La hoja de parra del ultraizquierdismo

Lenin en su obra El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo nos hizo un estudio pormenorizado del comportamiento y el pensamiento de quienes se creen se comen el mundo, mientras el mundo es el que se los come a ellos. En mi modesta militancia revolucionaria dentro las filas del movimiento estudiantil y luego en las luchas por la solidaridad internacional a favor de los pueblos en lucha contra el fascismo en el cono sur y la dictaduras y masacres en Centroamérica, me topé con muchos de ellos.

Una de sus características es creerse muy especiales, dueños de la verdad y capaces de descalificar a tutilimundache. Tú discutes con ellos y son como jalisco, nunca pierde y si pierden, arrebatan. La mayoría de ellos hoy están en la derecha y se reconocen intolerantes ante el chavismo. Se  han leído tantos libros que su desmesura asusta. Pareciera que padecen de una indigestión que necesitan digerir porque nunca acaban.

Ellos son los que lanzan bocanadas de fuego pero en la práctica no los busques porque no los encuentras. En los manuales de la CIA están bien tipificados. Ellos dicen que son los mejores para convencer y penetrar. No los respetan. Los identifican como resentidos pero los valoran públicamente como brillantes. Son aquellos que te encuentras con una camionetota y te dicen casi con voz quebrada: Yo sigo siendo antiimperialista. Sería bueno reproducir los libros de Philip Agee.

Haces un análisis riguroso de su discurso y de lo que dicen criticar, y encuentras inmediatamente sus incoherencias y contradicciones. Se ahogan en un vaso de agua pero eso sí, salpican bastante. Cuando crees que van a ser capaces de ser buenos hipercríticos, de tocar la soga en la casa del ahorcado o de meter el dedo en la llaga, para no tener uno que hacerlo, ni de vaina. Sólo se quedan en la superficie. Con muchas frases altisonantes y pensamientos vagos.

Nombran a los humildes como moscas. Y la palabra revolución así mismo revolotea en todos sus textos. Es que si los desnudas ellos necesitan como Adán y Eva salir corriendo del Paraíso y ponerse una hoja de parra. A veces utilizan dos nombres, uno el de combate. Pero no escatiman cuando les convienen tener sueldo como intelectuales.

A la ultraizquierda los panfletos les quedan pequeños. Como organizadores son buenos, sí, hasta que no se decepcionan y dejan el pelero. Ah, porque si algo tienen, es que se desmoralizan rapidito si no les hacen caso. La verdad que aprendí mucho de ellos, por lo bueno y por lo malo. Dios los tenga en su gloria porque sin querer queriendo ayudaron muchísimo, hasta que alguien cayó por sus inconsistencias.

Venezuela ha estado llena de ellos. Los hay anónimos y famosos. No les importa las consecuencias porque su vanidad es a prueba de todo. A la derecha le encantan y les dan la bienvenida. Ellos piden argumentos porque los de ellos brillan por su ausencia. Y si encuentran uno, se aferran a él como a una tea. Vamos pues, son parte del proceso pero inocuos porque se repiten a sí mismo y no van al fondo.



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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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