que Colombia que sea fuerte: todo lo demás se desbarata fácilmente. Cada día se pone peor el Sur de América; el día que yo me vaya del Perú se vuelve a perder, porque no tienen hombres capaces de sostener el Estado”. Y en otra carta le escriba al vicepresidente: “Los españoles, para nosotros, ya no son peligrosos, en tanto que los anglosajones lo son mucho, porque son omnipotentes, y por lo mismo terribles”. Lamentablemente Santander desoyó los mandatos del Libertador y convidó a los EEUU al congreso anfictiónico del Istmo. Persistía el golpe de estado.

Continuaba la batalla entre los tronos y los pueblos que no se dejaban avasallar. El sur tenía que enfrentar a un norte que comenzaba a colocarse a la cabeza del mundo por derecho propio, ofreciéndoles a sus habitantes un mundo de confort y bienestar sin paralelo, muy difícil de lograr para aquellos pueblos que venían de una guerra devastadora y unos caudillos parroquiales sin visión de futuro.

Como se puede observar es esta breve sinopsis histórica, los enfrentamientos entre los líderes de las grandes potencias siempre se acentuó por el control de los mercados, les importa un carajo la democracia y la libertad de los pueblos. El único interés son los beneficios mercantiles.

El golpe comenzado con la llegada de Colón nunca se detuvo. El golpe de estado contra los aborígenes continuó, ahora contra los pueblos que habían alcanzado a la independencia a consta de la dilapidación de nuestras riquezas, el sudor y la sangre de los negros, indios y pardos. La batalla no había terminado y eso lo sabía el Libertador y Chávez lo aprendió de su gran maestro Bolívar quien explicaba: “Luego podemos concluir por mi proposición de prepararnos para una lucha prolongada, muy ardua, muy importante…El remedio paliativo a todo esto es el Gran Congreso de Plenipotenciarios en el Istmo bajo un plan rigoroso, y extenso, con un ejército a sus órdenes de cien mil hombres a lo menos mantenidos por la Confederación e independiente de las partes constitutivas”. Como se ve, un visionario que presagiaba los golpes de estado de las grandes potencias contra las recientes repúblicas independientes del cono sur.

La ofensiva de los déspotas no se detuvo, en un principio provenía de los tronos de la vieja Europa. Hoy el imperio yanqui ocupa el puesto de los antiguos conquistadores. Es la pelea por los mercados mundiales, el control de las reservas energéticas y la venta de los productos “made in USA” bajo la farsa de las leyes del “libre mercado”. Vuelvo a retomar las palabras de nuestro insigne Libertador: “Esta lucha no puede ser parcial de ningún modo, porque se cruzan en ella intereses inmensos esparcido en todo el mudo”. Y continua en otro documento: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes de mundo, y todas esas partes del mundo debían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderaría de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y debe entrar en los cálculos de la política americana…”. Basta cambiar la palabra Europa por EEUU y observamos que la política agresiva contra los pueblos no ha cambiado en absoluto. Estábamos en presencia de un visionario que los minusválidos de intelecto no podían ni pueden entender. Así mismo, ese equilibrio del Universo se logrará con el mundo multipolar, tal como lo afirmaba Hugo.

No estuvo equivocado mi comandante Chávez que para enfrentar el enemigo común era necesario la creación de organismos suramericanos como Petrocaribe, Unasur, Celac y el Alba, además nuevos medios de comunicación e información, tales como telesur y la radio del sur, así mismo una moneda como el Sucre, para combatir a las especuladoras corporaciones financieras. No hemos logrado la última victoria, los países progresistas como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil siempre estarán bajo el asecho de las grandes potencias para continuar con el golpe de estado, el cual comenzó hace 522 años. Es la oportunidad de transformar la revolución iniciada por Hugo, secundada por otros líderes suramericanos, para provocar, a escala mundial, un cambio en las condiciones sociales, ambientales y económicas que impidan en el planeta la vergonzosa división entre países del primer mundo y del tercer mundo.

No nos caigamos a embustes, la conspiración no ha sido derrotada. Mientras esta oligarquía carente de idiosincrasia y gentilicio, no recupere los privilegios que ellos pensaban que por “derecho divino” les pertenecía, continuarán en el empeño de acabar con el gobierno del presidente MM. Los golpes de la derecha, por lo general, no son contra un gobierno, sino un golpe contra el pueblo.


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Enoc Sánchez


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