“…estamos a las puertas de un nuevo quiebre, un nuevo desfase tecnológico
industrial en la humanidad… sólo unidos podremos afrontar el reto de no
desfasarnos y de no volver a la oscuridad y al esclavismo económico…”
El título de este artículo corresponde a una reflexión que hacía el Presidente
Nicolás Maduro, durante el discurso que pronunciara ante la Reunión Plenaria con
los Cancilleres del Mercosur, realizada en las instalaciones de la Casa Amarilla,
sede de nuestra Cancillería en Caracas, el pasado 30 de octubre de este año.
Refiriéndose a Mercosur y de cara al futuro, reflexionaba el Presidente:
“…sólo Mercosur está en condiciones de ser el poderoso motor integrador,
cohesionador, integrar y cohesionar para el desarrollo, para una nueva
reindustrialización, a la cual tenemos que convocarnos, estamos a las
puertas de un nuevo quiebre, un nuevo desfase tecnológico industrial en la
humanidad, … y sólo unidos podemos afrontar el reto de no desfasarnos y
de no volver a la oscuridad y al esclavismo económico que es el peor de los
esclavismos que pueda sembrarse en los siglos de nuestros pueblos, hemos
salido a la luz apenas, pero el camino es largo y falta por construir…”
Palabras sabias y de una gran profundidad visionaria. Efectivamente, las
grandes potencias se han venido preparando para dar el gran salto tecnológico
en los próximos años, distanciándose más de los países conocidos como
tercermundistas. Este distanciamiento nos genera mayor dependencia en muchas
áreas, pero principalmente en áreas que para nosotros son estratégicas, tales
como salud, alimentación, agricultura, energía, tecnológica. Si no tomamos las
previsiones del caso, “volveremos a la oscuridad y al esclavismo económico”,
mencionado por el Presidente, con gran visión de Estadista.
Desde nuestro campo de maniobra, no podemos evitar ni controlar que las
potencias se desarrollen. Por eso han sido y siguen siendo potencias. Lo que sí
podemos y debemos hacer es evitar que se nos distancien tecnológicamente.
¿Cómo hacerlo? ¡Sencillo! Debemos trabajar intensa y disciplinadamente en
la identificación, análisis, selección e implantación de áreas estratégicas de
investigación y desarrollo, milimétricamente bien orientadas, científicamente
gestionadas, políticamente apoyadas, que nos permitan desarrollar tecnologías
propias y soberanas, para acortar las distancias y minimizar la dependencia.
Somos países consumistas. Compramos casi todo lo que consumimos: fármacos,
vacunas, alimentos, semillas, vehículos de transporte colectivos de alta calidad,
material deportivo, semovientes y tantas cosas más. Eso nos da una idea de los
lejos que estamos de la soberanía.
Desde el punto de vista de las potencias imperiales y de cara al futuro, a las
grandes potencias se les está haciendo cada día más insostenible, la dominación
global a través de las injerencias e intervenciones militares, ya que esto conlleva
grandes movilizaciones de soldados, armamento, transporte, logística, entre otras
cosas, y está resultando demasiado costoso, además de que el retorno de la
inversión en empresas guerreristas, se hace cada día más difícil. Para muestra
veamos lo que está pasando actualmente en Irak, luego de la invasión. Otro
ejemplo es Siria. Y si fijamos la vista en nuestra Suramérica, también notamos que
las posturas genuflexas de otros tiempos, son por fortuna, menores cada día.
Estoy seguro que las potencias imperiales jamás cejarán en sus objetivos
hegemónicos. Sólo que percibo que están cambiando de estrategia. Y es aquí
donde debemos fijar nuestra atención para planificar mecanismos de acción, que
nos permitan desarrollar un posicionamiento soberano, definir metas estratégicas
para los próximos cien años, por lo menos. Y que las acatemos disciplinadamente.
¿Cuáles son entonces las estrategias, además de continuar con las presiones
e injerencias militares, que posiblemente están diseñando para las próximas
décadas, que les permitirán seguir dominándonos? Sin necesidad de un
análisis profundo, todos sabemos que existen por lo menos, tres grandes áreas
estratégicas para ejercer dominación a través de la dependencia: agricultura,
energía y salud, además de la tecnología que transversaliza las anteriores. No
puede considerarse un país soberano, si debe comprar todo lo que come, todo
lo que consume y todo lo que necesita en materia de salud, comenzando por
una simple vacuna. Decía el Libertador: “Nos han dominado más por nuestras
debilidades que por la fuerza”. Veamos cada una de ellas.
AGRICULTURA: decir agricultura es decir alimentación y ésta debe atenderse
tres veces por día. Debemos garantizar cerca de ochenta y seis mil platos de
comida, todos los días del año para nuestro pueblo. Incomparable con China
que debe preparar tres mil novecientos millones de platos cada día. Luego de
su independencia en 1949, inició su camino disciplinado al desarrollo. Con mil
trescientos millones de habitantes, hoy tiene satélites al espacio y es dueña de
la inmensa mayoría de la deuda de los Estados Unidos. Eso se llama disciplina.
Aun cuando nosotros en Venezuela hemos avanzado bastante en esta materia,
gracias al trabajo iniciado por el Comandante Chávez, aún nos falta mucho para
alcanzar niveles tranquilizantes de soberanía. Los países soberanos deben
tener garantizada la alimentación de sus pueblos. La agricultura es el elemento
estratégico por excelencia de un país soberano, más importante que el área
militar, porque los soldados de cualquier país también necesitan ser alimentados.
Decía Napoleón “los ejércitos caminan sobre sus estómagos”. El problema de la
soberanía alimentaria ¡no se resuelve comprando, se resuelve cultivando!
En esta materia, las potencias imperiales a través de sus operadores, como
MONSANTO, están desarrollando políticas orientadas a incrementar y profundizar
la agro-dependencia sobre los llamados países del tercer mundo. Basta observar
cuál ha sido la gestión de esta empresa, para entender que dentro de algunas
décadas, toda la semilla que a nivel planetario se utilice para la agricultura a gran
escala, habrá que comprársela a esta empresa estadounidense, proveedora a
gran escala de productos herbicidas como el glifosato y la mayor productora
mundial de semillas transgénicas. Esta semilla transgénica produce frutos
estériles a los cuales no se les puede recoger semilla, además de que por efecto
del viento, poliniza otras plantas que a su vez se esterilizan, creándose con los
años, grandes extensiones de suelos desérticos. Lo que genera dependencia una
vez que se la compra. Durante la guerra de Vietnam, MONSANTO fue aliada del
gobierno de Estados Unidos para producir un herbicida conocido como AGENTE
NARANJA, para destruir los campos y así privar al ejercito vietnamita de alimento
y vegetación para esconderse. Este agente naranja causó entre la población
vietnamita unos 400.000 muertos y unos 500.000 nacimientos de niños con
malformaciones.
En cuanto a los pesticidas comercializados por esta empresa, MONSANTO,
recientemente apareció en Argentina un informe de la agencia de noticias
Associated Press, donde médicos aseguraban la existencia de una correlación
directa entre la aplicación de pesticidas a base de glifosato por la agricultura
intensiva, con un incremento importante de pacientes con cáncer y defectos
genéticos. Como se sabe Argentina -conjuntamente con Brasil y USA- producen
el 80% de la soja en el mundo y actualmente enfrenta una presencia exponencial
del glifosato que se esparce sobre los campos para mejorar la productividad.
Actualmente la soja representa el 71% del territorio cultivado en Argentina, y
Monsanto tiene la mayor parte del mercado de los agrotóxicos empleados en las
áreas explotadas. No es envidiable el futuro agrícola del hermano país. Otro reto
que debemos enfrentar: lanzar líneas de investigación y desarrollo para lograr la
consolidación de un semillero nacional, no transgénico, que nos brinde soberanía
alimentaria en todas las especies típicas de nuestra flora.
CONTINÚA…
Jorgetejera2010@gmail.com