¿Quién ganará la guerra de desgaste?

Hace pocos días oí al diputado y economista Jesús Farías hablar en el canal 8, sobre los aspectos económicos, en general, y tocó los que afectan al gobierno que conduce Nicolás Maduro. Le puse mucha atención a sus señalamientos. Pero lo que quedó claro, a mi modo de ver las cosas, es que al país le hace falta con urgencia inversión de capitales para incrementar la industrialización en el país. Sin ese binomio, la cosa se le pone dura al gobierno revolucionario Ha sido necesario en todos los países que hoy día gozan de una economía robusta. Sin problemas. Pero lo que si pareciera ser cierto es que después de 14 años en el poder, no es conveniente seguir echándole la culpa de todo a la IV República y al imperio. Me parece que ya estamos bien creciditos para asumir nuestras responsabilidades, y en ese sentido estructurar medidas bien pensadas y aplicarlas, para que el pueblo en un tiempo perentorio comience a cambiar su óptica de esa economía alimentaria reflejada en el Bicentenario, en PDEVAL y Mercal. Un pueblo no puede vivir por secura seculorum en esas colas y maldiciones.

Existe quiérase o no reconocer una “GUERRA DE DESGASTE” entre los empresarios alineados con la derecha y la burguesía, contra el gobierno revolucionario. Fíjense ustedes en este detalle: ¿Desde cuándo está el país desabastecido de papel higiénico? Nunca se había visto algo similar por tanto tiempo. Se les aflojó los dólares ¿y qué ha pasado? La situación sigue igual. El papel no se encuentra, sino por cuotas en algunos Abastos Bicentenarios, en PDVAL y Mercal. Y “guilladito” en algunas panaderías, que mantienen el producto para algunos clientes y los sacan, como el mago que saca una carta de la manga de su camisa, sin que nadie lo note. A eso hemos llegado. Y de nada ha servido la creación de organismos de control de precios, etcétera. ¿Para qué han servido los cierres de establecimientos por 72 horas? ¿De qué han servido las multas? Que yo sepa de nada. Los abusos contra los consumidores siguen en ascenso. Cada día cambian los precios hacia arriba. Pregunto: ¿Quién está ganado esta guerra de desgaste?

El diputado Jesús Farías acepta la necesidad de la inversión y la industrialización del país, para poder lograr el equilibrio perfecto de la economía. Pero lanzo otra pregunta: ¿Cuál es la política de inversión que tiene en práctica el gobierno? ¿Cuál es el incentivo para que vengan los capitales extranjeros a invertir en el país, y, por ende, generar empleo y bienestar para los venezolanos? Por otro lado, el diputado Jesús Farías acepta que la inflación es una de las más alta de Latinoamérica y el mundo, pero se conforma que estamos mejor que otros países en la inclusión y en mantener un salario mínimo entre los mejores, y el auxilio a millares de venezolanos a través de las misiones, etcétera. No puede ser. Ese argumento es muy desalentador. No convence a nadie, por chavista que sea. Los hechos son los hechos. La realidad es la realidad. Como decía nuestro Comandante Supremo: “Quien tenga ojos que vea, y quien tenga oído que oiga”.

Jesús Farías, aceptó que “el rendimiento de las empresas nacionalizadas por el Gobierno han sido irregular”. ¿Y las empresas básicas de Guayana? ¿Qué pasa con esas empresas que no viven, sino en un eterno reclamo y paro por parte de sus trabajadores? ¿Cómo se produce de esa manera? Sencillamente, no hay modo de que haya una producción aceptable. Más adelante, en su intervención en el canal 8, dijo: “La mayor tarea que tenemos nosotros en este momento, en materia económica, es la industrialización. Aquí tienen que crearse miles de empresas industriales, que estén en capacidad de aportar valor a la abundante materia prima del país, sustituir importaciones y generar exportación distinta al petróleo”. A mí me parece esas declaraciones muy bonitas. Pero de que sirven, si en varias oportunidades se ha oído lo mismo.

En estos momentos me viene a la memoria una familia que conocí en mi pueblo. Esa familia tenía de todo. Era la más rica del poblado. Los padres estaban orgullosos del tren de vida que llevaban. Gastaban en todo. Los hijos disfrutaban de cuánto antojos se les ocurriera. De pronto compraban la camioneta de moda. Los mejores celulares. Ropa y zapatos de marca. Tenían un apartamento en la playa. Y viajaban cuando querían a Miami y Panamá. A gastar lo que no podían en Venezuela. Pero, llegó un día en que las cosas les comenzó a salir mal. Poco a poco habían despilfarrado la fortuna que habían heredado del padre. La empresa familiar quebró. Los dineros de los bancos se agotaron. Y así fueron llegando al llegadero. Nadie les quiso fiar más. Y un día la madre se acordó que tenía unas joyas finas y las empeñó. Pero ese dinero se esfumó como humo de un cigarrillo. Los ahorros en alcancías le tocó su turno y no les alcanzó ni para hacer un mercadito en Mercal. Y así fue como esa familia rica, tocó fondo.

Esa familia creyó que el dinero no se acababa. Y sólo pensaron en el presente. Vivieron intensamente el presente, pero el futuro les cobró con dureza su torpeza y su ceguera. Este cuento se parece a muchos países que lo han tenido todo, riqueza, agua, petróleo, gas, oro, diamantes, etcétera. Ojalá nuestro país no toque fondo. Aún hay tiempo de recuperarlo, de sacarlo a flote y convertirnos en lo que Hugo Chávez soñaba “en un país potencia”. Ojalá rectifiquemos a tiempo y no cedamos en esta “guerra de desgaste”.


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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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