En el “Club de los pobres” designamos a Pedrito Carreño, dilecto homófono, valga, vocero

El “Club de los Pobres” no es más que una tertulia de un grupo de chavistas que cada domingo por lo usual nos reunimos a eso de las cinco de la tarde a jugar dominó y a hablar pendejadas, bajo una frondosa matica de limón, así que cuando llueve, de simple, se cancela el encuentro.
Y, este domingo llovió, por cierto, mas no fue óbice para no conversar sobre lo que ha estado en la picota: Las sinvergüenzuras de Capriles y sus acólitos más cercanos, ese prostíbulo de hombres denominado Primero Justicia.
Hemos aplaudido la acertada intervención del compatriota Don Pedrito, en la Asamblea Nacional, en la que expuso sin guabinear, lo que cualquiera de nosotros hubiese dicho en su lugar, valga decir que su intervención, ante el caso de que tipos de Primero Justicia vestidos de mujer, y más aún, quieran seguir prostituyendo a menores inclusive, había que pararles el vil trote así como lo hizo, con palabras homófonas a las nuestras, que francamente son imposibles de decir en público.
Capriles y su séquito no son carne ni pescado, luego tú no puedes ubicarlos en una carnicería ni en una pescadería, y eso precisamente fue lo que hizo Don Pedrito, ubicarlos donde están de acuerdo a lo que son.
¿Qué hay de malo al decir verdades irrefutables en un escenario tal como la Asamblea Nacional, donde se discute la vida de la patria, acaso no es lo más correcto? ¿Es acaso normal el tiempo que hoy vive nuestra patria o estamos ante un desafío de agresión, un tiempo de guerra vil contra la integridad de nuestra soberanía? ¿Vale lo mismo decir lo que sea en un campo de paz que en un campo de batalla? ¿En determinado tiempo que en otro?
Cuando la sangre está fría las palabras suelen salir frías, esto ocurre cuando hay momentos de paz, generalmente; pero, cuando la sangre está caliente, por lo común en tiempos de turbulencia, las palabras salen bien calientes.
La oligarquía cuartarrepublicana eliminó de la enseñanza de los muchachos, la Historia de Venezuela, creyendo que con ello eliminaba a Bolivar pero no pudo porque Chávez se lo echó sobre sus hombros y lo trajo de nuevo a la luz; el 11 de abril de 2002 esa oligarquía defenestró el retrato del Libertador y lo confinó a un baño de Miraflores, al lugar de la basura, y tampoco pudo porque el pueblo restituyó a Chávez en el poder; durante el alzamiento de Plaza Altamira esa misma oposición destruyó un monumento ecuestre del Libertador y ahora instauran un prostíbulo en la gobernación del Estado Miranda; luego, siendo lo que son, ¿hasta cuando más tolerancia?
Esos carajos lo que quieren es coger al pueblo de machomo, así que ya es el momento de salirles al paso con todo, sin medias tintas, por todo el cañón.
Es bueno poner de manifiesto que a la oligarquía le gustan las medias tintas cuando les conviene; fíjate, cuando en la batalla de Las Queseras del Medio Páez arenga a sus tropas con el grito de “Vuelvan carajo”, la oligarquía, que escribió la historia mediante cronistas españoles, desfiguró la expresión y le puso “Vuelvan caras” pero no es lo mismo decir cara que decir carajo.
En una batalla no se habla con finuras y estamos en una batalla crucial, así que las expresiones de Don Pedrito son casi fiel reflejo de lo que nosotros diríamos a esos relambeñemas desvergonzados de Julio Borges y Capriles.
La próxima semana, nuestro (country) “Club de los Pobres” podría disponer crear el premio: “La cigüeña cabezapelá” para el más “destacado” de PJ.
También podemos crear otro premio: “El machón del año” para cualquiera de nuestros compatriotas que le diga las vainas a esos carajos, como deba ser.

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com


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Guillermo Guzmán


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