El servicio desde la conciencia: Eficiencia o nada

La creciente e indetenible posibilidad de tener el planeta al alcance de nuestras pantallas de Internet en casa, nos hace ver el mundo cada día más, del tamaño de un pañuelo. Conocer otras culturas, otras formas de relación entre los seres humanos, evidenciar diferencias y similitudes, son realidades que nos motivan y nos obligan a la reflexión. Por una parte, para intentar ponernos a la altura de los estándares internacionales en muchas áreas: economía, educación, política, salud, deporte, tecnología, bienestar, calidad de vida. Por otra, para revisarnos como seres humanos, en nuestra relación con los demás, ya se trate de relaciones de trabajo, de compromiso o simples relaciones sociales. Y esto es así porque simplemente no estamos solos, ni aislados. Vivimos en un planeta que cada día se globaliza más. Aunque no nos guste el término, la comunicación nos une y nos compara. E inevitablemente terminamos estableciendo referencias en casi todos los aspectos de la vida, con respecto a otras culturas. El deporte, la cultura, la música, la gastronomía, la arquitectura, el arte, entre muchas otras, son áreas de comparación, al igual que los servicios públicos y privados. Y éste es el tema a desarrollar.

Hoy podemos conocer a través de la Internet cómo funcionan los servicios en cualquier país del planeta, qué políticas utilizan, cuáles son las leyes que los reglamentan, tanto los públicos como privados. Cómo se relacionan las diferentes sociedades y pueblos. Y son precisamente estas relaciones las que siempre se verán impactadas, positiva o negativamente, cada vez que nos toca a los seres humanos, asumir responsabilidades en instituciones o empresas de servicio.

Las instituciones del Estado venezolano son todas, absolutamente todas, sin ningún tipo de excepción, instituciones medularmente de servicio, instituciones orientadas a servir al pueblo. A servir en el sentido más excelso de la palabra. No para disfrutar cargos burocráticos dejando de lado las responsabilidades. No para prestar un servicio calculado en función del algún interés. ¡No! Ese no debería ser el sentimiento que anime a un “servidor público”. Lamentablemente es el que aún subyace en grandes sectores de la administración pública, porque es precisamente hasta hace muy poco tiempo, que estamos descubriendo la “servidor público”.

Siempre se nos habló de “funcionario público” como la persona que está al servicio de un “jefe”. La palabra funcionario significa algo así como “… que funciona”, es decir, que cumple una función. Pero ¿cuál función? Simplemente “servir al jefe”. Ahí hemos estado entrampados, durante cientos de años, desde la llegada del extraviado marinero. Sí, así es, ya que desde ese momento comenzamos a servir a ese jefe llamado Fernando VII.

Por el contrario, el novedoso término servidor público (que sirve al público y no al jefe), define con claridad meridiana y sin ambigüedades, las responsabilidades típicas del cargo, sirve a todos, es útil a todos y el pueblo somos todos. También, dentro de las empresas privadas, todas, todas, productoras de bienes y/o servicios, son servidores públicos los trabajadores que allí laboran, como, por ejemplo, una línea aérea, una línea de taxis, un supermercado, una clínica, un restaurante, con excepción por supuesto, de las empresas de la guerra, donde los que allí trabajan son, en el fondo, servidores de la muerte.

Da pie esta reflexión, para analizar el término sustantivo servicio que viene del verbo servir. Con significado propio e independiente, pero que el capitalismo, apoderándose de él, le asignó una nueva acepción: “mercancía que se vende y se compra”. De aquí surgió la expresión capitalista:

¿Quiere servicio? ¡Páguelo!

Con la llegada del Comandante Chávez, el concepto de servidor público comenzó a tomar fuerza. Y hoy podemos hablar de servicio público bajo la visión humanista, socialista. Hay que recordar que el capitalismo también tiene “su definición” del término.

Lamentablemente dentro de nuestras instituciones, públicas y privadas, no ha logrado aún cimentarse, fortalecerse una verdadera cultura de servicio.

El servicio se ha convertido en una de las más fuertes debilidades, tanto del sector público como del privado. Muy mal deambula el Servicio hoy día en nuestras instituciones y empresas privadas. Pareciera un prisionero de la burocracia, de la tecnocracia, de la desidia, de la ignorancia, de la mediocridad, de la mal llamada “viveza criolla” y, en algunos casos, hasta de la avaricia y de la estafa. Un “prisionero” que no logra insertarse definitivamente en nuestras organizaciones, como parte fundamental de nuestra cultura. Se ha convertido en una lenta maraña de memorandas, oficios, indecisiones, retardos, re-trabajo, improvisaciones, incompetencias, puertas que no atienden público, productos y/o servicios de pésima calidad, burocracia ineficiente, con gente dedicada sólo a desperdiciar, de forma patética, el tiempo de las organizaciones, haciéndolas cada vez más lentas e improductivas, ante la mirada indolente de algunos de sus líderes.

Ante tal realidad, se impone la necesidad de tomar medidas de fondo y a fondo, para remediar tal situación, que día a día se torna más dramática. En el caso de la empresa privada, empresa que no supere los estándares de calidad en la prestación de sus servicios, simplemente se expone a quedar fuera de juego. Y ese es parte del juego capitalista.

En el caso de las instituciones del Estado, la cosa es diferente. Porque se corre el riesgo de que se pueda perder todo el camino andado en estos catorce años de Revolución, simplemente porque algunos líderes aún no han comprendido la situación. Por eso el Comandante Chávez, días antes de su partida, nos hablaba de la imperiosa necesidad de trabajar bajo la consigna de “eficiencia o nada”, “mano de hierro contra la ineficiencia”. Con estas palabras se refería, entre otras cosas, a la imperiosa necesidad de elevar la calidad en la prestación de servicios. Sólo espero y aspiro que la arenga del Comandante haya sido entendida en su verdadera dimensión.

En términos concretos, el Comandante nos convoca a iniciar acciones pertinentes y contundentes; y a prepararnos para el nacimiento de una nueva cultura de servicio transparente, dentro de nuestras instituciones públicas, en la que se logre erradicar el burocratismo, la desidia, los manejos turbios y otros tantos males que empañan los logros alcanzados por la Revolución. Es decir, nos convoca a trabajar en el diseño y puesta en marcha de un programa orientado a la implantación y consolidación de una cultura de servicio, inspirada en los valores de la eficiencia, honestidad, solidaridad, disciplina, transparencia dentro de todas, todas, todas nuestras instituciones, con visión humanista, es decir, socialista. Sueño que algún día esta prédica del Comandante, se transforme en Política de Estado.

La oportunidad de haber vivido fuera de Venezuela, en países como Francia, Colombia, así como la posibilidad de haber viajado por países como España, Portugal, Bélgica, Alemania, Suecia, Finlandia, Noruega, Italia, Grecia, Luxemburgo, Suiza, Brasil, Argentina, además de la Internet, amplían dentro del ser humano, el marco referencial experimental en muchas áreas del conocimiento. Sin embargo, hay un área que nos impacta de manera rotunda: el servicio que algunos de esos países tienen y manejan. Aun cuando evidentemente lo manejan bajo una visión capitalista, no deja de ser una experiencia interesante en lo referente a la calidad, los servicios públicos que prestan las instituciones del Estado en Francia, por citar un ejemplo. Por lo que allí vi y viví, ese país no le da cabida a la mediocridad en materia de servicios (sean pagos o gratuitos), sea en la ciudad o en cualquier pueblito, en el mercado público o en un banco, en instituciones públicas o privadas. Donde sea, el servicio es de calidad.

Sin pretender importar modelos, nosotros tenemos la inminente necesidad de construir una propuesta en materia de servicios público y privado, que considere lo mejor de lo existente en el planeta, sin descuidar las particularidades positivas del pueblo venezolano y sin olvidar que cualquier modelo que analicemos debe incorporar el deseo mayoritario de nuestro pueblo de transitar hacia una visión humanista y socialista, incorporando los valores de la honestidad, la solidaridad, el respeto, la participación protagónica y la justicia. Debe ser una propuesta creativa, que se parezca a nosotros en todo lo mejor de nuestro acervo cultural, del que nos sentimos orgullosos: honestidad, alegría, solidaridad, hospitalidad, responsabilidad, trabajo incansable, orgullo patrio, compromiso, identidad nacional, conciencia de nuestros deberes y derechos, tolerancia, amor al prójimo y un sentido claro de la justicia.

Somos los venezolanos los que con nuestra creatividad, debemos construir una cultura de servicio desde nuestros valores y principios, desde la conciencia, desde el auto respeto, desde la venezolanidad. Esa cultura de servicio que tanta falta nos está haciendo y que actualmente está siendo víctima de la chabacanería y la mediocridad.

El servicio ni se vende ni se compra. Simplemente se brinda o se recibe, desde la conciencia. Los conocidos “honorarios profesionales” o “salarios” son simplemente eso: compensaciones económicas liberadoras del ser humano que coadyuvan a su proceso de desarrollo y dignificación. Jamás, pagos esclavizadores o cordones umbilicales de dependencia, manipulación y estancamiento opresor. Deberían ser formas de agradecimiento por los servicios prestados por el trabajador o prestador del servicio.

Sin embargo, si algunos sectores privados desean mantener el concepto de servicio como una “mercancía que se vende y se compra”, por lo menos que sea una mercancía de buena calidad, de la mejor calidad, ¡por favor! Caso de algunas clínicas, que aun cuando son costosísimas, el servicio que prestan es de la peor calidad. Bueno, ese es problema de los dueños, por eso algunos están condenados a quedar fuera del negocio.

El servicio es el acto más hermoso del ser humano por su semejante. Por eso debe inspirarse en aquél que nos brindó Jesús o Gandy o Teresa de Calcuta o Bolívar o Chávez.

Seguiremos construyendo servicio.

Jorgetejera2010@gmail.com


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Jorge Tejera

Trabaja en ALCALDÍA GIRARDOT-ARAGUA Estudió en UNIVERSIDAD DE AIX-MARSEILLE-III, FRANCIA Vive en Maracay, estado Aragua

 jorgetejera2010@gmail.com

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